(Nota biográfica)
Nació Miguel Schwab,
en Mannhein (Alemania), en 1853, recibiendo su primera educación en un
convento. Trabajó algunos años de encuadernador en distintas ciudades de
Alemania. Figuró en su país afiliado al Partido Socialista. Fue a los
Estados Unidos en 1879 y colaboró más tarde con Spies en Arbeiter Zeitung.
Era un correcto orador y su popularidad entre el elemento alemán muy
grande. Como organizador era digno émulo de sus compañeros de proceso.
Discurso
Hablaré
poco, y seguramente no despegaría mis labios, si mi silencio no pudiera
interpretarse como un cobarde asentimiento a la comedia que acaba de
desarrollarse.
Denominar justicia a los procedimientos seguidos en este proceso sería una burla. No
se ha hecho justicia ni podría hacerse, porque cuando una clase está
enfrente de otra es una hipocresía y una maldad suponerlo tan solo.
Decís
que la anarquía está procesada, y la anarquía es una doctrina hostil a
la fuerza bruta, opuesta al presente criminal sistema de producción y
distribución de la riqueza.
Me
sentenciáis a muerte por escribir en la prensa y pronunciar discursos.
El Ministerio Público sabe tan bien como yo que mi supuesta conversación
con Spies jamás existió. Sabe algo
mejor que esto: sabe y conoce todas las bellezas del trabajo del que
preparó aquella conversación. Cuando comparecí ante el juez al principio
de este proceso, dos o tres policías declararon que sin duda alguna me
habían visto en Haymarket cuando Parsons
terminaba su discurso. Entonces se trataba ya de atribuirme el delito
de arrojar la bomba. Al menos en los primeros telegramas que se
dirigieron a Europa se dijo que yo había arrojado varias bombas sobre la
policía. Más tarde se comprendió la inutilidad de esta acusación y
entonces fue Schmaubelt el acusado ...
... Habláis
de una gigantesca conspiración. Un movimiento no es una conspiración, y
nosotros todo lo hemos hecho a la luz del día. No hay secreto alguno en
nuestra propaganda. Anunciamos de palabra y por escrito una próxima
revolución, un cambio en el sistema de producción de todos los países
industriales del mundo; y ese cambio viene, ese cambio no puede menos de
llegar ...
...
Nosotros defendemos la anarquía y el comunismo, y ¿por qué? Porque si
nosotros calláramos hablarían hasta las piedras. Todos los días se
cometen asesinatos, los niños son sacrificados inhumanamente, las
mujeres perecen a fuerza de trabajar y los hombres mueren lentamente,
consumidos por sus rudas faenas; y no he visto jamás que las leyes
castiguen estos crímenes.
... Como
obrero que soy, he vivido entre los míos; he dormido en sus guardillas y
en sus cuevas; he visto prostituirse la virtud a fuerza de privaciones y
de miseria y morir de hambre hombres robustos por falta de trabajo. Pero esto lo había conocido en Europa y abrigaba la ilusión de que en la llamada tierra de la libertad no presenciaría estos tristes cuadros. Sin embargo he tenido ocasión de convencerme de lo contrario. En los grandes centros industriales de los Estados Unidos hay más miseria que en las naciones del viejo mundo.
Miles de obreros viven en Chicago en habitaciones inmundas, sin
ventilación ni espacio suficiente; dos y tres familias viven amontonadas
en un solo cuarto y comen piltrafas de carne y algunos vegetales. Las
enfermedades se ceban en los hombres, en las mujeres y en los niños,
sobre todo en los infelices e inocentes niños. ¿Y no es esto horrible en
una ciudad que se reputa civilizada?
...
De ahí, pues, que haya aqui más socialistas nacionales que extranjeros,
aunque la prensa capitalista afirme lo contrario con objeto de acusar a
los últimos de traer la perturbación y el desorden.
El
socialismo, tal como nosotros lo entendemos, significa que la tierra y
las máquinas deben ser propiedad común del pueblo. La producción debe
ser regulada y organizada por asociaciones de productores que suplan a
las demandas del consumo. Bajo tal sistema todos los
seres humanos habrán de disponer de medios suficientes para realizar un
trabajo útil, y es indudable que nadie dejará de trabajar. Cuatro
horas de trabajo cada día serían suficientes para producir todo lo
necesario para una vida confortable, con arreglo a las estadísticas.
Sobraría, pues, tiempo para dedicarse a las ciencias y al arte.
Tal
es lo que el socialismo se propone. Hay quien díce que esto no es
americano. Entonces será americano dejar al pueblo en la ignorancia,
será americano explotar y robar al pobre, será americano fomentar la
miseria y el crimen. ¿Qué han hecho los grandes
partidos políticos por el pueblo? Prometer mucho y no hacer nada,
excepto corromperlo comprando votos en los días de elección. Es natural, después de todo, que en un país donde la mujer tiene que vender su honor para vivir, el hombre venda el voto.
¿Qué es la anarquía?
Un
estado social en el que todos los seres humanos obran bien por la
sencilla razón de que es el bien y rechazan el mal porque es el mal. En una sociedad tal no son necesarias ni las leyes ni los mandatos. La anarquía está muerta,
ha dicho el Procurador General. La Anarquía hasta hoy sólo existe como
doctrina, y Mr. Grinnell no tiene poder para matar a una doctrina
cualquiera. La anarquía es hoy una aspiración, pero
una aspiración que se realizará más o menos pronto, no sé cuando, pero
que se realizará indudablemente.
Es
un error emplear la palabra anarquía como sinónimo de violencia, pues
son cosas opuestas. En el presente estado social la violencia se emplea a
cada momento, y por esto nosotros propagamos la violencia también, como
un medio necesario de defensa.
La
anarquía es el orden sin gobierno. Nosotros los anarquistas decimos que
el anarquismo será el desenvolvimiento y la plenitud de la cooperación
universal (comunismo). Decimos que cuando la pobreza haya sido eliminada
y la educación sea integral y de derecho común, la razón será soberana.
Decimos que el crimen pertenecerá al pasado, y que las maldades de
aquellos que se extravíen podrán ser evitadas de distinto modo al de
nuestros días. La mayor parte de los crímenes son debidos al sistema
imperante, que produce la ignorancia y la miseria.
Nosotros
los anarquistas creemos que se acercan los tiempos en que los
explotados reclamarán sus derechos a los explotadores y creemos además
que la mayoría del pueblo, con la ayuda de los rezagados de las ciudades
y de las gentes sencillas del campo, se rebelarán contra la burguesía
de hoy. La lucha, en nuestra opinión, es inevitable.
Fuente: http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/historia/martires_chicago/6.html
Fuente: http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/historia/martires_chicago/6.html
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