¿Cuál es el papel del
trabajo en la economía de la información? O más importante aún ¿cuál es
el lugar de los trabajadores en un sistema económico y político que
apoya abiertamente la precarización laboral? Si por una parte parecemos
abiertos a admitir que nos hallamos en un
nuevo momento del
desarrollo capitalista (creencia basada en una confluencia entre la
ética de la sociedad de consumo y el tecno-optimismo), también es cierto
que los países del centro capitalista están enfrentando una de las
crisis sociales más crudas de las últimas décadas. En la brecha entre
los elogios al capitalismo de la información y la realidad cotidiana de
ciudadanos de todas las categorías, coexisten voces heterogéneas que
pueden ser útiles para discernir la dirección y el sentido de las
circunstancias que experimentan los mercados y, especialmente, el
trabajo y los trabajadores. En este ensayo intentamos poner en
evidencia tres “relatos” sobre el trabajo en tiempos de la economía de
la información. No buscamos con ello establecer un sistema teórico, sino
sobre todo identificar algunos contextos de interpretación enmarcados
en ciertas estrategias discursivas que contribuyen con la comprensión
del papel que se le atribuye al trabajo en esta época. Se trata sólo de
tres tipos de narrativas, cuyos exponentes escogimos casi
arbitrariamente porque nos parecieron convenientes para mostrar cómo
responden – o contradicen – la conceptualización del papel del trabajo
en la sociedad postindustrial. A partir de ello consideramos tres
discursos: el teórico positivista, el ético-estético y el discurso de la
protesta laboral.
La precarización del trabajo en los “tiempos modernos”
Una narrativa sobre los cambios que afectan el trabajo la encontramos
en los teóricos de la sociedad de la información y de la sociedad
postindustrial. La flexibilización del trabajo es, a decir de los
teóricos, una característica de la economía capitalista de la
información. De acuerdo con Manuel Castells en
La galaxia internet
( 2001 ), las condiciones actuales del trabajo están condicionadas por
las estructuras organizacionales de las empresas y por el desarrollo de
medios de comunicación digital, aspectos que favorecen otras formas de
control del trabajo:
Una de las transformaciones más
importantes que se están produciendo en las relaciones de trabajo es
común tanto al trabajo autoprogramable como al genérico: me refiero a la
flexibilidad. La estructura reticular de la empresa, el rápido ritmo de
la economía global y la capacidad tecnológica que permite el trabajo
on-line, tanto para individuos como para empresas, contribuyen al
surgimiento de un esquema flexible de empleo (pp. 113-114).
De
ahí que el horizonte profesional del trabajador se transforme también en
concordancia con el cambio organizacional que genera la nueva economía,
de forma tal que se configuran otros modos de comprender el
desenvolvimiento del trabajador en el contexto del mercado laboral y de
la producción de bienes y servicios:
La idea de seguir una
carrera profesional previsible, trabajando a tiempo completo en una
empresa o en el sector público, durante un largo período de tiempo y
bajo unas condiciones contractuales de derechos y obligaciones comunes a
casi todos los trabajadores, está desapareciendo de la práctica
empresarial, a pesar de su persistencia en algunos mercados de trabajo
muy reglamentados, así como en el menguante sector público (p. 114).
La propia idea del trabajo como proyecto de vida se transforma, y la
idea de trabajo “estable” queda relegada a los mercados de empleo
protegidos y al sector público. Se trata del tránsito de una forma de
empleo a otra, lo cual supone otras normas para las relaciones entre los
trabajadores y las empresas. Los nuevos modos de empleo se encuentran
emparentados con un conjunto de cambios sociales, especialmente de
carácter político y económico. En este contexto, la flexibilidad laboral
que caracteriza al trabajo contemporáneo se concibe como parte de otra
forma de organización social:
La flexibilidad laboral, los
modelos de empleo variables, la diversidad en las condiciones de trabajo
y la individualización de las relaciones laborales son características
sistémicas del
e-business. Desde este núcleo de la nueva
economía, las prácticas laborales flexibles tienden a difundirse por
todo el mercado laboral en su conjunto, contribuyendo a una nueva forma
de estructura social que he caracterizado con el concepto de “sociedad
red” (p. 115).
En suma, la transformación que ha sufrido el
trabajo representa sólo una parte de los cambios presentes en un
conjunto de transformaciones que se han evidenciado en las sociedades de
capitalismo avanzado. Dichas transformaciones se manifiestan en los
cambios organizacionales y tecnológicos que caracterizan a sociedades
cuyas formas convencionales de asociación están siendo reemplazadas por
la dinámica de las “redes”, es decir, sociedades que están abandonando
las formas de organización que cobijaron a la fuerza del trabajo durante
buena parte del siglo XX.
Estos aspectos forman parte de un
proceso general de racionalización de la economía industrial que apunta
incluso a “revolucionar” sus propia constitución. De acuerdo con Ulrich
Beck en
La sociedad del riesgo (1986), el sistema de trabajo que
surgió en el siglo XX se caracterizó por la estandarización de aspectos
como el contrato de trabajo, el tiempo y el lugar de ocupación. Dicha
estandarización se debilita a la vez que se desarrolla un triple proceso
de flexibilización del derecho laboral, del horario y de la
localización del trabajo. Mientras en el primer caso la diferencia entre
empleo y desempleo es clara, en el segundo la frontera entre ambos se
vuelve difusa y se hacen comunes formas de subempleo. En sus palabras:
La relación cooperativa del trabajo puede conseguirse ya actualmente,
por lo menos en ámbitos parciales, electrónicamente (administración,
oficinas técnicas de dirección de empresas, servicios); de ese modo se
descentraliza y puede decirse que se organiza “en localización difusa”,
“con independencia local”. Esa desconcentración espacial del empleo
puede tener lugar de muchas formas: desde la dispersión de la presencia
personal mediante nuevas redes distribuidas en secciones y equipos,
hasta el traslado de funciones parciales al trabajo a domicilio, total o
parcialmente electrónico. Pero las consecuencias son siempre idénticas.
La relación entre procesos de producción y trabajo social se
deslocaliza; la evidencia de que la cooperación directa significa
“trabajar conjuntamente en un lugar” queda alterada. Y así el sistema
ocupacional varía su aspecto de manera esencial. En lugar de la
configuración ocupacional del trabajo, desarrollado en grandes edificios
y fábricas, aparece una organización de la ocupación invisible (pp.
178- 179).
Como también afirma Castells, para Beck la
presencia de medios de comunicación electrónicos se correlaciona con el
surgimiento de prácticas organizacionales donde es común la ausencia de
limitaciones espaciales y temporales, lo cual contrae una nueva
definición de las relaciones de trabajo y, por tanto, otras formas de
regularización de las mismas. Paralelamente, esta forma de organizar el
trabajo tiene consecuencias directas para las condiciones de seguridad
del trabajador y, como contraparte, contrae una nueva distribución de
costos que favorece la generación de capital:
(...) junto con la división del tiempo laboral (útil para la generalización del
subempleo
y para la explotación del desempleo y no para el objetivo de un pleno
empleo), tiene lugar una redistribución de ganancias, de la seguridad
social, de las oportunidades de promoción y de la posición en la empresa
en el sentido descendente (...) En este aspecto, la política de tiempo
laboral es siempre una política de reconversión que crea nuevas
incertidumbres sociales y desigualdades (p. 179).
Estos hechos
se insertan en un proceso general de transformación de las
organizaciones sociales, el cual permite el cambio de una forma de
empleo estable a una forma de subempleo integrado socialmente:
Si consideramos conjuntamente las consecuencias de la estandarización
del tiempo y del espacio, podemos decir que se da el paso de un sistema,
propio de la sociedad industrial, del trabajo unificado, organizado
fabrilmente a lo largo de toda la vida, cuya alternativa radical es el
desempleo, a un sistema lleno de riesgos de subempleo más flexible,
plural y descentralizado que no reconoce el problema del paro (en el
sentido de desempleo). En este sistema, el paro está, por así decirlo,
“integrado” en las formas de subempleo y se intercambia por una
generalización de las inseguridades en el empleo que no conocía el
“antiguo” sistema de pleno empleo de la sociedad industrial (p. 180).
Por lo tanto, la ausencia de rigideces laborales, propio de un sistema
de “subempleo más flexible, plural y descentralizado”, conlleva formas
de precarización económica aceptadas por el paso a una sociedad
post-industrial. La noción de subempleo solapa la diferenciación entre
empleo y desempleo, entre trabajo formal e informal. Esto puede tener
consecuencias postivas y negativas al mismo tiempo. Si, por una parte,
puede superarse la brecha entre empleo y subempleo (con lo cual se
incluye al menos parcialmente a parte de la fuerza laboral que se
encuentra desocupada); también es cierto que se generalizan nuevas
formas de explotación económica del trabajador, tomando en cuenta que,
por ejemplo, las empresas se liberan de los costos asociados a asegurar
el bienestar de los trabajadores. Esta forma de organización del trabajo
tiene consecuencias para la concepción social del trabajo, e incluso
juega un papel disruptivo en las relaciones entre los gobiernos, las
empresas, la masa laboral y los sindicatos, tal como se establecieron en
las luchas laborales del siglo XX.
Apenas tomamos dos
referencias de los discursos provenientes de la academia y de las
ciencias sociales. La narrativa de las ciencias sociales plantea que los
cambios en el trabajo se deben a transformaciones más generales en las
formas de organización de la sociedad. Estas narrativas comparten
ciertas características con las ciencias sociales en general, y es que,
al descomponer los procesos sociales en factores determinados
teóricamente (como por ejemplo, el cambio tecnológico y organizacional),
suelen fijar su atención en aquellos aspectos más descriptivos – menos
profundos – del cambio social, con lo cual, finalmente, se reduce la
pregunta por el sentido de las tendencias sociales a una cuestión de
estructura. Para nosotros, los cambios en el trabajo son cambios en los
patrones y esquemas de generación del capital, y no deben confundirse
con las manifestaciones superficiales de dichos cambios.
Paralelamente, al referirse de forma acrítica a procesos sociales en
curso, la narrativa académica contribuye con la naturalización de las
relaciones sociales en general y de las relaciones entre el capital y el
trabajo en particular. De este modo, los cambios en el trabajo se
consideran – en el mejor de los casos – como parte de transformaciones
espontáneas
que están en curso en la sociedad (p.e. el tránsito de una sociedad
industrial a una sociedad post-industrial). Por lo tanto, no es posible
señalar los sujetos y las dinámicas específicas que inciden en las
transformaciones sociales, vistas sólo como macroprocesos. Desde el
enfoque positivista de esta narrativa, la transformación del empleo es
más un fenómeno abstracto que un proceso histórico, social y cultural
enmarcado en un momento y lugar particular.
La narrativa
académica sobre las condiciones del trabajo en el capitalismo de la
información, si bien proporciona insumos valiosos para el reconocimiento
de este fenómeno, requiere para su valoración los complementos del
diálogo de experiencias y de la reflexión crítica. Esto nos llevará de
la determinación abstracta de los procesos sociales a la arena de la
deliberación sobre los fines que encierran y sobre los consensos que
permitan confrontarlos. Dicha ampliación no es meramente teórica, sino
que representa la necesidad de superar el aislamiento entre la
producción académica y las vivencias políticas de los sujetos sociales
que se encuentran inmersos en tales cambios. En otras palabras, el
discurso académico está obligado establecer el diálogo con los
trabajadores (y no solamente con los empresarios) para salir de su
aparente aislamiento y lograr un nuevo nivel de madurez comprensiva.
Una fábula sobre el trabajo en el capitalismo de la información
Es posible que los lectores conozcan el vídeo
All Work and All Play (puede verse actualmente en la siguiente dirección:
http://www.youtube.com/watch?v=faYL6b4-vqQ).
Se trata de un vídeo que contiene una narrativa que representa el
sentido del saber y del trabajo en el contexto de la sociedad-red. En
cuanto que “narrativa” es una construcción discursiva que busca ilustrar
un conjunto de patrones presentes en la realidad laboral de la economía
digital. En otras palabras,
All Work and All Play es la “puesta en escena” de la concepción del trabajo en la sociedad capitalista de la información.
No está de más intentar extraer qué elementos integran el discurso de
esta narrativa. Un análisis del vídeo pone en manifiesto las siguientes
ideas:
- Existe un grupo social de personas alrededor de
los veinte años que son quienes mejor representan los cambios que ha
sufrido el trabajo en la era digital. Son conocidos como la “Generación
Y” o “ Millennials ” . Ellos “representan la nueva fuerza de
trabajo en el mercado global” y con su “mentalidad digital, fluida y
colectiva, están afectando la manera en que trabajaremos y produciremos
en el futuro”.
- Para este grupo lo más importante
es ganarse la vida profesionalmente haciendo “lo que les gusta”. Saben
hallar la relación entre el placer y el trabajo. Incluso, el “placer”
es lo que proporciona la medida del éxito del desempeño ocupacional.
Son parte de una nueva “economía creativa”, en la que la dinámica de
conexión a las redes define las relaciones laborales.
-
No pretenden integrarse en escalas jerárquicas y se relacionan con
los demás en términos de igualdad, puesto que consideran importante el
intercambio de conocimientos. Tienen la habilidad de identificar
información a través de fuentes diversas e informales – como internet –
y hallan satisfacción al “encontrar las cosas por sí mismos”. Les
gusta aprender y son atraídos por “el desafío de desarrollar y
participar de forma colaborativa”.
- La elección
profesional, más que una obligación, es resultado de su compromiso con
determinadas experiencias de vida. Un empleo es una forma de llevar
adelante un “propósito”, más que una obligación marcada por las
necesidades de estabilidad o de fortuna.
- La
movilidad digital, la posibilidad de trabajar desde sus casas y la
flexibilidad de horarios hacen que puedan atender sus trabajos en todo
momento y lugar. Esto también permite que personas con diferentes
estilos de trabajo puedan colaborar entre sí, y abre nuevas
oportunidades para quienes poseen talentos excepcionales. Los Millenials
tratan de mantener un perfil atractivo y actualizado en las redes
sociales, puesto que son canales que utilizan para comunicarse y
enlazar con nuevas oportunidades.
- La “flexibilidad
es el camino a seguir”. Prefieren proyectos que se encuentran en
transformación constante, y están a gusto en un mundo inacabado que les
estimula a adquirir nuevas habilidades. También necesitan “sentirse
autónomos”, cambian de orientación rápidamente y no permiten que
ninguna clase de arraigo los retenga. Viven en el presente, sin “la
ilusión de que el futuro puede ser controlado”. La razón es que
“quienes se adaptan mejor pueden evolucionar junto con los cambios”.
-
En resumen – nos alecciona el vídeo – debemos buscar nuestro
propósito en la vida y hacerlo realidad. “Hacer lo que nos gusta”,
“amar nuestro trabajo”, es lo que “nos pone en movimiento”, y es el
camino a una “vida plena”.
La categoría de los
Millenials
sirve como representación idealizada de un conjunto de prácticas
laborales y de hábitos cognitivos que supuestamente identifican a la
fuerza de trabajo de la sociedad de la información. Lo que constituye su
esencia es que los
Millenials son la base laboral de una
economía basada en la creación, la reproducción y el consumo de bienes
creativos. Se caracterizan por su interés en participar en proyectos en
curso, por su preferencia por la fluidez organizacional y por la
utilización de medios digitales que les garantizan independencia de
tiempo y lugar. El audiovisual explica que, en la medida en que la
fuerza laboral se encuentre mejor adaptada a aspectos como elasticidad
cognitiva, ubicuidad comunicacional, fluidez organizacional y
flexibilidad laboral, se encontrará también mejor integrada en la
“economía creativa”.
Como dice el vídeo: “la flexibilidad es el
camino a seguir”. La clave del audiovisual es la idea de
“flexibilidad”: fluidez cognitiva y productiva, ausencia de
restricciones organizacionales y utilización de medios digitales que
permiten el trabajo “a distancia”. No obstante, la propia idea de
“flexibilidad” es tan central en el vídeo como polisémica, y se aplica a
todas las dimensiones mencionadas dependiendo de la intención
narrativa. Ello no es fortuito, sino que quiere decir que se le otorga
un carácter central a la noción de “flexibilidad” vista desde diferentes
enfoques.
Luego de analizar el vídeo, podemos extraer cuatro dimensiones temáticas que ayudan a describir el objeto de este discurso:
-
Cognición: El audiovisual convierte en rasgos cognitivos los hábitos
que genera la búsqueda de información en la red, como por ejemplo la
lectura e interpretación a través de hipertextos, lo cual genera la
inclinación al “pensamiento asociativo”. Esto quiere decir que los Millenials
son un grupo que puede explotar eficientemente las nuevas tendencias
digitales de comunicación e intercambio de información, pero también
que sus propias formas de pensamiento se encuentran condicionadas por
la “textura” funcional de internet.
-
Comunicación: La posibilidad de comunicarse de forma permanente y
ubicua, facilitada por la mediación de la tecnología digital, permite
trabajar a distancia y bajo autonomía de horarios. Así mismo, sirve de
infoestructura para la independencia organizacional. Las redes sociales
y otras plataformas informáticas se convierten en espacios para la
articulación laboral y organizacional.
-
Organización: Se enaltece que el individuo no pretenda tomar parte en
proyectos estables, sino que prefiera integrarse transitoriamente en
emprendimientos en constante transformación. Esto quiere decir que
deberá adaptarse para tomar parte en un mercado de proyectos en
ebullición, en cuanto a ofertas de productos y oportunidades de
trabajo. Por otra parte, se elogia la capacidad de trabajo
colaborativo, que facilita el intercambio de conocimientos y la
producción a distancia, así como la no preferencia por estructuras
jerárquicas y rígidas, más afines con estructuras empresariales
tradicionales.
- Empleo: La estabilidad laboral
está prácticamente ausente, como resultado de los hábitos cognitivos de
los jóvenes, el impacto digital en las comunicaciones, la fluidez
organizacional y la ausencia de arraigo con respecto a emprendimientos
más o menos duraderos en el tiempo. Más bien, la estabilidad laboral es
vista como un vestigio de formas organizacionales precedentes, como
aquellas en las que se integraron los “Baby Boomers” y la “Generación
X”.
Si ordenamos estos temas, podemos
afirmar que el vídeo muestra que las nuevas dinámicas cognitivas,
generadas gracias a Internet, y el uso de medios digitales, que
proporcionan mediaciones técnicas y simbólicas entre las personas,
funcionan como estratos comunicacionales y técnicos de los cambios en
los que aparecen los
Millenials. Pero sobre todo, su papel es que
contribuyen con un soporte para las condiciones materiales en las que
se desenvuelve esta fuerza de trabajo: la fluidez organizacional y la
flexibilidad laboral. De tal forma que, para nosotros, la Generación Y,
un grupo descrito por los valores de fluidez cognitiva y ubicuidad
comunicacional, puede ser caracterizado en mayor medida por su
desarraigo con respecto a las organizaciones y a las normas de empleo
convencionales. De ahí que los
Millenials sean presentados en esta narrativa como una
evolución de las formas organizacionales que emergieron en el contexto social y económico de los “Baby Boomers” y de la “Generación X”.
Otro punto no menos importante que los anteriores es la dimensión de
los valores que guían a la Generación Y. El vídeo enaltece el principio
de “haz lo que te gusta” como valor ético de la fuerza laboral que es
motivada a integrarse en la economía creativa. Esto tiene sentido,
puesto que en la “nueva economía”, basada en la reproducción y consumo
masivo de bienes creativos, la producción de valor mercantil se
encuentra arraigada en la explotación del trabajo intelectual de los
empleados. De manera que lo que hace la narrativa es proporcionarle un
revestimiento ético a la participación de los trabajadores en esta forma
de generación de capital. Además, valores como el individualismo
vocacional y el desarraigo con respecto a una comunidad “presencial”
deberían formar parte de la subjetividad de la fuerza laboral. De esta
forma estarían preparados para asumir la dinámica del mercado de trabajo
basado, como hemos visto, en la flexibilización de las normas
laborales, del horario y del lugar de trabajo.
No obstante, si
por una parte se enaltece retóricamente el principio de “haz lo que te
gusta”, que sirve para la afirmación simbólica de la fluidez
organizacional y de la flexibilidad laboral, al cierre del vídeo se
manifiesta el principio darwinista de que sólo quienes se adapten a los
cambios podrán sobrevivir en el sistema. Por lo tanto, en esta versión
de la economía creativa, “hacer lo que te gusta” no es simplemente una
opción alentada por una concepción individualista de los proyectos de
vida. “Hacer lo que te gusta” resulta al cabo en una obligación que
contrae el respeto al imperativo capitalista de la flexibilización del
trabajo.
Como conclusión,
All Work and All Play es una
representación estética del discurso contemporáneo del trabajo en el
capitalismo de la información. Por lo tanto, es un ejemplo de la “puesta
en escena” de un discurso que busca justificar la precarización del
trabajo, en tiempos en que la economía capitalista se mueve hacia formas
más sofisticadas de explotación del trabajo intelectual y manual.
Existe una relación entre el discurso ético-estético del audiovisual y
el discurso académico. Como nos dicen los autores, el vídeo está basado
en diferentes investigaciones realizadas sobre el tema de los
Millenials.
De hecho, este concepto ha sido presentado en trabajos de corte
académico como los de Howe y Strauss (2000), aunque se ha convertido en
moneda corriente en el tratamiento mediático sobre la sociedad de la
información. En este sentido, el concepto encierra el carácter
reduccionista, prescriptivo y naturalizante que hereda de los estudios
“científicos” sobre el tema. Pero también posee un par de diferencias
interesantes. En primer lugar, tiene una dimensión estética que no puede
pasarse por alto. Está compuesto en base a productos mediáticos
audiovisuales (películas, vídeoclips), por lo cual toma partido de
imágenes populares (como los personajes de las películas de Hollywood) y
de canales bien conocidos (como
Youtube) para posicionar su
mensaje. En esta dimensión también es evidente la exaltación de la
juventud, convertida así mismo en producto comunicacional, para buscar
la identificación de los receptores con el mensaje.
Pero lo
más importante es que posee una dimensión motivacional que no resulta
evidente en el otro discurso: el vídeo busca convertirse en un ejemplo
de las creencias que deben internalizar quienes deseen formar parte de
la fuerza laboral de la “economía creativa”. De ahí que lo consideremos
como un discurso eminentemente ético-estético. En este sentido, utiliza
recursos comunicacionales para crear una imagen que sirva de ejemplo a
los trabajadores y muy especialmente a los más jóvenes. Cual producto de
marketing laboral, el audiovisual se propone condicionar las
expectativas y el comportamiento de los jóvenes que aspiran a labrarse
un futuro cumpliendo con los valores y las prácticas de la economía
capitalista de la información. Así como el discurso académico tiende a
la naturalización de los procesos sociales, el discurso ético-estético
contribuye con que la sociedad-red cobre sentido para los trabajadores
en cuanto que se convierte en parte de un proyecto de vida personal. Con
ello se los prepara, a la vez, para que comiencen a asimilar
activamente las imposiciones de un mercado laboral donde son comúnes las
prácticas que llevan hacia la precarización del trabajo.
El sabor de la precarización del trabajo en la boca de los trabajadores
La tercera narrativa la extraemos de la experiencia de algunos
trabajadores. Aquí tomaremos solamente una visión particular de las
experiencias posibles, pero que nos interesa mostrar como contraste con
las perspectivas que exploramos anteriormente. Si, desde un punto de
vista teórico, la transformación de las condiciones de trabajo responde a
los cambios en las dinámicas de las relaciones organizacionales y
económicas, para ciertos empleados la “nueva economía” contrae
condiciones de empleo – y de vida – que pueden ser claramente
reconocidas como una situación de inseguridad y de explotación. De esta
forma, la “flexibilidad laboral” se comprende con un cariz distópico
como “precarización del trabajo”, es decir, la pérdida de las
condiciones de seguridad y de bienestar laboral.
¿Cómo son las
condiciones en el sector de los empleados de la información? La
experiencia de algunos trabajadores parece m o strar el reverso de las
narrativas académica y estética sobre e l t r aba j o en la “nueva
economía”:
Todos los que trabajamos en el sector conocemos
bastante bien las “peculiaridades” de muchas de las empresas
relacionadas con el desarrollo de “software” y la consultoría
informática: subcontratación a mansalva, horarios abusivos y horas
extras “gratis”, proyectos mal planificados y con menos recursos humanos
de los que serían deseables, supeditación de los costes de un proyecto a
lo que el comercial “vende” al cliente, asignación de personal a
proyectos en clientes con una categoría superior a la que realmente
tiene el trabajador, desigualdades salariales escandalosas (Asorey,
2008).
Éstas son algunas de las circunstancias que surgen al
margen de los presupuestos básicos de la economía de la información, y
que devienen como consecuencia de prácticas como la subcontratación.
Pero a la vez, muestran la deriva de la relación entre el trabajo y el
capital en el mercado “real”, más allá de los “mundos ideales” de la
teoría y de la estética. La experiencia de estos trabajadores refleja
una opinión negativa sobre aspectos como la planificación de los
proyectos, las condiciones de horario y las dinámicas de organización,
como si se tratara de forzar un contraste con los valores de los
Millenials:
Los horarios de muchas personas son tan malos que dificultan mucho el
tener una vida personal y familiar satisfactoria. Los costes de los
proyectos muchas veces se disparan por una mala planificación, la alta
rotación de personal y el mantenimiento del software se complica mucho
cuando se programa con prisas y con una presión excesiva (ibídem).
Las
ventajas que proporciona el mercado a las empresas se traduce en una
racionalización de los costos en detrimento de la estabilidad
contractual de los trabajadores. Incluso existe posibilidad de tratar
los contratos de los trabajadores como otro tipo de mercancía, que se
coloca a disposición de la demanda de servicios informáticos, con el
valor adicional de que su comercialización genera ganancias para las
empresas . Este sector laboral es descrito como: “ un sector
'periférico' y 'descentralizado', vía externalización de servicios y/o
subcontratación”; donde algunas empresas “fundamentan sus ingresos en la
contratación de este personal, normalmente con poca experiencia y bajo
salario, con contratos temporales o por obra, que posteriormente son
revendidos a terceras empresas como profesionales altamente cualificados
y con una gran experiencia” (García, 2009) .
Al parecer, esto
responde a una práctica recurrente en el sector empresarial, que lo
utiliza como una forma de aprovechar la flexibilidad laboral para
generar ingresos. El surgimiento de estas prácticas parece delatar
precisamente algunas de las “consecuencias imprevistas” de la economía
postindustrial:
¿Como se ha llegado a esta situación? en lugar
de apostar por la innovación tecnológica, la formación continua y la
Informática de calidad, las Consultoras han convertido el sector en un
“juego de pillos”: estas empresas “cárnicas” - o también “charcuteras”,
si continuamos con el argot del sector - intentan vender a sus
trabajadores como si tuvieran más cualificación y/o experiencia de la
que tienen, y “colar” así los proyectos sin preocuparse por la calidad
de eśtos. Lo importante es que los clientes sigan necesitando la “carne”
que les proporciona por horas las “cárnicas”. En el otro lado, las
empresas matrices intentan pagar lo menos posible y desentenderse de la
Informática para ahorrarse el trabajo de gestionar su propia actividad
(ibídem).
Podemos preguntarnos hasta qué punto estas prácticas
responden a los axiomas de la “nueva economía”; y más importante aún, si
las mismas pueden reconocerse en la proyección ideal de una sociedad
postindustrial. Ciertamente, la generalización de estas prácticas forma
parte de una sociedad en la cual el subempleo es la regla de la
asimilación de la fuerza laboral en la economía. Pero así mismo, en
estas experiencias podemos intentar hallar una síntesis del “lado
obscuro” de las relaciones entre el capital y el trabajo en esta etapa
de desarrollo del mercado:
Estamos hablando de un sector donde
la subcontratación y la precariedad son absolutamente hegemónicas: la
subcontratación permite a las empresas matriz y a las consultoras
dividir sin mayores problemas a los trabajadores. Así, se fuerza
constantemente la negociación individual en vez de una colectiva, y los
trabajadores del sector consiguen subidas salariales cambiando
periódicamente de empresa. Las mejoras en las condiciones de trabajo son
en un gran número de caso aparentes, casi cosméticas, ya que al cobrar
por encima de convenio suele ir asociada la realización de un gran
número de horas extras sin remunerar, jornadas demenciales en la
finalización de plazos de entrega y responsabilidades por encima de la
categoría asignada al trabajador (ibídem).
Una dimensión
generalmente poco explorada del problema es hasta qué punto los propios
trabajadores ven como válidas las condiciones de empleo en las que se
desenvuelven: no solamente se consideran “aceptablemente bien pagados”
en comparación con otros sectores, sino que su ideal de autonomía
consiste en “replicar las malas prácticas de las empresas del sector”,
con lo cual se suman a las dinámicas de mercado que favorecen la
competencia y la precarización del trabajo (ibídem).
Además de
la contratación individualizada y de la subcontratación que imponen las
empresas, la concepción que tienen de sí mismo los trabajadores de este
sector juega un papel fundamental en la conservación del sistema: al
ser empleados en áreas del conocimiento, no se consideran trabajadores
ni explotados, ni poseen una conciencia asociativa que permita que las
iniciativas de organización colectiva sean corrientes. Más bien, el
individualismo parece más fuerte que la conciencia de sus condiciones
comunes. Tal es un efecto fomentado por las propias dinámicas de la
economía de la información, como el autoempleo, la competencia por las
plazas de trabajo, y las prácticas contractuales de las empresas del
sector (García, 2009) .
A principio de junio de este año
conocimos, a través de los medios de información, la huelga de los
trabajadores informáticos de HP en España, donde éstos reaccionaron
contra lo que, a su parecer, significaba un proceder abusivo por parte
de la empresa. Algunas medidas aplicadas por la misma incluían la
eliminación de los aumentos salariales, el incremento de la jornada de
trabajo, la reducción salarial obligatoria y el cumplimiento de horas no
remuneradas, entre otras. Uno de los comunicados iniciales del
movimiento para la huelga expone lo siguiente:
El caso de HP
muestra una vez más la forma como las grandes corporaciones lucran a
costa de las condiciones laborales y los puestos de trabajo de sus
plantillas. Con una previsión de crecimiento de cerca de un 10% para
2013, HP ha despedido en los últimos tres años a 260 personas en el
estado. No parece serle suficiente. El plan de recorte que ha puesto
ahora sobre la mesa supone la eliminación de incrementos salariales
anuales garantizados, la reducción del 10% del sueldo a parte de la
plantilla, una drástica reducción de compensaciones por guardia y horas
extras, realización de guardias obligatorias, 270 horas de jornada
irregular (el empresario cambia el horario cuando quiere), incremento de
la jornada al máximo legal y la eliminación de la jornada intensiva
1.
La iniciativa de reivindicación laboral se topó con la resistencia
activa de la plantilla gerencial y con los desacuerdos entre los
distintos grupos sindicales (finalmente esto fue lo que determinó el fin
de la huelga), a pesar de que durante unos siete días se logró
paralizar las actividades de la empresa (creándole inconvenientes con
sus contratantes), así como también movilizar a parte de los
trabajadores en piquetes y protestas de calle
2.
El proceso de huelga terminó con algunas pequeñas victorias para los
empleados: se pudo evitar la reducción salarial y el aumento de la
jornada laboral resultó inferior a lo previsto
3.
De todas formas, es evidente que el movimiento fue una experiencia
importante en el sentido de que generó un saldo organizacional positivo
para los trabajadores, y de que sentó un precedente que puede
reactivarse ante nuevas acciones unilaterales de la compañía. Por
cierto, la huelga tiene su bitácora en la web (
http://huelgahp.wordpress.com ) y también generó su propio reportaje audiovisual (
“ Hemos decidido organizarnos”, disponible en:
http://www.youtube.com/watch?v=u2MU_ghVigg )
Las medidas aplicadas por la empresa, aunque atentaron contra el
bienestar de los informáticos, se encuentran en el marco del “libre”
mercado laboral tal como lo conocemos hoy día. Igualmente, no parece que
se encuentren en contradicción con las prácticas de la “nueva
economía”. Esto no quiere decir que las medidas no sean cuestionables,
al contrario, pero deben cuestionarse en el contexto de las prácticas
que hacen que este tipo de acciones sean posibles. Por ejemplo, además
de la reducción unilateral de beneficios para empleados de la empresa,
es de cuestionar que la crisis económica se convierta en una fuente
adicional de recursos financieros para el mercado. En otras palabras,
que reducir los beneficios para los trabajadores resulta rentable. Como
afirma Ulrich Beck, la deslocalización y flexibilización de horarios
contrae otras relaciones entre los trabajadores y las empresas, lo cual a
su vez implica nuevas inseguridades para unos y nuevas oportunidades de
financiación para otros (1986, p. 179). También lo sienten así los
informáticos:
Cuando vean subir el beneficio laminando
nuestros derechos, condiciones y salarios que a nadie le quepa ninguna
duda que volverán. Porque somos un yacimiento de dinero, de negocio. No
somos ‘queridos colaboradores’. Porque recortarnos produce dinero
directo, porque despedirnos es rentable y porque si lo encuentran fácil,
¿por qué no volver a hacerlo? ¿Por ética?
4
Una narrativa basada en estos testimonios se propone sondear los
efectos de la flexibilización laboral a través de la experiencia de
algunos trabajadores vinculados con el sector. En esta narrativa, no se
desconoce que la flexibilización laboral pertenece a un conjunto de
prácticas de mercado que en algunos casos puede dar resultados
satisfactorios de acuerdo con las expectativas de los trabajadores, pero
al mismo tiempo se hace énfasis en los efectos perversos que pueden
tener dichas prácticas en las condiciones de vida de los empleados. En
ningún caso se ha llegado a contradecir los supuestos principales del
discurso académico sobre el tema, e incluso se ven reflejados algunos
valores del discurso ético-estético, aunque con una evaluación
ambivalente. Lo ideal sería que el reconocimiento del impacto de las
condiciones del mercado laboral en la vida de los trabajadores conduzca a
una reflexión profunda sobre la situación económica en general; por
ejemplo, que el movimiento de reivindicación de los empleados de HP
trascienda a un foro de discusión y de formulación de propuestas para
evitar las consecuencias indeseadas de las prácticas de mercado en todos
los trabajadores.
Esta narrativa muestra de qué forma la
realidad del mercado puede convertir los ideales de los discursos
precedentes en el relato del mal vivir de los profesionales del sector.
En esta narrativa, “flexibilidad” equivale a “precarización” y no es una
condición que pueda disfrutarse al abrigo de la esperanza de contribuir
con la consolidación de una economía postindustrial.
Conclusiones
La emergencia de las “nuevas” reglas de empleo ha sido supuestamente
impulsada por la aparición de una infraestructura tecnológica que
permite el intercambio de información de una forma que promete alto
tráfico de datos y costos bajos, lo cual vuelve obsoletos los modos
organizacionales de las empresas en las etapas anteriores. Pero en el
fondo, no se trata únicamente de cambios tecnológicos que permiten
cambiar la forma de organización del trabajo; sino de transformaciones
de gran escala en los patrones económicos de producción de bienes y
servicios, incubadas en el último tercio del siglo XX. De este modo, la
transformación del trabajo se encuentra enmarcada en los cambios que
progresivamente se han institucionalizado en los países del centro
capitalista como parte de la lucha social entre las empresas, el
mercado, el estado y los trabajadores.
A la vez, dichos cambios
han sido acompañados por la masificación de un conjunto de
construcciones simbólicas que buscan darle un significado aceptable a
los mismos. Las dos primeras narrativas que examinamos, cada una desde
su contexto discursivo, intentan proporcionarle sentido a las políticas
públicas y a las experiencias de los trabajadores en el capitalismo de
la información. Sea desde la perspectiva de la ciencia social
positivista o desde un enfoque estético, las narrativas dominantes
convergen en la naturalización de los procesos sociales y apuntan a
preparar a los trabajadores – especialmente a los jóvenes – para
construir un proyecto de vida como fuerza laboral de la “nueva
economía”. De este modo, tiende a ser excluida la reflexión crítica
sobre las causas y las implicaciones de que la economía capitalista se
oriente hacia formas de generación de capital basadas en la producción y
el consumo de bienes intangibles. Aspectos aparentemente tan disímiles –
pero afines – como el endurecimiento de la protección a la propiedad
intelectual, la expansión de los patrones de la economía financiera y la
flexibilización del derecho laboral dificilmente pueden ser vistos como
fenómenos relacionados entre sí, a pesar de que se encuentran
arraigados en la cultura jurídica del neoliberalismo.
Pero como
hemos visto, existe poco qué elegir en este sistema. Si bien la ética
(mercadotécnica) de la sociedad-red alienta a los jóvenes a seguir una
vocación personal, se les advierte tácitamente que la estabilidad
laboral representa un vestigio de un modelo económico superado, y que
sólo quienes admitan las normas del trabajo de la economía creativa
“evolucionarán con los cambios”. Dicha ética sirve como cubierta para el
despliegue de un modo de producción que se basa en la explotación del
trabajo con vistas a la sustentación de una economía que requiere la
diversificación de la oferta y el incremento del consumo de mercancías.
La “nueva economía”, la “economía del conocimiento”, donde el valor
comienza a ser creado en mayor medida por el conocimiento en comparación
con los factores de producción convencionales, requiere un discurso
legitimador que ayude a que los trabajadores acepten pasivamente que sus
proyectos de vida se encuentran determinados por las dinámicas
vacilantes del capital. El discurso académico hace algo similar, en
tanto que tiende a transmitir la idea que las manifestaciones concretas
de esta etapa del capitalismo se deben a tendencias objetivas y
universales, cuando lo cierto es que pertenecen al dominio de las
transformaciones políticas, económicas y culturales de las sociedades
capitalistas.
La cuestión no es tanto discutir sobre lo
positivo o negativo de difundir los valores de otra forma de economía.
El problema de fondo es político. Una vez que se acepta la precarización
del trabajo como norma y que se admite que forma parte integral de los
procesos orgánicos de la sociedad es muy difícil poder dar marcha atrás.
De ahí que el discurso a favor de la flexibilización laboral,
independientemente de que se encuentre arraigados en tal o cual
fundamento técnico o económico, contribuyen a crear un problema
político. Las primeras narrativas que revisamos se encuentran
consustanciadas con las tesis a favor de la precarización del trabajo,
una estrategia que está causando consecuencias impactantes en todas las
sociedades de la esfera capitalista.
Quizá una alternativa, tal
vez utópica, se haya asomado en la tercera narrativa. Parece necesario
encontrar las formas para generar el diálogo que sirva para revertir los
efectos del discurso del mercado en la conciencia (potencialmente)
colectiva de los trabajadores de la información. Los técnicos suelen
preferir el dominio de la instrumentación y de la eficiencia. El mercado
de trabajo ha convertido a muchos de ellos en agentes para la
mercantilización de su propia capacidad de trabajo. Pero es importante
que encuentren espacio para el diálogo y el pensamiento crítico; para
así caer en cuenta de que la racionalidad actual del mercado laboral no
es un fenómeno
eterno sino que es también una forma de
instrumentación, basada en el interés egoísta de algunos sujetos
históricos, y que puede encontrar su rival en formas de conciliación más
incluyentes y mucho más solidarias que éstas. En un momento de madurez
posterior, este diálogo debe conducir a una forma de deliberación y
movilización que apunte a cuestionar directamente los fundamentos del
sistema.
Hoy, como en tiempos de la primera revolución
industrial, lo que anhela el mercado es poder hacer uso de las masas de
trabajadores atomizados y sin conciencia. La respuesta no puede
consistir sólo en repetir los esquemas de concertación entre el capital y
los trabajadores, aunque sea necesario reivindicar dichos esquemas,
sino que también debe encontrar su rumbo en la democratización radical
de las “normas” que supuestamente rigen el mercado de trabajo. Pero la
democratización del mercado laboral no es más que una dimensión parcial
de procesos más integrales que deben apuntar a generar cambios para
contrarrestar los efectos de la desnacionalización de la política y de
la economía en los países del centro y de la periferia capitalista. Más
allá de un cambio de reglas, lo que debe favorecerse es un cambio de
sistema. De allí que no sea posible pensar en la economía ni en la
tecnología en los términos actuales, sino que deben hallarse las
fórmulas para re-establecer el diálogo que permita redefinir el
propósito social de dichas categorías. La reconstrucción del consenso
político en torno al lugar de la economía, la tecnología y el mercado es
un prerrequisito para la formulación de nuevas alternativas de vida
para el devenir de las sociedades de la órbita capitalista.
Referencias
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http://blogs.publico.es/informatica/53/explotados-encorbatados/
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Box1824.
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http://www.youtube.com/watch?v=faYL6b4-vqQ
Castells, M. (2001).
La galaxia internet. España: Areté.
García, D. (2009, 16 de julio). “Deus ex machina. Reflexiones en torno
al sindicalismo y el sector de la Informática”. Disponible en:
http://info.nodo50.org/Reflexiones-en-torno-al.html
Howe, N. y Strauss, W. (2000).
Millennials Rising: The Next Great Generation. Knopf Doubleday Publishing Group.
El autor es Politólogo y Licenciado en Letras. Investigador del Centro
Nacional de Desarrollo e Investigación en Tecnologías Libres (CENDITEL –
República Bolivariana de Venezuela). Bitácora: http://reflexiontecnologica.wordpress.com.
1“'Esto
es la gota que ha colmado el vaso'. Sindicalismo en el sector de la
Informática” (04 de junio de 2013). Disponible en:
http://info.nodo50.org/Huelga-indefinida-en-Hewlett.html
2“Huelga indefinida HP: 7 días que cambiarán el sector TIC” (11 de junio de 2013). Disponible en:
http://anticapitalistas.org/spip.php?article28535
3“HP: concluye la huelga en España” (10 de junio de 2013). Disponible en:
http://es.kioskea.net/news/16334-hp-concluye-la-huelga-en-espana
4“Duras medidas contra los trabajadores de HP. Reaccionemos”. (24 de mayo de 2013). Disponible en:
http://huelgahp.wordpress.com/2013/05/24/3/
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