sábado, 19 de octubre de 2013

Contaminación, cáncer pulmonar y desarrollismo industrial criminal y antihumano




Se consideraba que la contaminación ambiental aumentaba las probabilidades de enfermedades cardíacas, respiratorias y cerebrovasculares. No era poco. Pero aún hay más. Aunque no es una novedad total. Lo señalado ha sido comentado y defendido de una u otra forma en multitud de estudios científicos en los últimos años. Pero ahora es un organismo reconocido internacionalmente quien apoya y abona una hipótesis ya muy contrastada. “Es el carcinógeno ambiental más importante, más que el tabaquismo pasivo”. “La contaminación ambiental en espacios abiertos causa cáncer pulmonar” [1]. Son afirmaciones de la OMS. La Organización Mundial de la Salud, nada sospechosa de indocumentación o izquierdismo, ya calificó el hollín del diésel como cancerígeno en junio de 2012 (recuérdese que en nuestras ciudades la mayor causa de la contaminación del aire urbano es el tráfico rodado).
Es lo que muchos sospechábamos, lo que muchos intuíamos. Sin poder establecer ninguna relación causa-efecto. Teníamos, tenemos, los muertos muy cerca de nosotros… y muy presentes.
La Agencia Internacional de Investigación Oncológica (IARC), que ha revisado más de 1.000 artículos publicados en revistas científicas de primera categoría, declaró el pasado jueves que “la contaminación aérea es un carcinógeno” (junto a peligros conocidos como el asbesto, el tabaco o radiación ultravioleta). Y no cualquier cancerígeno: "Consideramos que este es el carcinógeno ambiental más importante, más que el tabaquismo pasivo", ha afirmado Kurt Straif, el titular del departamento de la IARC que evalúa las sustancias causantes de cáncer. Uno de sus principales riesgos son las pequeñas partículas que pueden depositarse en los pulmones.
La IARC ha clasificado la contaminación ambiental en el nivel 1, el más alto en la escala. Es el de las sustancias sobre las que no cabe duda razonable, duda científica, de su peligrosidad. Es más que una conjetura ocurrente y más o menos feliz.
“Aunque la composición de la contaminación y los niveles de exposición varían radicalmente entre unas zonas y otras, las conclusiones son válidas para todas las regiones del mundo”, afirmó también la IARC. Los estudios demuestran que, a mayor exposición, el riesgo de cáncer va aumentando.
Ya anteriormente, la Agencia Internacional de Investigación Oncológica había considerado como carcinógenos algunos de los componentes de la contaminación ambiental (las emanaciones del diésel por ejemplo, como es sabido). Pero es ahora la primera vez -¡la primera!- que considera la contaminación ambiental, en general, como causante de cáncer.
Ya en 2010 se señaló que se registraban –no que hubieran tan sólo- más de 220.000 muertes por el cáncer asociado a la contaminación ambiental.
Se ha detectado también un vínculo con un riesgo ligeramente mayor de cáncer vesicular.
Straif señaló razonablemente que "esto es algo que tienen que atender los gobiernos y las agencias ambientales". Añadió: "La gente por cierto puede contribuir haciendo cosas como no conducir un automóvil grande de diésel, pero esto requiere políticas mucho más amplias de las autoridades nacionales e internacionales".
Francesca Dominici, que no participó en el estudio de la IARC, profesora de bioestadística en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, ha comentado: "Uno puede escoger no beber ni fumar, pero no puede controlar si va a estar expuesto o no a la contaminación ambiental. Uno no puede decidir no respirar” [2]
La explicación del mecanismo de Pedro Pérez Segura (Sociedad Española de Oncología Médica, SEOM): “La inhalación continuada de estas partículas va dañando las células que recubren nuestro sistema respiratorio y llega un punto en el que se acumulan deficiencias genéticas lo que hace que las células proliferen de manera descontrolada y, al final, puede aparecer el tumor”.
¿Dónde están esas políticas públicas, nacionales e internacionales, para proteger a la ciudadanía? ¿Debemos seguir admitiendo la conversión de nuestras ciudades en centros de contaminación, cáncer y muerte? ¿Todo sea por el “desarrollo”? ¿Qué desarrollo sostenible, qué noción del buen vivir subyace a todo esta apuesta? ¿Es también eso el lado oscuro de eso que llamamos “civilización occidental”?

PS: La clasificación de las sustancias de la IARC (toma pie en el artículo de Elena Sevillano en El País):
Grupo 1. Sustancias cancerígenas. En la lista hay 111 elementos. Entre ellos, amianto, benceno, la radiación solar y el formaldehído.
Grupo 2A. Probables carcinógenos. 66 sustancias, como el glicidol.
Grupo 2B. Posibles carcinógenos. 285 sustancias. Entre ellas, cloroformo, DDT.
Grupo 3. No clasificable. 505 sustancias: aciclovir, diazepam, sulfitos...
Grupo 4. Probablemente no cancerígeno: caprolactam.

Notas:
[1] http://hosted.ap.org/dynamic/stories/E/EUR_MED_CONTAMINACION_CANCER_SPHL-¿SITE=AP&SECTION=HOME&TEMPLATE=DEFAULT&CTIME=2013-10-17-08-55-33
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/10/17/actualidad/1382037937_929878.html
http://www.abc.es/sociedad/20131017/abci-contaminacion-aire-cancer-201310171314.html
http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2013/10/17/81659647-contaminacion-ambiental-causa-cancer-confirma-la-oms
[2] El riesgo de cáncer de una persona depende, por supuesto, de numerosas variables: la herencia genética, la exposición a sustancias peligrosas, estilo de vida relacionado con cuestiones con consumo de alcohol, tabaquismo y ejercitación.

Salvador López Arnal es miembro del Front Cívic Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra, director Jordi Mir Garcia).
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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