jueves, 31 de octubre de 2013

EE.UU. espía a diferentes países del mundo en tiempo real



rt.com


El periodista colaborador del diario 'El Mundo', Germán Aranda, en una entrevista con RT afirmó que posee un documento que muestra cómo EE.UU. espía a diferentes países del mundo en tiempo real.
"Tenemos un documento que muestra que EE.UU. sigue en tiempo real el espionaje en cada uno de los países y especifica que al clicar en el nombre de cada país aparece un gráfico automáticamente y en tiempo real sobre el país que está siendo espiado".

Aranda llama la atención sobre el hecho de que la colaboración que muestra España con los servicios de inteligencia de EE.UU., "no coincide con lo que dijo el director de la NSA de que los gráficos eran falsos y que esos datos eran entregados por los países a EE.UU.". En este sentido, el periodista aclara que según esos documentos "España sería el país que está siendo observado, y no quien recolectó la información".

Asimismo, Aranda subrayó que "lo que revelamos nunca compromete la seguridad de EE.UU., […] lo que ponemos sobre la mesa es el abuso, el exceso", añadió, por lo que el colaborador de 'El Mundo' afirma no sentirse en peligro, a pesar de haber sacado a la luz esta información.

El escándalo del espionaje masivo por parte de EE.UU. en Europa adquirió ayer una nueva dimensión, al aparecer revelaciones que apuntan a la colaboración por parte de los servicios de inteligencia europeos en esos programas.

Un espionaje llevado a cabo por EE.UU. con total impunidad, en opinión de Aranda, quien asegura que "es muy difícil pedir sanciones a la mayor potencia del mundo y pararle los pies a esa gran fuerza que tienen". No obstante, esa impunidad puede no durar para siempre, puesto que estas revelaciones no se conocían hasta ahora y "tal vez la presión internacional pueda cambiar las cosas", concluye el periodista español.

Fuente: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/110016-filtraciones-eeuu-espia-tiempo-real

Tomó su fusil, perdió las piernas, los brazos y el pene. David Swanson

Ver como pdf 31-10-2013

Reseña

War Is a Crime

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

El nuevo libro de Ann Jones: They Were Soldiers: How the Wounded Return from America's Wars - The Untold Story [Fueron soldados: Cómo vuelven los heridos de las guerras de EE.UU.] es devastador, y casi incomprensible si se considera que prácticamente toda la muerte y la destrucción en las guerras de EE.UU. son del otro lado. Desde el punto de vista estadístico, lo que les pasa a los soldados estadounidenses no es casi nada. En términos humanos, es abrumador.
¿Conocéis a una persona joven que considere la posibilidad de alistarse en las fuerzas armadas? Dadle ese libro.
¿Conocéis a una persona que no trabaje para terminar con la guerra? Dadle ese libro.
Jones nos presenta claramente la alternativa en la introducción:
“Contrariamente a la opinión común en EE.UU., la guerra no es inevitable. Tampoco ha existido siempre. La guerra es una invención humana –una acción organizada, deliberada, de un tipo antisocial– y en el prolongado espacio de la vida humana sobre la Tierra, bastante reciente. Durante más del 99% del tiempo que los seres humanos han vivido en este planeta, la mayoría de ellos nunca han librado una guerra. Muchos lenguajes ni siquiera tienen una palabra correspondiente. Apagad CNN y leed antropología. Ya veréis.
“Es más, la guerra está obsoleta. La mayoría de las naciones ya no hacen guerras, excepto cuando son presionadas por EE.UU. para que se unan a alguna ‘coalición’ espuria. La tierra es muy pequeña y nuestro tiempo en ella es muy breve. Ninguna otra nación en el planeta hace la guerra tan a menudo, tanto tiempo, con tanto vigor, de un modo tan costoso, tan destructivo, tan derrochador, tan insensato, o con tan poco éxito como EE.UU. Ninguna otra nación convierte la guerra en su ocupación”.
Jones comienza su libro con esa característica que distingue la guerra: la muerte. Los militares de EE.UU. asignan especialistas en “Asuntos Mortuorios” para deshacerse de los muertos. Se deshacen de su propia cordura al hacerlo. Y primero se deshacen de su apetito. “La carne al grill en el comedor huele de un modo muy parecido a cualquier marine quemado, y se puede llevar el olor de los muertos en una bocamanga manchada mientras se levanta un tenedor a la boca, solo para bajarlo rápidamente”. Gran parte de los muertos –como la bazofia en el comedor– es carne irreconocible. Solían tirarla en los vertederos, hasta que un artículo en el Washington Post lo convirtió en un escándalo, ahora la tiran al mar. Muchos de los muertos son el resultado de suicidios. Asuntos Mortuorios limpia los sesos del WC portátil y saca el rifle para que los demás soldados no tengan que verlo.
Luego llegan, en cantidades mucho más grandes, los heridos, el segundo capítulo de Jones. Un cirujano cuenta que en Irak los soldados estadounidenses “tenían heridas graves, pero las heridas estaban todavía en el cuerpo”. En Afganistán, los soldados pisaban en minas y en artefactos explosivos improvisados mientras caminaban, no conducían. Algunos son literalmente destrozados. Otros pueden ser recuperados en pedazos reconocibles. Otros sobreviven. Pero muchos sobreviven sin una o dos piernas, uno o dos testículos, el pene, un brazo, ambos brazos, o con una herida en el cerebro, o una cara arruinada, o todo lo mencionado. Un doctor describe la emoción de un equipo quirúrgico la primera vez que tiene que remover un pene y “mirar cómo parte al contenedor de desperdicios quirúrgicos”.
“A principios de 2012”, escribe Jones, “3.000 soldados [estadounidenses] fueron muertos por artefactos explosivos improvisados en Irak y Afganistán, y 31.394 heridos. Entre los heridos hubo más de 1.800 soldados con daños severos en sus genitales.” Los doctores tratan primero las extremidades de un soldado herido, después sus genitales, y más adelante su cerebro.
De vuelta en EE.UU., dos jóvenes padres y “dos hermosas muchachas adolescentes” suben “para sentarse en las plataformas acolchonadas al centro de la pieza. Se mueven con la sobriedad vacilante del choque. Los asistentes llegan con una camilla en la que yace un bulto en una sábana de franela. Toman las puntas de la sábana y colocan el paquete sobre la plataforma en medio de la familia. Lo bajan cuidadosamente y luego comienzan a abrir el envoltorio. Allí, revelado, devuelto a la familia, se encuentra el hijo, su niño, no muerto, pero sin ambos brazos, ambas piernas, y alguna parte –es imposible saber cuánto– de su torso inferior. El director lanza un alegre saludo: ‘¡Hola Bobby! ¿Cómo te va hoy?’ Bobby trata de responder pero no emite ningún sonido. Se desploma sobre la plataforma, una cabeza demacrada, ojos llenos de miedo, su pecho enflaquecido bajo una camiseta del EJÉRCITO…”
Sé todo lo que puedas ser
Durante el entrenamiento te ordenan que entres a una cámara de gas tóxico y que seas expuesto a un poco. Si Asad entrenara a sus soldados de esa manera, asesinaríamos a medio millón de sirios para desquitarnos. Pero el entrenamiento militar de EE.UU. es entrenamiento en servilismo ciego, usualmente resentido de modo adecuado cuando es demasiado tarde. Aumentan tus probabilidades de morir, ser herido, abrumado por sentimientos de culpa, traumatizado, convertirte en homicida, o en suicida. Jones recuenta la historia de un soldado que asesinó a dos prisioneros iraquíes, volvió a casa convencido de que era un asesino, colocó las dos placas de identificación de los iraquíes muertos, enrolló dos veces una manguera alrededor de su cuello y se colgó. Veintidós por día: es la cuenta de suicidios de veteranos según el Departamento de Asuntos de Veteranos. La tasa es 4,7 veces superior a la normal, según la investigación de Austin-American Statesmen de veteranos de Texas. Eso no incluye coches y motocicletas alocadamente chocados. Y no cuenta la epidemia de sobredosis de drogas que debieran solucionar el problema.
¿Cómo ayudar ante semejante sufrimiento? Los terapistas solían pedir a la gente que hablara y ahora le piden que tome drogas. En los dos casos, no le piden que encare honestamente su culpa. Entre 2001 y 2007 los homicidios cometidos por soldados estadounidenses en servicio activo y veteranos aumentaron un 90%. Los militares buscan problemas en las vidas de las familias de soldados para explicar problemas semejantes, como si todos comenzaran repentinamente a casarse con las parejas equivocadas justo cuando su país los envía a la guerra más estúpida de todos los tiempos. Jones cuenta la historia de un marine que mató a su esposa pero mantuvo su cuerpo en el sofá para mirar televisión con él durante semanas. “Maté a la única muchacha que me amó”, se lamentó posteriormente. Es muy probable que haya matado a otras personas que también eran queridas – solo lo había hecho en un contexto en el cual algunos lo elogiaron por haberlo hecho.
Un guerrero herido cuenta a Jones que ama la guerra y ansía volver a ella. “Sacarles la mierda. Es lo más divertido. Me encanta”. Ella response: “Creo que lo dices en serio”, y él dice: “¡No me digas! Estoy tratando de educarte.” Pero un oficial del ejército más viejo tiene un punto de vista diferente: “He estado en el ejército 26 años”, dice, “y te puedo decir que es un timo”. La guerra, cree de un modo al estilo de Smedley Bluterich, es una manera de hacer que un pequeño grupo de personas “se enriquezca monumentalmente”. Dice que sus dos hijos no servirán en las fuerzas armadas. “Antes de que eso suceda, los mataría yo mismo”. ¿Por qué? “La guerra es absurda”, dice. “Los muchachos no saben nada mejor. Pero el que un hombre adulto sea atrapado en guerras estúpidas – es embarazoso, es humillante, es absurdo.”
David Swanson es autor de War Is A Lie y Daybreak: Undoing the Imperial Presidency y de Forming a More Perfect Union. Sus blogs: http://davidswanson.org y http://warisacrime.org 
Fuente: http://warisacrime.org/content/got-his-gun-lost-his-legs-arms-and-penis


El negocio de Estados Unidos es la guerra. William J. Astore

Aumentar tamaño del texto Disminuir tamaño del texto Partir el texto en columnas Ver como pdf 31-10-2013

El desastre del capitalismo en el campo de batalla y en la sala de reuniones


TomDispatch

Traducido para Rebelión por J. M.

Soldados de la División Aerotransportada 101 de pie junto a un afgano sospechoso de conexiones con los talibanes en Lakaray, Afganistán, 14 de abril de 2013. (Foto: Sergey Ponomarev / The New York Times)
Hay una nueva normativa en Estados Unidos: el gobierno puede cerrar, pero las guerras continúan. El Congreso no puede ser capaz de aprobar un presupuesto, pero los militares de EE.UU. todavía pueden lanzar incursiones de comandos en Libia y Somalia. La guerra de Afganistán puede proseguir, Italia puede ser guarnecida por tropas estadounidenses (depositando el "imperio" de vuelta en Roma), África puede ser utilizado como un parque de deportes imperial (como en el siglo XIX "pelea por África", pero con los EE.UU. y China dando la pelea en esta ocasión), el complejo militar-industrial todavía puede dominar el comercio de armas en el mundo.
En los pasillos del Congreso y del Pentágono, la ocupación es la de siempre, si tu definición de "ocupación" es el poder y los beneficios que obtiene de la constante preparación y procesamiento de las guerras en todo el mundo. "La guerra es una estafa”, la famosa declaración del General Smedley Butler, del año 1935, y hasta ahora es difícil estar en desacuerdo con un hombre que tenía a su favor dos Medallas de Honor del Congreso, y estaba íntimamente familiarizado con el imperialismo estadounidense.
La guerra es política, ¿verdad?
Alguna vez, siendo un oficial en servicio en la Fuerza Aérea de los EE.UU., me enseñaron que Carl von Clausewitz había definido la guerra como una continuación de la política por otros medios. Esta definición es, de hecho, una simplificación de su libro clásico y complejo, On War, escrito después de sus experiencias en la lucha contra Napoleón a principios del siglo XIX.
La idea de la guerra como continuación de la política es a la vez moderadamente interesante y peligrosamente engañosa: interesante porque conecta la guerra con los procesos políticos y sugiere que se debería luchar por objetivos políticos. Es engañoso porque sugiere que la guerra es esencialmente racional y por lo tanto controlable. La causa del problema aquí no es de Clausewitz, sino los militares estadounidenses por interpretarlo mal y simplificarlo demasiado.
Tal vez otro "Carl" podría echar una mano a la hora de ayudar a los estadounidenses a entender lo que la guerra es realmente. Me refiero a Karl Marx, que admiraba a Clausewitz, sobre todo por su idea de que la batalla es a la guerra lo que un pago en efectivo es el comercio. Sin embargo rara vez los combates (o los pagos) suelen ser la culminación y los árbitros finales del proceso.
La guerra, en otras palabras, se resuelve por medio de matanzas, una operación sangrienta que imita la explotación del capitalismo. Marx considera esta idea a la vez sugerente y llena de significado. Así deberíamos hacerlo todos.
Siguiendo a Marx, los estadounidenses deberían pensar en la guerra no sólo como un ejercicio extremo de la política, sino también como una continuación del comercio de explotación por otros medios. Combatir como comercio, hay más en ese concepto que una simple aliteración.
En la historia de la guerra, este tipo de transacciones comerciales tomaron muchas formas, ya sea como territorio conquistado, botines llevados lejos, apropiación de materias primas o ganancias de mercado compartidas. Considere las guerras estadounidenses. La guerra de 1812 a veces se presenta como una pelea menor con Gran Bretaña, que implicó la ocupación temporal y la quema de nuestra capital, pero en realidad se trataba de doblegar a los indios en la frontera y hacerse de sus tierras. La Guerra con México fue otra apropiación de tierras, esta vez en beneficio de los dueños de esclavos. La Guerra Española-Americana era una usurpación de tierras para los que buscaban expandir el imperio estadounidense en el extranjero, mientras que la Primera Guerra Mundial fue para que el mundo fuera "seguro para la democracia" y para los intereses comerciales estadounidenses a nivel mundial.
Incluso la Segunda Guerra Mundial, una guerra necesaria para detener a Hitler y el Japón imperial, fue testigo de la aparición de los EE.UU. como reserva de la democracia, del poder dominante en el mundo y el nuevo imperio sustituto de un Imperio Británico en quiebra.
¿Corea? ¿Vietnam? Un montón de beneficios para el complejo militar-industrial y gran poder para el establecimiento del Pentágono. ¿Irak, Oriente Medio, las aventuras actuales en África? Petróleo, los mercados, los recursos naturales, la dominación global.
En calamidades sociales como la guerra, siempre habrá ganadores y perdedores. Pero los ganadores claros suelen ser empresas como Boeing y Dow Chemical, que proporcionaron los bombarderos B-52 y el Agente Naranja, respectivamente, a los militares de EE.UU. en Vietnam. Estos "comerciantes de armas" – un término viejo más honesto que el de "contratista de defensa" de hoy - no tienen que perseguir la laboriosa venta cuando la guerra y sus preparativos se han vuelto tan permanentes, indisolublemente ligados a la economía estadounidense, la política exterior y la identidad de nuestro país como una tierra agreste de "guerreros" y "héroes" (más sobre esto en algún momento).
La guerra como capitalismo del desastre
Considere una definición más de la guerra: no como una política ni siquiera como comercio, sino como una catástrofe social. Pensando de esta manera, podemos aplicar los conceptos de Naomi Klein sobre la “doctrina del shock " y con ella el “capitalismo del desastre". Cuando ocurren estas catástrofes, siempre hay quienes tratan de obtener algún beneficio.
La mayoría de los estadounidenses, sin embargo, no se animan a pensar en la guerra de esta manera, gracias al poder de lo que llamamos "patriotismo" o, en un extremo, "hiper patriotismo" extremo cuando se aplica a nosotros, y el significativamente más negativo "nacionalismo" o "ultra -nacionalismo" cuando aparece en otros países. Durante las guerras, se nos pide "apoyar a nuestras tropas", agitar la bandera, poner primero al país, respetar el ideal patriótico de servicio desinteresado y sacrificio redentor (incluso si sólo el 1% de nosotros tiene el espíritu del servicio o el sacrificio).
Estamos desalentados para la reflexión sobre el incómodo hecho de que, como "nuestras" tropas se sacrifican y sufren, otros en la sociedad se benefician en grande. Tales pensamientos se consideran impropios y antipatrióticos. No prestes atención a los especuladores de la guerra, a las empresas que pasan como perfectamente respetables. Después de todo, vale la pena pagar cualquier precio (o beneficios ofrecidos) para contener al enemigo, que hasta no hace mucho tiempo, era la amenaza roja, pero en el siglo XXI, es el terrorista asesino.
La guerra siempre es rentable. Piense en la Lockheed Martins en el mundo. En su comercio con el Pentágono, así como los ejércitos de otras naciones, buscan en última instancia, el pago en efectivo de sus armas y un mundo en el que esas armas serán eternamente necesarias. En la búsqueda de la seguridad o la victoria, los líderes políticos con mucho gusto pagan el precio.
Digamos que es el circuito de retroalimentación marxista/ Clausewitz o la dialéctica de Carl y Karl. También representa el matrimonio eterno del combate y el comercio. Si no se captura todo el significado de la guerra, por lo menos debería recordarnos hasta qué punto la guerra como desastre del capitalismo está impulsada por el lucro y el poder.
Para una síntesis, sólo tenemos que pasar de Carl o Karl a Cal, esto es el presidente Calvin Coolidge. "El negocio de Estados Unidos son los negocios", declaró en los años veinte. Casi un siglo después, el negocio de América es la guerra, aunque los presidentes de hoy son demasiado educados para hablar de que el negocio está en auge.
Héroes de la guerra de Estados Unidos como mercancías
Muchos jóvenes de hoy están, de hecho, en busca de una liberación del consumismo. En la búsqueda de nuevas identidades, un buen número a su vez se vuelcan al ejército. Y lo provee. Los reclutas son aclamados como guerreros y combatientes, como héroes, y no sólo dentro del ejército, sino por la sociedad en general.
Sin embargo, al unirse a las fuerzas armadas y siendo aclamadas por ese acto, nuestras tropas se convierten, paradójicamente, en una mercancía más, en otro fungible del estado. Más aún, son consumidos por la guerra y la violencia. ¿Su remuneración? Ser envasados y comercializados como los héroes de nuestro tiempo militarizado. Steven Gardiner, un antropólogo cultural y veterano del Ejército de EE.UU., ha escrito elocuentemente sobre lo que él llama el "heroico masoquismo" de los enclaves militarizados y su atractivo para la juventud estadounidense. Dicho de manera sucinta, al tratar de escapar de un consumismo que ha perdido su significado y buscar una liberación de trabajos sin futuro, muchos voluntarios se transforman en adalides de la violencia, buscadores y causantes de dolor, una dura realidad que los estadounidenses ignoran todo el tiempo que esa violencia se actúa en el extranjero en contra de nuestros enemigos y de las poblaciones locales.
Tales identidades "heroicas", tan estrechamente vinculadas a la violencia en la guerra, a menudo resultan poco adecuadas para la escena en tiempo de paz. La frustración y desmoralización llevan a la violencia doméstica y el suicidio. En una sociedad estadounidense con cada vez menos puestos de trabajo significativos en tiempos de paz, y que exhibe cada vez mayor polarización de la riqueza y las oportunidades, las decisiones de algunos veteranos que se vuelcan o vuelven a las diferentes drogas que aturden la mente, la violencia visible es trágicamente predecible. Eso se debe a la mercantilización explotadora que tantos heroicos de la violencia causan en nuestro nombre y en definitiva es una realidad que la mayoría de los estadounidenses están contentos de olvidar.
Usted puede no estar interesado en la guerra, pero la guerra está interesada en usted
Como observó sucintamente el revolucionario ruso León Trotsky: "Usted no puede estar interesado en la guerra, pero la guerra está interesada en usted". Si la guerra es combate y comercio, calamidad y materias primas, no puede dejarse solo en manos de nuestros líderes políticos, y, ciertamente, tampoco en nuestros generales. Cuando se trata de la guerra, aunque la veamos como muy lejos de nosotros, todos somos de alguna manera clientes y consumidores. Algunos pagan un alto precio. Muchos pagan un poco. Algunos ganan mucho. Mantenga un ojo en estos pocos y usted va a tener una apreciación más aguda de lo que la guerra realmente es en todo su conjunto.
No es de extrañar que nuestros líderes nos digan que no nos preocupemos en nuestras cabecitas sobre nuestras guerras. Sólo apoya a las tropas, ve de compras, y sigue agitando esa bandera. Si el patriotismo es el último refugio del canalla, también es el primer recurso de los que buscan movilizar clientes para el próximo ejercicio sangriento en el combate como comercio.
Sólo recuerde: en la gran ganga que es la guerra, ahí está su producto y su beneficio. Y eso no es negocio para los Estados Unidos ni como objetivo para el mundo.
Fuente: http://www.truth-out.org/news/item/19530-the-business-of-america-is-war-disaster-capitalism-on-the-battlefield-and-in-the-boardroom

miércoles, 30 de octubre de 2013

El mundo sin Estados Unidos



IPS Noticias


WASHINGTON, 29 oct 2013 (IPS) - En su libro “The World Without Us” (El mundo sin nosotros), un éxito de ventas de 2007, el periodista Alan Weisman imagina al planeta Tierra regenerándose tras la desaparición de los seres humanos.
Ilustración de 1920 en la que James Montgomery Flagg retrata la situación posterior a la Primera Guerra Mundial, aunque la imagen de un Tesoro agotado resulta bastante actual. Crédito: Dominio público.Ilustración de 1920 en la que James Montgomery Flagg retrata la situación posterior a la Primera Guerra Mundial, aunque la imagen de un Tesoro agotado resulta bastante actual. Crédito: Dominio público.
Los rascacielos se desmoronan y los puentes colapsan en los ríos, pero prevalecen los bosques primigenios y los búfalos vuelven a deambular.
Es una visión optimista del futuro… si uno es un búfalo o un delfin o una cucaracha. No más guardias forestales. No más enormes redes de arrastre o pesticida d-Con.
Pero no es un futuro tan grandioso si uno es un ser humano. En su perspectiva desapasionada y no centrada en las personas, el libro de Weisman está diseñado para sacudirnos en nuestra ingenua presunción de que siempre estaremos, independientemente de las amenazas existenciales que cubren nuestros hombros cual túnica de Neso.
Por algún motivo, la evolución nos ha hecho incapaces de afrontar nuestra propia desaparición. Es casi como si nunca pudiéramos equilibrar nuestra chequera o planear nuestras vacaciones a menos que consideremos a las armas nucleares, el cambio climático y las pandemias simplemente como otra serie de “cucos” que nos dejan con el Jesús en la boca pero que siempre desaparecen con la luz del alba.
Ahora pasemos de lo existencial a lo geopolítico. ¿Cómo sería el mundo sin Estados Unidos?
El reciente cierre de las oficinas del gobierno hizo que muchos se plantearan un mundo en el que Estados Unidos no llegara a desaparecer pero colapsara sobre sí mismo. Centrado en las cuestiones internas, Washington cancelaría la Pax Americana -o Pox (“sífilis”) Americana, como les gusta decir a los antiimperialistas- y renunciaría a su rol de policía y financiero del mundo.
¿Estaría el mundo económicamente mejor? Como ocurre en el universo hipotético de Weisman, cómo responda uno esta pregunta depende en gran medida de quién uno es. Los estadounidenses sin dudas nos beneficiamos de la hegemonía económica y militar de nuestro país: nuestra huella de carbono, nuestro producto interno bruto por persona, nuestro poderoso dólar, nuestra dependencia del inglés como idioma del mundo por defecto.
Nosotros damos todo esto por sentado. Sin embargo, quienes no son estadounidenses pueden sentir de modo un poco distinto. Como el búfalo, los delfines y las cucarachas en un mundo sin seres humanos, afuera de Estados Unidos todos pueden muy bien aplaudir el fin del superpoderío estadounidense.
En la cúspide de la reciente crisis política en Washington, un artículo de opinión publicado en inglés por la agencia china de noticias Xinhua llamó a que “el ofuscado mundo empiece a considerar construir un mundo ‘desestadounizado’”.
El texto reiteró muchos argumentos que suenan conocidos. Estados Unidos “ha abusado de su estatus de superpotencia y sembrado aún más caos en el mundo, desviando los riesgos financieros al exterior, instigando las tensiones regionales en medio de disputas territoriales y librando guerras injustificadas bajo la fachada de mentiras descaradas”.
La solución, según ese editorial, es fortalecer a la Organización de las Naciones Unidas, crear un sustituto del dólar como divisa global y dar más poder a las economías emergentes en las instituciones financieras internacionales. Todas estas sugerencias parecen sensatas.
Pero, como destacan varios analistas estadounidenses, este provocativo ensayo no necesariamente refleja la opinión del gobierno chino. Beijing sigue dependiendo del poderío económico de Estados Unidos, ya sea bajo la forma de consumidores estadounidenses o de liquidez de Wall Street.
Y en la medida en que Estados Unidos combate el terrorismo, controla las rutas marítimas del mundo y continúa limitando en mayor o menor medida las ambiciones de sus aliados claves en Asia Pacífico, China también depende del poderío militar estadounidense.
Las autoridades chinas valoran la estabilidad interna, regional e internacional. En otras palabras, quieren preservar un entorno en el que puedan perseguir su objetivo principal: el crecimiento económico interno. Si puede conseguir un aventón gratuito en el todoterreno estadounidense, blindado y devorador de combustible, China se subirá a bordo alegremente. 
Pero si el todoterreno empieza a interferir con su crecimiento económico, su estabilidad política y sus intereses nacionales, se bajará. Por ahora, después de que un acuerdo legislativo evitó la cesación de pagos (“default”) y puso fin al cierre de las oficinas del gobierno, se aplacaron los reclamos chinos de “desestadounidización”.
Pero el estancamiento político que vive Washington de ningún modo ha terminado. Y los problemas estructurales que en la última década estuvieron en la raíz del declive de Estados Unidos continúan vigentes.
La mayoría de los observadores de ese declive, desde Paul Kennedy a Fareed Zakaria, comparten en general la misma ambivalencia que China. Consideran que el deterioro de Estados Unidos es relativo y gradual, y que hay que hacer un duelo por él en ausencia de una alternativa viable.
Lo mismo podría decirse de las naciones latinoamericanas, que durante mucho tiempo condenaron el imperialismo estadounidense. Las últimas señales de este conflicto tuvieron que ver con el asunto Edward Snowden y las revelaciones de que la Agencia de Seguridad Nacional vigilaba las comunicaciones más allá de sus fronteras.
Pero, como China, América Latina depende mucho del comercio con Estados Unidos, de ahí que también sea ambivalente en relación al declive de Estados Unidos.
Algunos de quienes participan en este debate, por supuesto, no tienen ninguna ambivalencia en absoluto. El documental “El mundo sin Estados Unidos”, dirigido por Mitch Anderson en 2008, describe el estado de anarquía que reinaría si en el futuro un presidente progresista recortara el presupuesto militar y retirara soldados de todo el mundo.
La película se basa particularmente en las elogiosas valoraciones que el historiador británico Niall Ferguson realiza de la hegemonía estadounidense. En un punto, Ferguson sugiere que una retirada militar de Estados Unidos probablemente enviaría al mundo por el mismo sendero de destrucción que experimentó Yugoslavia en los años 90.
La Unión Europea fue irresponsable entonces, y continúa siéndolo hoy. No se ha ofrecido ningún otro garante de paz. Solo China se avecina en el horizonte, y el filme termina con imágenes de explosiones nucleares en Japón, Taiwán y Corea del Sur, presumiblemente causadas por misiles chinos lanzados tras la partida de las fuerzas estadounidenses de la región.
En el libro de Alan Weisman, el bosque original prevalece sobre el mundo otrora civilizado. En la película de Mitch Anderson, las fuerzas primigenias de la anarquía dominan un mundo al que antes volvía estable la presencia militar de Estados Unidos.
Es, en muchos sentidos, una película peligrosamente tonta. Estados Unidos apoyó a muchos dictadores en nombre de la estabilidad. Generamos una inestabilidad considerable –en Afganistán, en Iraq– cada vez que eso fue funcional a nuestros intereses. Nuestra estabilidad es a menudo injusta: nuestra inestabilidad es devastadora.
Además, disminuimos nuestra presencia militar en América Latina y la región prosperó. Redujimos la presencia de nuestros soldados en Corea del Sur, legendario detonante de conflictos, y en la península no se desató la anarquía. Finalmente estamos clausurando muchas bases de la era de la Guerra Fría en Europa, y Europa está en calma.
Recuerden: el mensaje real del libro de Weisman es que todavía hay cosas que podemos hacer, como seres humanos, para cooperar más con la naturaleza e impedir el Apocalipsis. De modo similar, Estados Unidos puede tomar medidas positivas para evitar que el escenario mundial se balcanice.
No es cuestión de designar un sucesor como guardián mundial o de enfrentarse con China para impedir que Beijing se pare en nuestros zapatos. No se trata de encerrarnos y poner mala cara porque el mundo ya no quiere cumplir nuestras órdenes.
Estamos en el mundo, no hay manera de escapar a eso. Así como los seres humanos deben reconfigurar su relación con la naturaleza, Estados Unidos debe reconfigurar su relación con el mundo. En los dos peores escenarios, las únicas ganadoras serán las cucarachas.
John Feffer es codirector de Foreign Policy In Focus.
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2013/10/columna-el-mundo-sin-estados-unidos/

Iraq, Diez años de ocupación

Portada :: Iraq
Aumentar tamaño del texto Disminuir tamaño del texto Partir el texto en columnas Ver como pdf 30-10-2013





Nos sorprendió que entre las imágenes que nos llegaron sobre las protestas civiles contra el gobierno en Iraq, aparecían varias en las que podían leerse pancartas reivindicativas en castellano. Después, nuestros contactos nos revelaron que no se trataba de un error ni de una manipulación de esas que se hacen fácil con los photoshops de turno. Las pancartas en castellano con las que el pueblo iraquí trataba de llamar la atención internacional, eran la muestra de que un pueblo no olvida fácilmente la solidaridad de otro. Y fíjense que hablamos aquí de pueblos y no de estados, ni de países, ni de gobiernos. Los iraquíes recordaban las manifestaciones españolas en contra de la participación de su ejército en la invasión a Iraq y como estas protestas fueron clave para que las tropas españolas abandonaran después el país. Así que para los nuevos tiempos, nuevos y duros tiempos que corren, hicieron uso de esta memoria para llamar a la solidaridad. Nosotros tratamos de hacernos eco de esa llamada.
Diez años después de que una funesta coalición de países occidentales, capitaneada por EEUU y escoltada por Reino Unido y España invadiera Irak, entrevistamos a dos compañeros que residen en nuestro país desde la 1ª guerra del Golfo. Amín y Bahira Abdulatif, ambos iraquís y dedicados al mundo de la enseñanza, nunca han perdido el contacto con su gente, su cultura y su casa, a pesar de las enormes dificultades que Irak ha sufrido en los últimos tiempos. Aunque las entrevistas se realizaron por separado, hacemos coincidir aquí sus testimonios con la idea de elaborar un documento más completo de lo que ha supuesto la última década de invasión y guerra en su país.
Antes de adentrarnos en la historia reciente, hacemos un poquito de contextualización para conocer mejor el lugar del que vamos a hablar. Irak está situado en una de las zonas más fértiles del mundo. Sus dos grandes ríos el Tigris y el Éufrates forman junto con el Nilo en Egipto, la llamada Media Luna Fértil, cuna de civilizaciones desde la antigüedad remota. Colinda con Turquía, Siria, Jordania e Irán y tiene salida al golfo Pérsico, situándose de este modo en una geografía fundamental dentro del llamado Próximo Oriente.
Amín define el Irak histórico como un crisol de culturas donde han convivido siempre varias religiones (musulmanes chiitas y sunnitas, cristianos, judíos) y diferentes nacionalidades (como kurdos, sirios, armenios). “Las diferencias culturales que se dan son las normales de la geografía y los ritos de cada tradición.” Para comprender la configuración de la sociedad iraquí también se debe tener en cuenta el importante papel que las tribus, que podríamos definir como clanes familiares, siguen teniendo a día de hoy. “Mantienen su antiguo sistema donde la justicia se establece y se administra entre ellos.”
El análisis histórico lo comenzamos en la época de la dictadura de Sadam Hussein. Como buena dictadura militar sólo existía un partido político, el Baath, defensor de la unidad nacional, laico y de criterio panarabista de cara al exterior. Bajo estas directrices políticas “los problemas que uno podía tener en Irak no eran relativos a la religión o las tribus sino sencillamente en si se era fiel al régimen o no,” problemas bien serios, todo hay que decirlo. El estado se sostenía sobre el comercio del petróleo nacional. “Esto ocurre en varios países del golfo, donde fuertes dictaduras establecen un férreo control social garantizando a su población gracias al negocio del crudo, una estabilidad que proporciona una educación y sanidad gratuita, puestos de trabajo, acceso de las mujeres a la universidad…” así ocurría también en Irak.
A comienzos de su régimen, Sadam era bien visto por las potencias internacionales. Tanto fue así que en plena Guerra Fría recibió ayuda tanto de EEUU como de la URSS para luchar contra el Irán del fundamentalista Jomeini. Tras una guerra que duró casi una década (1980-88) y dejó cerca de un millón de muertos, el vecino Irán quedó destrozado pero Sadam no estaba del todo satisfecho. “Quería anexionarse Kuwait como premio por su apoyo en la lucha contra Jomeini, de este modo se convertiría en una superpotencia petrolera.” Ante la negativa de sus aliados decidió invadir Kuwait por cuenta propia en 1991, lo que dio lugar a la llamada primera guerra del Golfo. La derrota iraquí supuso la llegada de los fuertes embargos al régimen y las políticas de intervención de los EEUU. “Los embargos multiplicaron durante años el precio de los elementos básicos dejando la economía en manos del contrabando.”
Empieza entonces a urdirse una trama para acabar con el régimen de Sadam definitivamente. Las grandes petroleras mundiales se apresuran a blindar sus contratos y la CIA comienza a trabajar en la desestabilización del país. Para ello la maquiavélica inteligencia estadounidense se pone en marcha aplicando su conocido modus operandi que queda resumido en el viejo lema divide y vencerás. Bahira lo explica. “La idea es romper la estabilidad del país fomentando la división interna. Aunque el partido del régimen era laico, los yankis llegan con la historia de que Sadam es un sunita que favorecía a los suyos y discriminaba al resto de la población. De este modo se puede presentar a chiitas y curdos como víctimas. Esta es la perversa idea; favorecer a unos luego a otros con la intención de que surja la división y el enfrentamiento y poder sacar beneficio del caos que se genera.”
Esta siniestra estrategia repercute en todos los ámbitos de la sociedad. En el religioso se extiende la confrontación entre musulmanes sunitas y chiitas, haciendo que otras potencias extranjeras se vean interesadas en promover el conflicto, por ejemplo la vecina Irán. Mientras que en Irak la proporción de estas dos tradiciones islámicas era de aproximadamente un 60% de sunitas y un 40% chiitas, Irán es mayoritariamente chiita (90% frente al 10%). Las tribus de las que hablamos al principio, también van a tener un importante papel en la división del país y la desestabilización del régimen. Muchas de las negociaciones e intervenciones extranjeras se realizan a través de ellas.
Finalmente en 2003, tras toda una campaña mediática internacional acusando al régimen de Sadam Hussein de fabricar armas de destrucción masiva y colaborar con Al Kaeda, se produce la invasión de Irak. Para entonces las divisiones que se han ido fomentando se manifiestan a todos los efectos y se va configurando qué posición tomarán las diferentes facciones. “La resistencia contra la invasión estuvo compuesta por motivaciones de diverso signo. Hay quienes quieren la imposición de un gobierno estrictamente musulmán, quienes defienden el régimen de Sadam, quienes rechazan ambas posturas o quien simplemente alberga un enorme afán de venganza.” De este modo, por un lado encontramos sunníes y chiíes laicos que luchan contra los yanquis. También Al kaeda, que empieza a funcionar por primera vez en Irak gracias al caos que genera la guerra y combate a los estadounidenses y a las milicias colaboracionistas chiíes que financiaba Irán. A la resistencia se unen además todos aquellos que sufren agresiones y humillaciones por parte de las tropas invasoras contra sus familias, en sus propios hogares. “El odio antiamericano crece, puede que estuvieras en contra del régimen pero lo que es seguro es que jamás estarás del lado del invasor. Por su parte los estadounidenses se dedican a perseguir a todo seguidor del Baath, incluso a quienes no pertenecen al aparato de gobierno ni tienen delitos de sangre.”
Toda esta compleja maraña de intereses y facciones fue tremendamente simplificada y distorsionada por los medios de comunicación occidentales. Un ejemplo son los atentados con coche bomba que aparecían casi a diario en los medios atribuyéndose de forma invariable al Kaeda, cuando atentar atentaban todos; yanquis, iraníes, la resistencia… “Pero lo importante es que no se entienda nada porque así uno no se puede formar un criterio y tomar una postura. Y por si acaso está la censura; una sangrienta censura que se cobró la vida de 360 periodistas.”
Hoy en día Irak sigue sumido en el caos. A pesar de que se nos vende un país estable, la verdad es que se encuentra al borde de una guerra civil, nos dice Amín. Además según Bahira “la invasión no ha desaparecido, siguen siendo un país ocupado. Tras años de muerte y destrucción, ahora la crisis les ha hecho retirarse militarmente (aunque hay tropas al acecho en Qatar y Kuwait) pero no políticamente, han quedado 16.000 funcionarios estadounidenses en el país.” Tampoco a nivel de infraestructuras ha desaparecido la invasión extranjera. “Todo el mundo sabe el negocio que supone levantar un país tras una guerra, para un colegio que cuesta construirlo 100 mil dólares, firman presupuestos por 10 millones en contratos que se adjudican a empresas estadounidenses.” Empresas que confían su protección a exmilitares y mercenarios reciclados en grandes agencias privadas de seguridad.
Son estas cosas que vienen con el nuevo sistema que se impone tras la invasión, la democracia que se nos vende como el mejor de los sistemas de gobierno. Y de este modo se forma un gobierno elegido a dedo por los yanquis, en unas elecciones donde subvencionaron las campañas de candidatos opuestos y con la Clinton arreglando “desajustes” electorales. “Presionaron en primer lugar para formar un consejo de gobierno repartiendo escaños como quien reparte caramelos: 4 a los sunitas, 5 a los chiitas, otros 4 a los laicos… Ah! Y dos para las mujeres, así en general, como si esto tuviera sentido alguno… este es el pensamiento colonialista.”
En 2006 un desconocido, elegido totalmente por sorpresa surge como presidente. Nadie de los muchos opositores a Sadam que regresaron del exilio lo conocía. Bahir explica, “Nadie lo ha elegido. Sin embargo el presidente es Numi Al-Maliki, chiita, pro-iraní que misteriosamente tiene el visto bueno tanto de EEUU como de Irán, enemigos íntimos, que al parecer aparcan sus diferencias cuando se trata de Iraq.” Los yanquis han colocado como presidente al representante de un grupo fanático y sin cultura que es servidor de Irán. Amín corrobora, “Lo han colocado al frente de un gobierno oscuro e inaccesible, que no se muestra al pueblo, que no ha sido elegido legítimamente y que no proporciona al país ninguna estabilidad.” Durante las primeras elecciones, si se pueden llamar así, los sunníes al suroeste del país no reconocieron a Maliki ni participaron en las elecciones porque seguían resistiendo a los invasores. Esto provocó un fuerte enfrentamiento entre diferentes grupos religiosos que dejó miles y miles de muertos. Todo esto sucedía mientras las tropas estadounidenses estaban en el país. Pero sus interese reales son otros.
“La actual embajada estadounidense se trasladó al antiguo ministerio del petróleo, una zona superprotegida. Iraq es de un claro valor estratégico dentro de la geopolítica mundial y lo es también por sus reservas de petróleo.” A pesar de ello los yanquis se venden como mediadores de un conflicto entre sunnís y chiitas que o bien no existe realmente o que en su mayoría ha sido provocado por ellos mismos. Para acabar de arreglar la situación la UE se suma dócilmente a la corriente y otorga carácter de socio al gobierno de Maliki. “Del mismo modo y echando por tierra todo el esfuerzo en política internacional de los últimos 50 años y toda su credibilidad, la ONU envía a sus representantes para reforzar la figura del presidente. Un presidente elegido por invasores y en contra de la voluntad del pueblo al que gobierna.”
Un pueblo que por increíble que pudiera parecer, sigue a día de hoy saliendo a la calle a protestar. “Es la sociedad civil -cuenta Bahira- la misma que sale en Egipto, en Túnez, mayoritariamente de izquierdas pero sin etiquetas, sin clasificaciones. Es el pensamiento de las nuevas generaciones árabes que están desarrollando una nueva conciencia, todavía inocente, pero que representa mucho más que cualquier partido político. Piden que se respeten los derechos humanos, democracia, laicismo, justicia contra los corruptos y criminales.”
Cuando el pueblo sale a protestar Maliki responde a la gente que se trata de lacayos de Al Kaeda y de partidarios del Baath, peligrosos terroristas que conspiran contra el país. Lo que en realidad pretende esta gente es la amnistía para las decenas de miles de personas que llevan 7 u 8 años en prisión, sin juicios, sin cargos, sólo por protestar contra el gobierno. Hay torturas y muertes en las comisarias de Maliki…” ¿Qué ha cambiado? ¿Hemos pasado de una dictadura laica a otra teocrática?”
Pero a Bahira esta cuestión le preocupa aún más. “Irak ha sufrido muchísimo y no sólo estos diez últimos años. La dictadura fue muy feroz… pero la gente pensó que veríamos la luz y hemos pasado de un túnel a otro. El problema es que a Sadam se le criticaba y Maliki tiene el apoyo de todos. Aun así hay que seguir luchando por la justicia y el pueblo iraquí lo seguirá haciendo.”
Al despedirse Amín tiene un recuerdo para los refugiados iraquís, tantos y tan largos años lejos de su casa. “En nuestra historia no ha habido una sola generación que no haya conocido la guerra… Los refugiados serán vistos como cobardes o colaboradores si vuelven, por ello muchos no quieren o simplemente no pueden volver y ayudan a sus familias como pueden… Él, que es refugiado, manda mis mejores deseos para el pueblo de Irak.”
Fuente original: http://radiomalva.org/
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Deseo, ciencia y arte




Nos encontramos en el apartado 2 de la introducción de Lecciones sobre la estética de G.W.F. Hegel. Expondré uno de sus fragmentos, donde se explica los diversos modos en que puede relacionarse el espíritu con lo sensible. La clave para aprender el pensamiento de Hegel es pensar como él lo hizo, esto es, pensar con sus categorías. Durante la exposición iré intercalando algunas aclaraciones sobre el contenido de las categorías que Hegel pone en circulación en su discurso. Al mundo exterior lo denomina de tres modos: lo sensible, ser ahí y ser ahí sensible. Al hombre lo denomina como espíritu, que para nosotros será equivalente a pensamiento y lenguaje. Diremos que el hombre es un ser espiritual en tanto está dotado de pensamiento y lenguaje. Como el ámbito donde Hegel va estudiar estos problemas preferentemente será el de la percepción, presentará al hombre en cuanto singular y a las cosas también en tanto singulares. Al hombre no solo lo presentará en cuanto singular sino también en cuanto singular sensible. No hay dos personas iguales como no hay dos mesas iguales. En ese sentido entenderemos lo de singular.

La relación de deseo

La primera forma de comportamiento del espíritu con las cosas es la del deseo. En este caso el hombre no se dirige a las cosas como pensador con determinaciones universales sino según sus impulsos e intereses singulares. Yo puedo relacionarme con la carne de dos modos: como biólogo dotado de conceptos o como comensal. En el primer caso, al relacionarme conceptualmente con la carne, opero con determinaciones universales, mientras que en el segundo caso son mis impulsos e intereses alimenticios los que mandan en la relación. Añade Hegel que el hombre se mantiene en las cosas en cuanto las usa y las consume; y que opera, mediante el sacrificio de dichas cosas, su autosatisfacción. En la relación de deseo hago uso de las cosas y satisfago mis necesidades. El uso de las cosas es el sacrificio de las cosas.

Hegel distingue entre la apariencia superficial de las cosas externas y su existencia sensible-concreta. Para ver claro esta diferencia solo tenemos que comparar la fotografía de una manzana, donde solo tenemos la apariencia superficial cromática de la manzana, con una manzana real, donde además de su apariencia superficial tenemos su cuerpo. Así que por existencia sensible-concreta entenderemos la existencia de las cosas en tanto unidad de cuerpo y apariencia. A este respecto dice Hegel –siempre hablando de la relación de deseo –que al hombre no le basta con meras pinturas de las maderas que quiere usar o de los animales que quiere comer.

En la relación desiderativa Hegel señala otro aspecto muy importante: el hombre no deja al objeto subsistir en su libertad, pues su impulso le apremia a superar esa autonomía y libertad de la que en apariencia están dotadas las cosas externas, y demostrar que éstas son ahí para ser destruidas y consumidas. Así también se comportan los predadores con sus presas, como cualquier animal con su medio de alimentación. Todos los seres vivos demuestran que los otros son ahí para ser destruidos y consumidos. Pierden así su autonomía y su libertad. Pero todo lo que alcanza al objeto termina por alcanzar al sujeto. Y esto lo advierte Hegel: Tampoco el sujeto, víctima de los intereses limitados, mezquinos y singulares de sus deseos, es libre en sí mismo, pues no se determina a partir de la universalidad y racionalidad esenciales de su voluntad.

Deseo y arte

El hombre no se encuentra con la obra de arte en la relación de deseo. La deja existir libre para sí como objeto, no quiere consumirla ni destruirla, pues la obra de arte solo es para la faceta teórica del espíritu. Por eso, aunque la obra de arte tiene existencia sensible, carece, no obstante, de existencia concreta sensible. En los bodegones de Cezanne vemos frutas amontonadas dispuestas sobre platos; existen sensiblemente porque podemos percibirlas visualmente, pero carecen de existencia sensible concreta, no podemos tomarlas entre las manos y comérnosla. En el deseo deben darse las cosas en su existencia sensible concreta, mientras que en las obras solo se dan en su existencia superficial.

La relación teórica


El segundo modo en que lo dado exteriormente puede ser para el espíritu es la relación teórica con la inteligencia. El hombre al examinar teóricamente las cosas no tiene interés en consumirlas en su singularidad, todo lo contrario: su afán es conocerlas en su universalidad. El deseo reclama las cosas en su singularidad, mientras que la teoría las reclama en su universalidad. Al examinar las cosas teóricamente el hombre quiere además encontrar su esencia y ley internas, y concebirlas según su concepto. Nada de eso interesa al hombre en tanto mantiene con las cosas una relación de deseo.

Pero si se busca la universalidad, la esencia y la ley interna de las cosas, no debemos pensar el sujeto en tanto singular, esto es, en tanto está bajo el dominio de sus impulsos e intereses materiales, sino en tanto en él predominan la razón y el pensamiento. Y así, aunque parte de lo sensible y de lo particular, el sujeto no se queda ahí, sino que transforma lo dado exteriormente en algo abstracto, en algo pensado. Los conceptos transforman en ocasiones tanto las cosas que al final del proceso teórico nada tienen que ver con su apariencia sensible. Lo que sucede es que estamos tan acostumbrados a pensar en términos conceptuales que no nos damos cuenta de hasta qué punto en las ciencias hacemos abstracción de la existencia aparente y concreta de las cosas. Les pongo un ejemplo. Uno de los conceptos fundamentales de la mecánica es el de punto material. Por esta denominación se entiende un cuerpo cuyas dimensiones se pueden despreciar al describir su movimiento. Supongamos que ese mundo material sea la Tierra. Aquí, a juicio del físico, solo está haciendo abstracción de las dimensiones del planeta azul, pero en verdad se está haciendo abstracción de un número infinito de cosas: ciudades enteras con toda su riqueza material y cultural, animales y plantas en toda su inmensa variedad, y un sinfín de cosas más. Y piensen que la física se entiende como una de las ciencias que no va más allá de lo dado, que no se adentra en el terreno de la metafísica, pero en verdad epistemológicamente no es así: su nivel de abstracción es enorme. Sólo quería que tomaran conciencia de hasta qué punto los conceptos hacen abstracción no solo de la apariencia sensible de las cosas sino de muchas de sus esencias.

Deseo, ciencia y arte


En lo que se refiere a la relación entre arte y deseo, afirmaremos que el interés artístico se distingue del deseo práctico porque el primero deja subsistir el objeto en su independencia y libertad, mientras que el segundo lo destruye en su propio provecho. Y en lo que se refiere a la relación entre el interés artístico y el interés científico afirmaremos esto otro: el primero centra su interés en la existencia singular del objeto, mientras que el segundo centra su interés en las determinaciones universales del objeto.

El poder del arte frente a la ciencia y la filosofía

Lo sensible constituye un aspecto fundamental del arte, pero no en la modalidad de la existencia concreta sensible, tal y como lo demanda el deseo, sino en su modalidad de superficie y apariencia sensible. El espíritu no busca en lo sensible de la obra de arte la completud interna que demanda el deseo ni las determinaciones universales que capta el concepto. Quiere presencia sensible, pero liberada del andamiaje corporal que reclama el deseo. El deseo demanda un cerdo de carne y huesos con todas sus vísceras –a esto se refiere la expresión “completud interna” –, mientras que el arte sólo demanda la apariencia cromática y superficial del cerdo. Por eso en la obra de arte lo sensible es elevado a mera apariencia. Es importante destacar que en el arte la apariencia se presenta como una elevación respecto de la existencia sensible concreta de las cosas.

El arte de halla a medio camino entre el deseo y la ciencia. Su superioridad respecto del deseo se basa en que desarrolla una sensibilidad espiritual, pues hace que el hombre no busque la destrucción del objeto sino su conservación. Y su superioridad respecto de la ciencia consiste en que no se volatiza en pensamientos y conceptos abstractos, sino que sigue conservando al objeto en su existencia sensible. Ahí reside el gran poder del arte: es un objeto para el espíritu con existencia sensible. De ahí, como muy bien destaca Hegel, que lo sensible del arte solo se refiere a los dos sentidos teóricos de que disponen los seres humanos, la vista y el oído, y no a los sentidos prácticos: el olfato, el gusto y el tacto. El hecho de que el espíritu se vista de lo sensible, que es lo que proporciona el arte, es lo que ha dado a la religión cristiana todo su inmenso poder sobre las masas; pues durante toda la edad media el arte en tanto arquitectura, escultura y pintura estuvo al servicio de la religión.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

EE.UU.: Derechos humanos y retroceso moral




 En el contexto de la apertura de su periodo de audiencias, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) exigió ayer a Estados Unidos aplicar mecanismos para regular la vigilancia de comunicaciones a fin de no vulnerar los derechos humanos, en medio del escándalo por la divulgación del espionaje masivo y sistemático practicado por Washington contra ciudadanos y gobiernos.

Felipe González, comisionado de la entidad hemisférica, aseguró que tiene que avanzarse hacia un mecanismo que, asumiendo la legitimidad de las labores de seguridad de los estados, no resulte invasivo de los derechos de las personas. En tanto, su homólogo Rodrigo Escobar destacó que las atribuciones de Estados Unidos en materia de seguridad no pueden ser un poder absoluto y que el país vecino tiene que estar sometido a unos límites, unas reglas, unos procedimientos.

Significativamente, los señalamientos de la CIDH coincidieron en el tiempo con la publicación de un editorial del diario The New York Times en el que se denuncia que la administración de Barack Obama mantiene una tasa frenética de deportaciones de inmigrantes indocumentados –400 mil en un año, basadas en decisiones políticas y no de seguridad pública; se pide al mandatario suspender las deportaciones de personas que no hayan cometido algún delito grave y se afirma que muchos de los rasgos nefastos del sistema migratorio estadunidense –al que el mandatario ha calificado de inservible– pueden ser arreglados sin la necesidad de aprobar una reforma migratoria.

Pese a las diferencias en cuanto a su origen y temática, las expresiones de la CIDH y del rotativo neoyorquino ponen de relieve la situación deplorable que mantienen los derechos humanos en territorio estadunidense y el peligro constante que enfrentan las personas en ese país, con independencia de su situación migratoria, de ser atropellados en sus garantías por el gobierno de Washington.

En efecto, el espionaje masivo de gobiernos, organismos y ciudadanos –por supuestos motivos de seguridad– es el referente más inmediato del retroceso moral experimentado por la institucionalidad del país vecino, retroceso que se ha traducido en un deterioro de las garantías individuales a escala planetaria. Por supuesto, tales atropellos no sólo suceden fuera del territorio estadunidense: debe recordarse que, con el pretexto de la guerra contra el terrorismo desatada a raíz de los atentados del 11 de septiembre de 2001, el gobierno de Washington autorizó la vulneración de las libertades de sus propios ciudadanos y legalizó el espionaje telefónico, la intercepción de correo electrónico, la apertura clandestina de correspondencia y la sustracción de documentos personales, sin que hubiese una amenaza real que justificara dichas medidas. Otro tanto puede decirse de la política de persecución de migrantes indocumentados, la cual, como señala el editorial del New York Times, es consecuencia no de una consideración legal, sino de decisiones políticas y económicas, toda vez que las deportaciones masivas de inmigrantes sin papeles permiten modular el mercado de mano de obra en la economía estadunidense.

Hasta ahora el gobierno de Obama no ha podido o no ha querido trasladar sus propósitos de viraje en materia migratoria al terreno de los hechos; antes bien, ha mostrado resistencia a abandonar las tradicionales políticas intervencionistas, hegemónicas y, a fin de cuentas, violatorias de los derechos humanos que caracterizaron a su antecesor.

Queda claro, en suma, que Washington carece de la calidad moral necesaria para erigirse en ejemplo y juez en materia de derechos humanos, y que difícilmente se podrá lograr la vigencia plena de éstos en el mundo en tanto persistan ejercicios de negación, simulación y control de daños como los que ha realizado la Casa Blanca en semanas y meses recientes, tras la difusión de las actividades de espionaje filtradas por el ex colaborador de la Agencia de Seguridad Nacional, Edward Snowden.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2013/10/29/edito