En Lucha
Recientemente, y por
suerte, se habla mucho de las ideas del marxista revolucionario
italiano Antonio Gramsci. Pero de lo que no se habla es del periódico
que él, y otros tres jóvenes revolucionaros, fundaron en Turín en el mes
de mayo de 1919 bajo el nombre de L’Ordine Nuovo. Este periódico, que
salía de forma semanal, no era un periódico que sólo informaba desde
otro punto de vista. No se limitaba a informar de las luchas para crear
lo que muchos hoy llaman “contra hegemonía”. Era un periódico
revolucionario, y por tanto, informaba de las luchas, pero también
formaba parte de ellas. Pretendía influir en ellas, alejándose de una
visión muy difundida hoy en día del medio de comunicación como un mero
informador de las luchas.
El periódico conectaba perfectamente con el ambiente de revolución y movimientos de masas que se vivían en Europa durante esa época, y por supuesto también en Italia. La Primera Guerra Mundial había dejado a Europa en una profunda crisis y las huelgas de masas se extendían por todo el continente. En Rusia, la clase trabajadora y el campesinado llevaban 18 meses de poder revolucionario. En Italia, la situación era pre-revolucionaria. Oleadas masivas de huelgas recorrían el país, el campesinado ocupaba las tierras de los terratenientes y los soldados se negaban a ir a luchar en otra guerra contra Albania.
El periódico contenía reportajes de lo que estaba pasando en Rusia, escritos, entre otros, por el periodista estadounidense John Reed. Explicaba como se estaban organizando las personas trabajadoras en Francia, Alemania o Gran Bretaña, con artículos de, por ejemplo, Sylvia Pankhurst, líder del movimiento feminista. También tenía artículos sobre debates dentro del movimiento, sobre la estrategia revolucionaria en momentos de elecciones, etc. Pero la realidad es que el gran éxito de L’Ordine Nuovo venía de otro tipo de artículos.
Lugar de discusión Los artículos que más éxito tenían eran aquellos escritos por y para el gran movimiento obrero de la época. El propio Gramsci definía muy bien el espíritu de L’Ordine Nuovo cuando decía que “sus artículos no eran frías arquitecturas intelectuales, sino que brotaban de nuestra discusión con los mejores obreros, elaboraban sentimientos, voluntades, pasiones reales de la clase obrera turinesa”. El periódico se convirtió en un lugar de discusión no solo de los “intelectuales orgánicos”, sino también de la clase trabajadora italiana, sobretodo la de Turín, la ciudad industrial más importante de toda Italia. Debates sobre cual era la mejor forma de organizarse o sobre como se podían construir los consejos obreros en Italia para poder tomar el poder.
L’Ordine Nuovo creció en influencia y en ventas a la vez que la situación política se iba caldeando. En los primeros meses de su existencia el periódico consiguió llegar a distribuir alrededor de 3.500 ejemplares al mes. Pero al estar en contacto permanente con la clase trabajadora, fue capaz de detectar el debate principal dentro del movimiento. El 1 de noviembre de 1919 informaba de una asamblea de personas delegadas de 25 fábricas diferentes que representaban a 50.000 trabajadores y trabajadoras. La semana siguiente el periódico llegó a los 10.000 ejemplares vendidos, ya que llevaba impresas las decisiones de la primera asamblea de consejos de fábrica de Turín.
Por desgracia, la influencia de L’Ordine Nuovo no fue suficiente y los métodos parlamentarios de una parte del socialismo italiano se impusieron a los revolucionarios. Cuando en el verano de 1920 vino la batalla decisiva y todas las fábricas italianas estaban ocupadas, los líderes sindicales no estuvieron a la altura de las circunstancias y llegaron a un acuerdo con los patrones. La derrota fue demasiado importante y allanó el terreno para el ascenso del fascismo.
A pesar de eso, la presencia e impacto de esta prensa revolucionaria fue muy importante para conectar las luchas. Gramsci sabía que la contra hegemonía se construía en contacto y debate permanente con la clase trabajadora.
Fuente: http://enlucha.org/site/?q= node/18630
El periódico conectaba perfectamente con el ambiente de revolución y movimientos de masas que se vivían en Europa durante esa época, y por supuesto también en Italia. La Primera Guerra Mundial había dejado a Europa en una profunda crisis y las huelgas de masas se extendían por todo el continente. En Rusia, la clase trabajadora y el campesinado llevaban 18 meses de poder revolucionario. En Italia, la situación era pre-revolucionaria. Oleadas masivas de huelgas recorrían el país, el campesinado ocupaba las tierras de los terratenientes y los soldados se negaban a ir a luchar en otra guerra contra Albania.
El periódico contenía reportajes de lo que estaba pasando en Rusia, escritos, entre otros, por el periodista estadounidense John Reed. Explicaba como se estaban organizando las personas trabajadoras en Francia, Alemania o Gran Bretaña, con artículos de, por ejemplo, Sylvia Pankhurst, líder del movimiento feminista. También tenía artículos sobre debates dentro del movimiento, sobre la estrategia revolucionaria en momentos de elecciones, etc. Pero la realidad es que el gran éxito de L’Ordine Nuovo venía de otro tipo de artículos.
Lugar de discusión Los artículos que más éxito tenían eran aquellos escritos por y para el gran movimiento obrero de la época. El propio Gramsci definía muy bien el espíritu de L’Ordine Nuovo cuando decía que “sus artículos no eran frías arquitecturas intelectuales, sino que brotaban de nuestra discusión con los mejores obreros, elaboraban sentimientos, voluntades, pasiones reales de la clase obrera turinesa”. El periódico se convirtió en un lugar de discusión no solo de los “intelectuales orgánicos”, sino también de la clase trabajadora italiana, sobretodo la de Turín, la ciudad industrial más importante de toda Italia. Debates sobre cual era la mejor forma de organizarse o sobre como se podían construir los consejos obreros en Italia para poder tomar el poder.
L’Ordine Nuovo creció en influencia y en ventas a la vez que la situación política se iba caldeando. En los primeros meses de su existencia el periódico consiguió llegar a distribuir alrededor de 3.500 ejemplares al mes. Pero al estar en contacto permanente con la clase trabajadora, fue capaz de detectar el debate principal dentro del movimiento. El 1 de noviembre de 1919 informaba de una asamblea de personas delegadas de 25 fábricas diferentes que representaban a 50.000 trabajadores y trabajadoras. La semana siguiente el periódico llegó a los 10.000 ejemplares vendidos, ya que llevaba impresas las decisiones de la primera asamblea de consejos de fábrica de Turín.
Por desgracia, la influencia de L’Ordine Nuovo no fue suficiente y los métodos parlamentarios de una parte del socialismo italiano se impusieron a los revolucionarios. Cuando en el verano de 1920 vino la batalla decisiva y todas las fábricas italianas estaban ocupadas, los líderes sindicales no estuvieron a la altura de las circunstancias y llegaron a un acuerdo con los patrones. La derrota fue demasiado importante y allanó el terreno para el ascenso del fascismo.
A pesar de eso, la presencia e impacto de esta prensa revolucionaria fue muy importante para conectar las luchas. Gramsci sabía que la contra hegemonía se construía en contacto y debate permanente con la clase trabajadora.
Fuente: http://enlucha.org/site/?q=
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