lunes, 6 de enero de 2014

Liliany Obando, prisionera política colombiana piensa en Nelson Mandela como un maestro





Por lo general los activistas políticos que trabajan por las mayorías ven la solidaridad con lxs presxs politicxs comprometidos como otro aspecto de su tarea. Liliany Obando extiende la idea de solidaridad. Explica los vínculos entre lxs mismos presos politicxs. Cree que un antiguo preso político como Nelson Mandela sirve como mentor para todos lxs presxs. Sus pensamientos sobre Nelson Mandela aparecieron recientemente en el sito de web de la Red Internacional de Solidaridad con las Prisioneras y  Prisioneros Politicos Colombianos - INSPP.  
¿Quien es Liliany Obando? En el momento de su arresto en Agosto 8, 2008, Obando era la responsable de derechos humanos para FENSUAGRO, la federación sindical de trabajadores agrícolas más grande de Colombia. Ella es una socióloga, documentalista y madre cabeza de familia de dos hijos. La fiscalía la acusó de terrorismo y de pertenecer a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Una semana antes de su detención ella había emitido un informe documentando los asesinatos de 1500 miembros de FENSUAGRO durante 32 años. Colombia tiene 10.000 prisioneros políticos.
Obando dejó la prisión después de 43 meses en Marzo 1 de 2012. Debido a que ella aún debía ser sentenciada o absuelta, se mantuvo bajo jurisdicción de un juez. Al siguiente año, casi cinco años después de su detención, una jueza la condenó por “rebelión” bajo el cargo de haber sido parte de la Comisión Internacional de las FARC. Ella recibió una sentencia de cinco años, ocho meses de detención domiciliaria y debe pagar una multa de 707 millones de pesos, equivalente a $368,347 (USD). La jueza absolvió a Obando del cargo de “administración de recursos con fines terroristas”. Ella está actualmente bajo jurisdicción de la corte a la espera de que la Corte Suprema de Justicia emita un dictamen sobre su apelación. El caso del gobierno contra Obando y otros prisioneros políticos se basa en el desacreditado material tomado de los computadores del líder de las FARC, Raúl Reyes, incautado después de su asesinato. Desde su liberación de prisión, Obando y su familia han tenido que resistir la vigilancia policial, hostigamientos y la difamación de los medios.
Al introducir su artículo, Liliany Obando escribe: “asumimos como prisioneras y prisioneros políticos a todas aquellas personas que han sido privadas de su libertad por motivaciones políticas, por su oposición y/o crítica al Status Quo, sean sindicados/as o condenados/as, sean prisioneros/as de conciencia o de guerra y que enfrentan cargos por rebelión y conexos”.
Comienza con esas palabras de Mandela: “Para saber realmente cómo es una nación hay que conocer sus cárceles, pues una sociedad no debe ser juzgada por el modo en que trata a sus ciudadanos de más alto rango, sino por la manera en que trata a los de más abajo.”
Obando dice también que, “Su vida estuvo marcada por su lucha contra el apartheid, por los derechos civiles y humanos y por la liberación nacional para su pueblo. Activismo que devino en persecución y cárcel. Su primera detención ocurrió en 1956 bajo el cargo de conspiración contra el régimen. Fue dejado en libertad poco tiempo después.”
“Su incansable resistencia y las circunstancias políticas del momento en su país lo condujeron para los años 60 por el sendero de la clandestinidad y la lucha armada como comandante en jefe del movimiento alzado en armas del Congreso Nacional Africano, el Umkhonto we Sizwe o ´Lanza de la Nación´, que luego fuera catalogado como grupo terrorista.” Mandela es citado:
“…los medios que utilizan los oprimidos para avanzar en su lucha los determina el propio opresor. En caso de que el opresor utilice métodos pacíficos, los oprimidos también los utilizarán, pero si el opresor usa la fuerza, los oprimidos también responderán con fuerza…”1.
Continuando, Liliany Obando repasa la historia de Mandela incluyendo su detención en 1964 por sabotaje y conspiración y su condena a cadena perpetua. Según Obando, “Tras fuertes presiones que buscaban su liberación Mandela fue trasladado en 1982, junto con otros seis prisioneros políticos a la cárcel de Pollsmoor. En 1985 y para frenar las fuertes críticas contra su gobierno, el presidente Sudafricano Pieter Willem Botha le ofrece liberarlo a cambio de que renuncie a la que él llama su lucha violenta. Mandela rechaza la oferta diciendo: ‘¿Qué libertad se me ofrece, mientras sigue prohibida la organización de la gente? Sólo los hombres libres pueden negociar. Un preso no puede entrar en los contratos.”
Mandela, que había emprendido negociaciones con el gobierno sudafricano, lograría su liberación el 11 de febrero de 1990 a la edad de 72 años. Dice Obando, “El 27 de abril de 1994 [Mandela] es elegido en las primeras elecciones multirraciales de Sudáfrica como el primer presidente negro de su país.  Al anunciar su victoria, él proclamó que en Sudáfrica eran: “¡Al fin libres!,! al fin libres!”2.
Por Obando: “Fueron su firmeza, su ejemplo, su persistencia y consecuencia las que lo convirtieron en el líder y combatiente de la dignidad e hicieron de él una figura de talla moral mundial.” Mandela también ofrece “lecciones como prisionero político.” El resto del artículo de Obando es como sigue:
Tras su largo paso por la prisión Nelson Mandela dejó una imborrable impronta. Él vivió también en carne propia la desolación, la ansiedad, la impotencia, la rabia ante las humillaciones y la indignación que produce el encierro, pero también hizo su mejor esfuerzo por sobreponerse al horror y crecer como revolucionario en su paso por la cárcel. Él no representa al hombre individual, él encarna a todas y todos aquellos luchadores del mundo que hemos sido privados de nuestra libertad por abrazar las banderas de lo justo.
En prisión, Mandela escribió sus vivencias en cuadernos que luego buscaba poner a salvo acudiendo a terceros, aunque no tuvo siempre la certeza de que éstos llegaran a su destino dados los constantes decomisos de los guardias, “esas parcas despiadadas”, como solía llamarlos. Los escritos que sobrevivieron constituyen hoy la memoria, la constancia de la ignominia, pero también de la fortaleza y fidelidad de quienes resisten sin quebrarse.
“…Hasta que me encarcelaron no había valorado nunca del todo la capacidad de la memoria, la interminable retahíla de información que puede guardar la mente”3. 
Como todas y todos quienes hemos vivido el encarcelamiento, Mandela sintió el dolor por la ausencia de los seres queridos, la incertidumbre por su suerte, y la escritura le sirvió para plasmar esos sentimientos. Según sus biógrafos, los escritos que reflejan más el padecimiento de Mandela en el encierro los redactó estando en la cárcel de Robben Island entre 1964 y 1971, quizá su etapa más amarga como prisionero.
“… Los años 1968 y 1969 han sido difíciles y angustiosos. Perdí a mi madre hace tan sólo diez meses. El 12 de mayo detuvieron a mi mujer de forma indefinida en virtud de la Ley Antiterrorista (sic), dejando a niñas pequeñas prácticamente huérfanas, y ahora mi hijo mayor se ha ido para siempre… Entonces llegó el 26 de sept[iembre] (el cumpleaños de mi mujer), cuando me informaron de la muerte de mi madre… yo estaba de nuevo muy poco preparado, y durante unos cuantos días pasé momentos en mi celda que no quiero recordar nunca… Pero nada de lo que experimenté a finales de los cuarenta y en septiembre del año pasado puede igualarse a lo que pasé el 16 de julio… De repente me pareció que mi corazón dejaba de latir y se me congelaba la sangre caliente que había circulado libremente por mis venas durante los últimos cincuenta y un años. Durante un momento no pude ni pensar ni hablar, y parecía como si me estuviera quedando sin fuerzas. Finalmente, pude volver a mi celda con una pesada carga a mis espaldas; era el último lugar donde debería estar un hombre azotado por el dolor… ”4.
Reflexionó también sobre la importancia de la solidaridad, como una obligación moral, de las organizaciones sociales y revolucionarias para con sus militantes y miembros que se encuentran en prisión; de la relevancia de las campañas de solidaridad, no sólo como un mecanismo efectivo para visibilizar y buscar la libertad para las prisioneras y los prisioneros políticos, sino como una voz de aliento que ayuda a soportar las duras condiciones de la cárcel.
“También soy consciente de que se han hecho enormes esfuerzos, tanto aquí como en el extranjero, para que nos liberen a otros presos políticos y a mí, una campaña que nos ha alentado mucho y nos ha mostrado que tenemos cientos de miles de amigos… pocas cosas me han animado más que el saber que, a pesar de todo lo que está haciendo el enemigo para aislarnos y desacreditarnos, la gente nunca nos olvida… en algún momento de mi vida podré salir y pasear bajo la luz del sol, caminar con pasos firmes porque la fuerza de mi organización y la total determinación de nuestro pueblo conseguirán que eso ocurra”5.
Y habló de lo significativo y fortalecedor que resulta para un prisionero o prisionera el recibir la visita de una persona amiga, de un/a camarada en el encierro.
“No puedes abrir las puertas de esta prisión para que yo salga de ella como un hombre libre; tampoco puedes mejorar las condiciones en las que tengo que vivir. Pero está claro que tu visita me ha hecho más fácil soportar todo el desaliento que me ha rodeado a lo largo de los últimos veintidós años”6.
Mandela hizo de la cárcel esa otra trinchera y tribuna donde es preciso estudiar, solidarizarse con sus semejantes, dejar testimonio, resistir y reflexionar sobre la propia existencia en tanto seres humanos que cometemos errores y aciertos. La cárcel es una dura prueba para todo revolucionario y por eso cada día, cada experiencia, cada espacio en el encierro ha de aprovecharse para ser mejores personas y mejores hombres y mujeres que continuarán su vida en extramuros luchando y haciendo posibles los sueños de justicia plena, paz y libertad.
“… la celda es un lugar idóneo para conocerte a ti mismo, para indagar con realismo y asiduidad cómo funciona tu propia mente y tus sentimientos… La honradez, la sinceridad, la sencillez, la humildad, la generosidad sin esperar nada a cambio, la falta de vanidad, la buena disposición a ayudar al prójimo… son la base de la vida espiritual de una persona… Al menos aunque sólo sirva para eso, la celda te da la oportunidad de analizar a diario toda tu conducta, de superar lo malo y de potenciar lo bueno que hay en ti. A tal efecto, meditar con regularidad (digamos que unos quince minutos al día antes de acostarse) puede resultar muy fructífero. Al principio te puede parecer difícil definir los aspectos negativos presentes en tu vida, pero el décimo intento puede reportar muchas recompensas…”7.
Por su estatura moral como prisionero político, Mandela es obligado referente para quienes vivimos la prisión. Su vivencia, su resistencia, su ejemplo, la lealtad a sus ideas y a sus causas deben ser alimento para nuestra propia moral, para entender que nuestro paso por la prisión no puede ser un sacrificio vano.
“No conseguirán un nuevo mundo aquellos que se mantienen al margen de brazos cruzados, sino aquellos que están en el frente, con las vestiduras rasgadas por las tormentas, aquellos cuyos cuerpos quedan mutilados en el enfrentamiento. El honor les corresponde a quienes nunca abandonan la verdad, ni siquiera cuando la situación se pone fea y se complica, a quienes lo intentan una y otra vez, a quienes no se dejan desanimar por los agravios, la humillación e incluso la derrota”8.
Nuestra apuesta inclaudicable es por la paz con justicia social para nuestros pueblos, por eso decimos con Mandela: “Derribar y destruir es muy fácil. Los héroes son aquellos que construyen y que trabajan por la paz”.
Las prisioneras y prisioneros políticos rendimos tributo a tu ejemplo. Tú cumpliste con el deber que señalaba tu conciencia. ¡Descansa en paz Tata Madiba!

Notas:
1. De una conversación con Richard Stengel sobre las negociaciones en los años ochenta. En: Nelson Mandela. Conversaciones conmigo mismo. Colombia, Editorial Planeta S.A. Segunda Edición, 2010. ISBN: 13: 978-958-42-2597-9. p.286.
2. Nelson Mandela. El largo Camino hacia la Libertad. Ed. Aguilar. Versión Digital. Parte Undécima. Capítulo 114.
3. De una carta a Hilda Bernstein, datada el 8 de julio de 1985. En: Nelson Mandela. Conversaciones... p. 146.
4. Extracto de una carta a Irene Buthelezi del 3 de Agosto de 1969. En: Nelson Mandela. Conversaciones… pp. 206-208.
5. De un manuscrito de su autobiografía inédita que escribió en prisión. En: Nelson Mandela. Conversaciones… p. 280.
6. De una carta escrita al profesor Samuel Dash del 12 de mayo de 1986. En: Nelson Mandela. Conversaciones... p. 280.
7. Extracto de una carta a Winnie Mandela. Cárcel de Kroonstad, 1 de febrero de 1975. En: Nelson Mandela. Conversaciones conmigo mismo.
8. De una carta a Winnie Mandela del 23 de Junio de 1969. En: Nelson Mandela. Conversaciones… p. 211.



Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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