domingo, 27 de octubre de 2013

Las consignas y propuestas elitistas y antidemocráticas del Colectivo Wilson




El Colectivo Wilson [CW] toma su nombre del presidente estadounidense –y posterior premio Nobel de la Paz- Woodrow Wilson (1856-1924). CW no se ha inspirado, pongamos por caso, en Francesc Layret, Ferrer i Guardia, Nin, Comorera, Companys, Salvador Espiru o en Puig Antich. El CW es muy usamericano. Pretende aportar “un análisis en profundidad sobre qué sería de Cataluña en caso de una eventual independencia”. Curiosamente, sin olvidar otras caras de su plural poliedro, la presidencia de W. Wilson estuvo marcada –tomo pie en la más que moderada Wikipedia- por el intervencionismo hacia América Latina “dando lugar así al hoy conocido como idealismo wilsoniano.” El principio básico de este “idealismo” aspiraba a asegurar que los gobiernos "interesantes" en el extranjero -los decisivos para los intereses USA- debían ser depositados en manos de los "buenos" -los favorables a sus intereses- aunque éstos, los “buenos” de la película diseñada made in Wilson, no fuesen más que la representación de una minoría de la población. Su idea de gobierno predicaba “la necesidad de que una élite poderosa, "moral" y con capacidad era la que debía ocupar el poder en detrimento y con el desconocimiento de la mayoría de la población”. Nada menos. Era la garantía de lo que consideraban la “democracia liberal”. Durante el mandato d Mr. Wilson se produjeron intervenciones en México, Haití, República Dominicana, etc. Todo muy consistente. ¿Será este espectacular currículum histórico y filosófico el que les ha servido de inspiración al CW? ¡Menudo referente!
El CW, seis economistas catalanes, neoliberales y socialmente conservadores de “prestigio académico” (Jordi Galí, Xavier Sala Martín, Pol Antràs, Carles Boix, Gerard Padrón y Jaume Ventura), instan a las élites españolas y catalanas (¿y el pueblo que diría Erich Fried?, ¿donde está el pueblo?) a pactar la "inevitable" independencia de Cataluña. ¿Inevitable? Inevitable: palabra del CW.
La tesis central: este grupo de académicos y activistas políticos independentistas aseguró en una conferencia dictada en el Círculo de Economía el miércoles 16 de octubre que “la oposición al proceso sólo puede retrasarlo y elevar los costos para todos”. ¡La rendición es el único camino! ¡Es su lucha final! Lo tienen todo muy bien pensado. ¡Son catedráticos de Económicas!
Para defender su posición usaron un argumento que, aunque el dinero non olet que dirían Marx y Sánchez Ferlosio, huele éste en cambio profundamente a razonamientos “Liga del Norte en estado puro”: el CW calcula en unos 383 euros por persona y año el precio de construir y mantener un estado propio (30 euros al mes). Sin embargo, son, dicen que son para ser más precisos, 2.251 euros, cálculos también del colectivo de economistas, los que cuesta pertenecer a España. ¡Más de 1.800 euros anuales de diferencias, más de 150 euros por mes y ciudadano! ¡La cosa está cantada, cantadísima! ¡El dinero, en euros, en dólares, incluso en pesetas, es sagrado!
Sin admitir lo anterior, por supuesto, cualquier otra consideración está de más, es ingenua. El euro es el euro y lo demás son tonalidades, marcos o compases utópicos… O ganas de perder el tiempo en discusiones estériles de humanistas desinformados en el nudo básico: la codicia desenfrenada como motor de la historia.
El CW ha defendido la viabilidad económica de la construcción de un nuevo estado catalán y ha rechazado los presagios "catastrofistas" que llegan de algunos sectores que no concretaron. Desde su punto de vista, la independencia de Cataluña ya es "inevitable". Sin más. ¿Por qué? Porque es una reivindicación que va de "abajo hacia arriba". ¿Cómo? ¡Como han leído! ¡De abajo arriba, como si estos seis economistas neoliberales tuvieran alguna preocupación por los de abajo, por su situación y sus vindicaciones de calado! ¿Pero no hablaban, sin que se les caiga la cara de vergüenza por la inconsistencia, de acuerdo entre élites, y luego paz y más tarde gloria capitalista neoliberal y marcadamente nacionalista?
No sólo ha sido eso. Han advertido, además, que la oposición española a la emancipación catalana (como si en Catalunya todo ciudadano catalán que se precie estuviera necesariamente a favor de la ruptura con el resto de Sefarad, como si el proceso de separación fuese un verdadero proceso de emancipación social y como si toda España estuviera en contra del ejercicio democrático y en condiciones justas e informadas del derecho de autodeterminación de los pueblos) sólo puede "retrasar". Han instado a las "élites" de una y otra parte, los pueblos no cuentan en sus cuentas (a no ser como motor o “multitud manipulable” de las “razonables, morales y sensatas” vindicaciones de las élites), a pactar el proceso. Es la mejor manera, aseguran, de minimizar los costes para todos. ¿Para todos? ¡Qué prudencia política! ¿Y cómo se concreta este espíritu pactista?
El director del Centro de Investigaciones de Economía Internacional (CREI), Jordi Galí, ha reivindicado en nombre de todos los integrantes "el derecho de Cataluña a decidir cómo se organiza políticamente y a poder hacerlo sin coacciones ni amenazas". Y eso al margen, han reconocido, “de las incertidumbres que se puedan abrir con un nuevo escenario”. ¿Pero no decían ellos mismos que la separación es inevitable? ¿Dónde queda entonces el derecho a decidir la mejor forma de organizarse? ¿No caben opciones que no sea la desvinculación del resto de Sefarad? Si la separación es inevitable, ¿qué puede decidirse realmente? ¿Podemos o no podemos apostar por una República federal (y fraternal) de todos los pueblos españoles?
Al juicio del CW, lejos de ser "catastróficas" y "seguras", la mayoría de consecuencias del proceso son hoy por hoy “inciertas” (palabra de honor del colectivo). Recordaron además en su intervención de mediados de octubre que en todo proceso social hay costes y beneficios. ¿Qué costes concretamente, qué beneficios? No concretaron por el momento. ¿No es nudo importante? También recordaron con ánimo argumentativo, este razonamiento-información está entre lo mejor de sus aportaciones poliéticas, “que en el mundo hay una media de creación de dos países por año”. ¡Dos nuevos países anuales! ¡Pero Catalunya no es ya un país! ¿Se habla de países o hablan de Estados? (Por lo demás, ¿cómo -¿desde cuándo el cómputo?- habrán calculado el promedio?)
Don Xavier Sala Martín, el de las americanas horteras y chillonas, el ex del Barça, apuntó que en el debate sobre la independencia, también deben tenerse en cuenta los costes que tendría para Cataluña seguir formando parte de España. Desmintió la tesis de que una Cataluña independiente quedaría fuera de la UE. ¡Todos tranquilos, aseguró recordando otros momentos históricos! En ese contexto, Sala Martín ha admitido -¡su generosidad no tiene límites!- que existe la posibilidad -¡sólo la posibilidad!- de que Cataluña asuma parte de la deuda de España… y también que se niegue si se separa. Portazo y palante. ¿Pero no se hablaba, la cosa no iba de acuerdos y pactos?
Pero "si nos quedamos”, añadió, “pagaremos igual". Las risas de los asistentes subieron varios decibelios. ¡Qué chiste! Sala Martín es muy gracioso y sus oyentes, por supuesto, son catalanes de debò. Como él, como el señor catedrático.
En el Sin Permiso electrónico se hablaba recientemente de ciegos y sordos potenciales, de ciudadanos con urgentes necesidades psiquiátricas. ¿Se estaban refiriendo a grupos como el colectivo Wilson… o se apuntaba en otra dirección [1]?
Notas:
[1] En “Las grandes movilizaciones de Cataluña por el derecho a decidir y algo más. Constituciones y martillos de brujas” (Sin Permiso electrónico, 20 de octubre de 2013), Daniel Raventós se ratificaba en la misma consideración. Abría su nota con las siguientes palabras: “Por su masividad y persistencia, las movilizaciones que está viviendo Cataluña en los últimos años a favor del derecho a decidir especialmente a partir de la manifestación del 10 de julio de 2010 y con un hito especial el pasado 11 de septiembre, tiene pocos precedentes. En el presente cuesta encontrar algo que se le parezca en algún otro lugar y por ello esta realidad política ha impresionado al mundo. Masividad y persistencia son un hecho, o más de uno, que puede gustar o puede enojar. Pero es un hecho y, como se decía en un artículo que firmé con Antoni Domènech y Gustavo Buster, quien lo niegue ‘necesita urgentemente un oculista o un otorrino, tal vez un psiquiatra”.
Salvador López Arnal es miembro del Front Cívic Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra, director Jordi Mir Garcia)
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.


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