El dogmatismo estéril
se empeña en sustituir vanamente la realidad por fórmulas ideológicas,
que no llegan a tener rango de Teoría, en vez de esforzarse
intelectualmente para construir una correcta interpretación de ella, y
avanzar en su transformación objetiva.
Entre nosotros nadie
puede ufanarse de tener resuelto teóricamente el complejo problema de la
transición socialista. En su tiempo, el mismísimo V.I.Lenin, que al
principio de la Revolución de Octubre creyó tenerlo, tuvo que dar marcha
atrás con la NEP planteando el restablecimiento del Capitalismo en
Rusia, para luego poder continuar la senda del Socialismo. En nuestro
tiempo, salvando las distancias históricas, la Cuba socialista después
de 50 años de construcción, con un pueblo heroico, culto y consciente no
ha podido desarrollar las fuerzas productivas materiales suficientes
como para avanzar a estadios superiores y hoy está obligada a reducir la
plantilla de trabajadores del Estado socialista, teniendo que desplazar
a la mayoría de ellos hacia el llamado trabajo por cuenta propia,
bastante conocido en las economías mercantiles.
Ernest
Mandel, Charles Bettelheim, Ernesto Guevara, Carlos Rafael Rodríguez,
para citar sólo algunos, en sus polémicas acerca de la Transición
Socialista (en las cuales no hubo espacio para descalificación basada en
prejuicios ideológico) no pudieron construir una Teoría Científica
sobre este problema. Así que, quien pretenda decir que la construyó, sin
mostrar ninguna producción teórica sólida y coherente es, cuando menos,
un fanfarrón tropical.
No es apelando a
estigmas ni a la descalificación con un pretendido lenguaje de clase
(por cierto, totalmente desvinculado de la vida diaria de quienes lo
profesan) como puede abonarse el camino para la elaboración de dicha
Teoría. Tampoco a partir de un enfoque que pretenda sustituir la
realidad por la metafísica.
En estos años, lo que
hemos denominado transición socialista, socialista
bolivariano-cristiano, socialismo del siglo XXI, ha coexistido
inevitablemente (nos guste o no, nos mortifique o nos alegre) con el
Capitalismo. O es que el grupo Polar no existe, o nació ayer, o el Grupo
Cisneros desapareció, y otros tantos vinculados al capital financiero
altamente especulativo, que por cierto no depositan sus ganancias en el
fondo de eficiencia socialista.
Siempre de mejores
resultados reconocer la realidad objetiva (recordemos aquello de que el
"marxismo es el análisis concreto de una realidad concreta") en sus
múltiples determinaciones, que pretender esconderlas debajo de discursos
y fórmulas radicaloide que no generan ningún cambio, a lo sumo no pasan
de ser simples testimonios para las capillas ideológicas y los museos
de la historia.
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