martes, 11 de junio de 2013

Liberalismo, un cuento para timar al pueblo

"Los Padres Fundadores de los Estados Unidos (pero también los teóricos franceses), liberales y modernos, a pesar de sus encendidas proclamas en favor de la libertad individual, la igualdad ante la ley y el gobierno del pueblo, no vacilaron en justificar la dominación de los hombres sobre las mujeres, de los propietarios sobre los asalariados, de los ingleses anglicanos sobre los irlandeses católicos y de los blancos europeos sobre los pueblos no europeos, fuesen los indígenas americanos o los negros llevados de África a América.

Liberalismo y esclavismo son las dos caras de un mismo proceso histórico que va del siglo XVII al XIX y que coincide con la formación del capitalismo moderno y la gran expansión colonial y hegemonía mundial de los Estados euro-atlánticos.

Por eso, tuvieron que surgir nuevos movimientos emancipatorios en los siglos XVIII, XIX y XX, como el movimiento antiesclavista, anticolonialista y antisegregacionista, el movimiento obrero y socialista, y el movimiento sufragista y feminista, para cuestionar la dominación de los amos liberales, reapropiarse su discurso de la libertad y la igualdad, y reclamar la emancipación política, económica y cultural de los pueblos no europeos, de las clases trabajadoras europeas y de las mujeres europeas y no europeas. Fueron esas luchas, muy largas y muy violentas, las que obligaron a las élites liberales a reconocer parcialmente las exigencias democratizadoras de los nuevos movimientos emancipatorios”. Antonio Campillo.

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