| 27-06-2013 | 
eldiario.es
| Un equipo de TV destapa un nuevo escándalo de explotación laboral. Cientos de trabajadores son empleados en condiciones de esclavitud. Viven en el campo hacinados en casetas rodeadas de alambre de espino | 
“Esclavos asalariados en Alemania” es el título del  documental que emitió el lunes la televisión pública alemana,
 Das Erste. En dicho reportaje muestran las condiciones laborales y de 
habitabilidad de cientos de trabajadores provenientes de Europa del 
este, sobre todo de Rumanía y de Bulgaria, en varios mataderos 
alemanes. 
En eldiario.es exponíamos hace unos meses cómo  a un grupo de enfermeros españoles les ofrecieron trabajar en la industria cárnica con condiciones similares
 a las descritas en el reportaje. Por suerte, no se vieron obligados a 
aceptar el empleo. Aunque a Aurora y a los otros enfermeros les 
ofrecieron vivir en un piso patera, lo más trágico de la historia que 
relata el reportaje no es la existencia de dichos alojamientos 
masificados en casas particulares.
El reportero se 
acerca a uno de los centros de albergue para trabajadores de la empresa 
Wiesenhof, una de las mayores productoras de carnes de Alemania, en la 
región de Bremen. Allí comprueba que, además de encontrarse en medio del
 campo y sin transporte de línea, las casetas en las que se alojan 
cientos de trabajadores se encuentran vigiladas y rodeadas por alambre 
de espino. El periodista trata de entrar en las instalaciones y el 
servicio de seguridad se lo impide. “Vengo a visitar a un conocido, 
¿porqué no puedo entrar, no son personas libres las que ahí viven, no 
pagan un alquiler?” “Porque el propietario no quiere”, obtiene por toda 
respuesta.
“Nos levantaban a las dos de la mañana, 
trabajábamos hasta las cinco y nos mandaban otra vez a dormir. A lo 
mejor a las siete nos necesitaban otra vez y nos volvían a despertar”, 
asegura a la cámara un trabajador rumano que no quiere ser reconocido. 
Los empleados no podían abandonar el recinto sin que el superior lo 
supiera, además de tener que dar explicaciones constantemente sobre las 
ausencias y las actividades que llevaban a cabo en su tiempo libre.
“Nos tenían controlados todo el tiempo, incluso entraban en los cuartos
 a ver si estábamos durmiendo”, explica otra trabajadora que tiene miedo
 de mostrar su cara. Ella se atrevió a denunciarlo y su superior le 
soltó: “¿No tienes miedo de ir a un abogado y explicarle lo que os pasa?
 Te lo digo porque cuando salgas a la calle te puede atropellar un 
coche... O alguien puede que te apalee en medio de la noche y entierre 
tu cuerpo en la tierra, a varios metros de distancia de tu cabeza”. 
Los cuartos llenos de camas, los trabajadores sin intimidad alguna. Al 
parecer existía un control interno que debería garantizar que cada 
trabajador duerme en un cuarto o como mucho en cuartos de dos camas. 
“¿Avisan de cuándo van a realizar el control?”, pregunta el periodista a
 la empresa que se encarga de certificarlo. “Sí”, responden, “por 
razones de privacidad”. Así que, según, los trabajadores, cuando 
venía el control les obligaban a esconder las camas en el sótano y 
cuando se iban, las volvían a sacar. 
De 600 a 700 
euros ganaban al mes por un trabajo a jornada completa que, en 
ocasiones, realizaban en medio de la noche o los fines de semana. Todo 
ello gracias a la legislación europea que permite contratar en origen. 
De hecho, estos trabajadores disponían de un contrato con una empresa de
 trabajo temporal búlgara o rumana, que les prometió un salario de unos 
mil doscientos euros mensuales. Los que tenían contrato. Otros seguían 
esperándolo después de meses y meses viviendo en dichas condiciones.
En los últimos años, las empresas que aparecen en el reportaje han 
despedido a numerosos trabajadores locales y han contratado en origen a 
través de agencias a personas procedentes de Rumanía y Bulgaria. En el 
documental van más allá y aseguran que estas compañías que realizan la 
selección están conectadas con las cárnicas alemanas donde los empleados
 trabajan. La fiscalía alemana está investigando el caso después de 
llevar a cabo registros a lo largo y ancho del país, aunque  como publica incluso el conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung, "se sabía desde hace años que esto ocurría". 
Este no es el único escándalo que se conoce en las últimas semanas.  Otro reportaje
 causaba indignación hace menos de un mes. El programa de investigación 
Monitor, también de la televisión pública, exponía las miserables 
condiciones laborales que sufren miles de cuidadoras, principalmente 
polacas, que cuidan a personas dependientes las veinticuatro horas en 
Alemania. Y en febrero saltaba a la luz  otro caso de explotación laboral masiva, esta vez en la empresa Amazon, en el que varios cientos de españoles se encontraron inmersos. 
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