martes, 11 de junio de 2013

Desaparecen las abejas

Las abejas desaparecieron de alrededor de MAHANAIM, nuestra pequeña finca en la costa oriental del Estado Falcón; Evelise y yo vimos disminuida la cosecha de dos hectáreas de maíz; la población rural fue sorprendida por la mínima producción de melón. Para la siguiente cosecha, los agricultores, asesorados por los financistas del melón, contrataron apiarios en otras localidades, para polinizar los cultivos. Durante años, Evelise les advirtió de consecuencias como ésta, la desaparición de las abejas, y de como el uso indiscriminado de insecticidas afectaría la salud y el equilibrio ecológico. Fue inútil, agricultores y financistas hicieron caso omiso a sus advertencias.

El cultivo del melón se estableció en la zona con el Siglo XXI y su siembra se repite, en las mismas parcelas, una y otra vez; las plagas son cada vez más resistentes, los insecticidas más potentes y los problemas de salud se agravan. Cuando nuestra hija Daniré, entonces estudiantes de Medicina, llegó para su pasantía rural, inició su propia campaña de concientización de los agricultores, acerca del peligro para la salud, por aquel uso de los insecticidas. Aún así, el monocultivo del melón sigue, los financistas hacen pingües negocios y los agricultores mejoran sus ingresos; hasta los organismos del Estado prefieren financiar la siembra del melón y no financian a quien pretende sembrar y rotar varios cultivos, a pesar de la escasez de hortalizas que nos afecta.

El uso indiscriminado de insecticidas no tardó en causar las primeras muertes en nuestra comunidad. Nos conmovió en particular la de Mirta, laboriosa esposa y madre de dos hijos, cuya vivienda estaba cerca de la siembra. Nada cambió en el uso de insecticidas, hasta la desaparición de las abejas y la caída de la producción de melón.

Dios Todopoderoso nos obsequió a la Revolución Bolivariana y ésta hizo posible el salto para mejorar la salud, la alfabetización y multiplicación de oportunidades de estudios, alimentación al desposeído, reconquistó la libertad y soberanía, tras dos siglos de la pérdida de la Independencia del Siglo XIX. Pero luego, la Revolución se estancó en la agricultura, retrocedió su intento de justicia en la distribución y propiedad de la tierra. La prohibición de la pesca de arrastre revivió la artesanal y repobló la costa; sin embargo, le niega al pescador la enseñanza náutica y al campesino la agrícola. Dos escuelas de pesca y pocas más agrícolas languidecen, pues se desestima ambas enseñanzas y la oportunidad que ofrecen, para redimir al pescador y al campesino, mejorar su producción y compartir con ellos nuestra convicción y práctica de los valores del Socialismo Espiritual y Bolivariano que profesamos, casi que clandestinamente.

Si la Revolución no se ha hecho presente para elevar niveles de consciencia en quienes producen alimentos, que constituyen nuestra prioridad, estamos aún distantes del inicio de la siembra de valores espirituales y morales del socialismo que aspiramos construir. Tras catorce años de Revolución, el egoísmo y la indiferencia social, que promueven el capitalismo y sus poderosos medios de comunicación, siguen siendo las razones que mueven a nuestra sociedad. Estamos obligados a permanecer en las trincheras para defender nuestra soberanía, pero conscientes de que la mejor defensa es la siembra de la enseñanza postergada.

capitán de altura y productor agrícola

eveliseyrafael@hotmail.com

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Rafael Flores

Capitán de altura y productor agrícola
 eveliseyrafael@hotmail.com

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