miércoles, 15 de mayo de 2013

¿Esos corruptos de la ex-RDA, no son los nuevos anticomunistas feroces? El nombre no hace contenido.

La dirección política de la ex RDA y las farmacéuticas occidentales como encarnación del mal social
Corruptos, corruptores y cobayas



Los del global-imperial están de fiesta, el anticomunismo sigue asomando en sus dominios la patita-pataza. Como en los viejos tiempos de Hermann Tertsch del Valle-Lersundi, el ex corresponsal del entonces “diario independiente de la mañana” en el Este europeo.
“La Alemania del Este usó a 50.000 enfermos como cobayas”, así titula Juan Gómez su crónica desde Berlín del pasado lunes 13 de mayo [1]. “Farmacéuticas occidentales hicieron 600 pruebas ilegales de medicamentos en los años ochenta. Cada ensayo clínico reportaba a la maltrecha economía del país unos 450.000 euros” es el subtítulo.
No estoy en condiciones de contrastar la veracidad de la información. Tomo pie en ella, la doy por buena, aunque las fuentes periodísticas últimas, el Frankfurter Allgemeine Zeitung y nada menos que el Spiegel, no son precisamente un cúmulo afable de virtudes periodísticas inmaculadas. La intoxicación político-cultural no es un ámbito alejado de sus prácticas usuales.
La Asociación alemana de Empresas Farmacéuticas quiere -o dice querer- esclarecer la dimensión de “los experimentos médicos de compañías farmacéuticas occidentales con ciudadanos de la ex República Democrática Alemana (RDA)”. El Spiegel habla de 50 mil posibles víctimas [2] (es decir, de personas involucradas en estos “experimentos”, no habla de fallecidos).
Unas cincuenta clínicas de la ex RDA, este es el número indicado, colaboraron con multinacionales farmacéuticas como Schreing o Sandoz en unos 600 experimentos. En muchos casos (sin precisar ese ”muchos”), los enfermos no sabían que estaban siendo tratados con medicinas que carecían de licencia en la otra Alemania, la que el corresponsal del País llama la “capitalista y democrática”. A cambio de ello, las grandes y dominadoras corporaciones alemanes, estadounidenses y suizas, totalmente conscientes de la estafa e infamia que estaban diseñando y realizando, pagaban importantes sumas de dinero a las autoridades de la ex RDA “y ponían a su disposición material clínico diverso”. Según el corresponsal del País, estamos hablando de los años ochenta del siglo pasado, “cada estudio podía reportar unos 450.000 euros [¿euros?] en divisas a la maltrecha economía de la RDA”. ¿Cada estudio? ¿450 mil euros?
El jefe del archivo de la Stasi, Roland Jahn, ha denunciado que fue la industria farmacéutica occidental la que se benefició de la corrupción y servilismo de las políticas autoritarias en la RDA. La Stasi, según parece, parece razonable pensar en estos términos, también “estaba al tanto de todos estos manejos”.
En estos experimentos forzados participaron “la flor y nata de las grandes multinacionales del sector”. Los nombres inmaculados de las corporaciones corruptoras, todas ellas en activo (o fusionadas entre sí con otras grandes): Bayer (la del Bayer de München), Schering, Pfizer (la Big por excelencia), Sandoz y Roche se aprovecharon de la falta de garantías y de las “necesidades económicas del Este alemán”. Un informe de la Stasi, por ejemplo, que ha podido consultarse, “recoge una conversación entre médicos del hospital berlinés Charité, cuyo director científico, Christian Thierfelder, consideraba que la multinacional Schering [3] quería someter a ciudadanos orientales ‘a pruebas que la prensa occidental tacha de indignas e inhumanas”. Un claro signo de disconformidad científica y poliética.
Los ensayos abarcaron una amplia gama de productos: de quimioterapia, productos para el corazón, antidepresivos, etcétera. En determinados casos se “probaron” sustancias cuyos efectos no estaban claros. Los enfermos, en general, desconocían que estaban siendo tratados con medicinas que carecían de licencia en el “mundo occidental”.
Ejemplos del desastre enumerados por el corresponsal del País: “la empresa Hoechst, hoy parte de la multinacional francesa Sanofi, probó con enfermos orientales un medicamento llamado Trental, al que al menos dos personas no sobrevivieron”. Hay también pruebas de que otros dos personas “murieron tras ser tratados con Spirapril, de la farmacéutica bávara Sandoz, que interrumpió el estudio”. Otros documentos prueban que Boehringer [actualmente parte de la suiza Hoffmann-La Roche] “probó en 1989 tratamientos hormonales con EPO en 30 prematuros”. Der Spiegel habla de experimentos “con alcohólicos que, inconscientes o presas del delirio, fueron tratados” con Nimodipin, un fármaco de Bayer. “Debía fomentar el riego sanguíneo en el cerebro de pacientes incapaces de dar su consentimiento o de entender que estaban siendo sometidos a un ensayo médico”.
Sin pretender disculpar tanta barbarie, Volker Hess, director del Instituto de Historia de la Medicina de la Clínica Universitaria Charité, ha pedido que se evite “poner estos sucesos en la misma categoría de los experimentos con humanos” de los nazis durante la II Guerra Mundial. No todo es uno y lo mismo. El estalinismo o afín no es sinónimo de nazismo. Lo sucedido es otra cosa, estamos en otra dimensión. Si bien las farmacéuticas no recabaran el consentimiento de los pacientes, Hess asegura que los estudios se llevaron a cabo con arreglo a las normas clínicas comunes en este tipo de pruebas.
La RDA ya no existe. Muchos de sus dirigentes han fallecido. No hay que renunciar, desde luego, a pedir responsabilidades por las barbaridades cometidas, por las muertes provocadas. Ganancias de unos pocos y de las grandes corporaciones de casi siempre a costa del sufrimiento y la muerte de otros. No hay que olvidar tampoco el contexto histórico, la enorme presión política, que envuelve estas horribles decisiones. Pero el marco, en todo caso, no justifica la barbarie ni el engaño ni la corrupción. Otra lacra más, y no cualquier nota marginal, del socialismo realmente existente en la ex RDA (que de ninguna manera puede reducirse a hechos de esta naturaleza).
Pero queda en pie otro vértice esencial: el de las multinacionales farmacéuticas, las grandes corporaciones por todos admiradas y respetadas: Bayer, Pfizer, Sandoz y Roche. ¡Qué nombres, qué grandes nombres! ¡Cómo suenan! ¿Desconocían lo que estaba sucediendo? ¿Algún alocado en sus filas? ¿No les importaba en el fondo? ¿No es también lo sucedido de su entera responsabilidad? ¿Todo vale por aumentar la cuenta de resultados y la ampliación del negocio? ¿Quiénes, qué grandes nombres y hombres tomaron esas decisiones? ¿Corruptos, dirigentes corrompidos, sin corruptores y diseñadores? ¿No hay que pedir, no hay que exigir también responsabilidades civiles y criminales a este nudo central corporativo de este inmenso lodazal de antihumanismo, infamia y altos negocios?


PS: Para causar llanto, rabia e indignación entre militantes y ex militantes socialistas que no han tirado la toalla: el siguiente poema [4] es la letra que el gran Bertolt Brecht compuso en 1949 para acompañar el “Cuarteto del Kaiser” de Haydn como himno de la República Democrática Alemana, sin conseguir la aprobación de los dirigentes de la nueva república.


El donaire no ahorra el esfuerzo
Ni la pasión, el entendimiento
Que florezca una buena Alemania
Como cualquier otro buen país
Que los pueblos no palidezcan
Como ante una ladrona
Sino que nos tiendan sus manos
Lo mismo que a otros pueblos
Y no por encima y no por debajo
De otros pueblos queremos estar
Desde el mar hasta los Alpes
Desde el Oder hasta el Rin
Y porque hacemos mejor a este país
Lo amamos y lo protegemos
Y nos parece el más amable
Como a otros pueblos el suyo.


Notas:
[1] http://internacional.elpais.com/internacional/2013/05/12/actualidad/1368390654_419367.html
[2] En lugar de los pocos miles de casos de los que se habló en investigaciones previas.
[3] Actualmente parte de la Bayer
[4] Traducción de Amaranta Süss y Antoni Domènech. En Wolfgang Harich, “Para conmemorar el 50 aniversario de la muerte de Bertolt Brecht: Brecht y el himno nacional”. Sin permiso, nº 8, 2010, p. 37.




Salvador López Arnal es miembro del Frente Cívico Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona; director Jordi Mir Garcia)


Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.


2 comentarios:

  1. ¿Por qué cuestionan los periodistas adoradores del capitalimo burgués, basado en la explotacion del hombre proletario por el hombre empresario, más a los corrompidos que a los corruptores. Que conste que en tiempo de crisis del capitalismo que adoran, no me creo nada de lo que digan del sistema al que le declararon la guerra fría. Más bien, estoy seguro de que esa prensa es parte de la Operación Sinsonte dirigida por la CIA contra la URSS y aliados.

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  2. Al igual que no han eliminado la OTAN por autodisolución, tampoco la Operación Sinsonte ni la forma de trabajar de la CIA para colonizar países captando agentes nativos, como denunció décadas atrás Philip Ageep.

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