sábado, 28 de diciembre de 2013

La muerte de Mijaíl Kaláshnikov en el global-imperial

Salvador López Arnal

Sirva a modo de preámbulo: no estoy nada puesto en temas militares y dudo si llegué a tener en mis manos un AK-47 [Avtomat Kaláshnikova de 1947] cuando estuve en Nicaragua en 1985. En todo caso, mi aversión por las armas y la violencia (a pesar de Allende y su fotografía en La Moneda con el AK-47 que le había regalado Castro) sigue incólume –y en crecimiento acelerado- desde que tengo o intento tener uso de razón política.
Tanquista en la Segunda Guerra Mundial, herido de gravedad en 1941 durante la batalla de Briansk por fragmentos de metralla (grandes cicatrices testificaban la gravedad de las heridas), medalla Lenin de honor, Adrián Soto entrevistó a Mijaíl Kaláshnikov para El País [1], la primera que concedía a un “periodista occidental”, cuando el global era menos global y un pelín menos imperial. La guerra volvía a sacudir entonces (1992) a zonas y territorios de la antigua Unión Soviética. Muchos combates se libraban con el arma que él había pensado y diseñado con finalidades muy otras. Él, por supuesto, lamentaba la desintegración de su país y condenaba a quienes la buscaban y abonaban con el fusil que había inventado.
Algunas de sus declaraciones en aquel entonces, de alguien que hizo hincapié en que “su idea inicial de crear un nuevo fusil de asalto apuntaba a la defensa de las fronteras”, tenían el siguiente tono:
"Los americanos comenzaron a usar el M-16 durante la guerra de Vietnam. La innovación en el AKS-74 consistió en retocar el cañón, quitar peso al fusil introduciendo un cargador de plástico, reducir el calibre a 5,45 milímetros y aumentar su carga a 45 proyectiles. Todo parece haber resultado bien".
"Después de las muchas guerras de África o Centroamérica muchos combatientes han llamado a sus hijos Kaláshnikov o simplemente Kalash. Pasada la sorpresa inicial, me ha parecido algo divertido. Sobre todo, que esos jóvenes Kaláshnikov no me pidan la paternidad económica” [la bandera de Mozambique y el escudo de Burkina Faso lleven estampadas la curvada silueta de su fusil].
"El fusil o el arma en sí no mata. No se puede culpar a las armas de la desintegración de la URSS. Son personas las que han causado esa desintegración y esas personas están utilizando mi invento en forma nefasta".
Mijaíl Kaláshnikov falleció el pasado lunes 23 de diciembre en un hospital de la región de Udmurtia. El País, más global, más imperial, más anticomunista, más antisoviético que en aquel entonces, ha vuelto sobre él. Reproduzco algunos de los pasajes de la necrológica publicada [2]. Enseñan sobre evoluciones, falta de matices y prejuicios destacados:
1. “Su criatura ha matado a más gente en los últimos 60 años que ninguna otra arma -unas 250.000 muertes cada año de media- y ha sido protagonista de la mayor parte de las guerras durante ese período. Mijaíl Kalashnikov, el inventor del fusil de asalto AK-47 (de Avtomat Kaláshnikova modelo 47, por 1947, el año en que concluyó el diseño final del arma), siempre aseguró que su intención era defender a su patria, Rusia, y que lamentaba que su invento hubiese caído en malas manos”. ¡Más gente en el mundo que cualquier otra arma!
2. “No tuvo que pasar mucho tiempo hasta que muchos guerrilleros de inspiración comunista, grupos terroristas y movimientos de liberación convirtieron al AK en su arma predilecta. Un detalle: la silueta del AK-47 aparece en la bandera de Mozambique y en el escudo de Timor Oriental.” ¡Guerrilleros de inspiración comunista, terroristas, movimientos de liberación nacional… todo en la misma sopa!
3. “Incluso los militares estadounidenses que combatieron en la guerra de Vietnam no dudaban en muchos casos en deshacerse de sus carabinas y sustituirlas con un AK- 47 arrebatado a algún enemigo muerto.” ¡Militares estadounidenses, combates en la guerra de Vietnam, algún enemigo muerto…, casi como en una película made in Hollywood!
Al final, eso sí, se señala que “Kaláshnikov trabajó la mayor parte de su carrera militar como diseñador de armas para el Ejército, en el que alcanzó el grado de general” y que nunca se enriqueció con su invento, cuya propiedad era estatal, no privada. En 2007 y con motivo del 60 aniversario del registro oficial de su fusil, se apunta también, Kaláshnikov reconoció que “los verdaderos responsables de su invento fueron los nazis, al invadir su país”.
Su auténtica vocación era diseñar maquinaria agrícola, no armas. El cerco de Leningrado, la hambruna de Moscú y tantos otros actos criminales hicieron que pensara y trabajara en tareas muy alejadas.
Nota:
[1] http://elpais.com/diario/1992/11/13/internacional/721609208_850215.html
[2] http://internacional.elpais.com/internacional/2013/12/23/actualidad/1387817062_375190.html
Salvador López Arnal es nieto del cenetista asesinado en mayo de 1939 –delito: “rebelión militar”-: José Arnal Cerezuela.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes

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