En los últimos años, ha habido un aumento de la conciencia y el activismo en torno al caso de Oscar. Sin embargo, es imposible entender verdaderamente el gran apoyo para Oscar sin poner la campaña en favor de su liberación en el contexto social y económico actual de Puerto Rico. Es decir, el reciente aumento en el apoyo popular a un militante encarcelado por librar la lucha armada contra el imperialismo coincide con y refleja un disgusto general con el sistema colonial en declive irreversible. El desempleo estructural masivo, así como los niveles sin precedentes de la deuda pública y privada, han llegado a caracterizar a la sociedad puertorriqueña al igual que el resto del mundo capitalista. Una infraestructura que se desmorona, los servicios públicos inadecuados en las áreas de salud y educación, y la violencia endémica completan el cuadro de un territorio que fue una vez destacado por el imperialismo de EE.UU. como la "vitrina del Caribe" durante la época de la guerra fría. El resultado ha sido una corriente sin fin de personas obligadas a abandonar el país en un esfuerzo por asegurar una vida mejor para ellos y sus familias. Como una colonia directa de los EE.UU., la responsabilidad directa de lo que sucede en Puerto Rico recae sobre la clase dominante de EE.UU. y sus representantes políticos a pesar de la incompetencia y la corrupción de los lacayos coloniales que administran las operaciones diarias del aparato colonial estatal.
Sin embargo, el hecho de que el grueso de las filas de manifestantes consistió en trabajadores organizados e independientes, los desempleados, los estudiantes, etc. da prueba de la creciente conexión entre las preocupaciones diarias de la gente trabajadora y las cuestiones de justicia y el derecho a la independencia política en la conciencia colectiva. En los años recientes Puerto Rico ha sido el escenario de violentas protestas de estudiantes universitarios que resultaron en la ocupación del recinto de la Universidad de Puerto Rico, masivas manifestaciones en contra de las maniobras del capital de saquear los fondos de pensiones públicas y una reciente marcha para exigir un programa de empleos. Aunque estas luchas no son en modo evidencia de una conciencia revolucionaria generalizada capaz de transformar radicalmente la sociedad en el plazo inmediato, s í subrayan la voluntad de defenderse, de resistir, de no aceptar pasivamente las condiciones impuestas por el capital en una de sus colonias más antiguas. Son un germen sin el cual las formas superiores de conciencia no serían posibles.
La continuada militancia de Oscar López Rivera, después de tres décadas de cárcel, es un testimonio vivo de esta indomable voluntad de resistir todos los intentos de romper el espíritu combativo de un hombre, que se ha convertido en un símbolo de su pueblo, que anhela la libertad.
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