miércoles, 24 de julio de 2013

Prepotencia, chauvinismo y arrogancia, características de una cultura hegemónica

Aumentar tamaño del texto Disminuir tamaño del texto Partir el texto en columnas Ver como pdf 23-07-2013


Novas Pensatas

Traducido para Rebelión por Catherine Bryan

Dos amigos, jóvenes estudiantes estadounidenses, viajaron a Europa para conocer Portugal, España, Francia e Italia. Un día, cuando estaban comiendo en un restaurante portugués al aire libre, un extranjero, un joven europeo que necesitaba información se les acercó a ellos. Él les dijo: “Bom dia, poderiam me informar onde se encontra a Praça de D. Pedro IV?”(Buenos días, ¿podrían ustedes informarme dónde se encuentra la Plaza D. Pedro IV?) Uno de los estudiantes le miró al otro y le preguntó: “What did he say?” (Traducción: ¿Qué dijo?)
El amigo le contestó: “I didn’t understand anything that he said.” (No he entendido nada de lo que dijo.)
Sin estar seguro de lo que sucedía, el joven europeo decidió primero averiguar, preguntando: “Vocês falam português?”(¿Hablan ustedes portugués?)
Percibiendo que los dos estadounidenses no entendían la lengua portuguesa, decidió cambiar a la lengua castellana. Para estar seguro, comenzó con la pregunta: ¿“Hablan ustedes español?”
Los dos colegas gringos se miraron y, simultáneamente, preguntaron el uno al otro: “What did he say?” (¿Qué es lo que dijo?)
Constatando que los dos norteamericanos no entendían el español, cambió inmediatamente a la lengua francesa y preguntó: “Parlez vous français?”
Una vez más, los dos se miraron preguntando simultáneamente: “What did he say?”
Uno de ellos contestó: “Once again... I didn’t understand anything that he said.” (Nuevamente… no he entendido nada de lo que dijo.)
Confirmando que los dos norteamericanos tan poco entendían el francés, cambió rápidamente a la lengua italiana y preguntó: “Parlate voi italiano?”
Ellos se miraran y volvieron a preguntar: “What did he say?” y uno de los colegas respondió: “Shit, I didn’t understand anything that he said.” (Mierda, no entendí nada de lo que dijo.)
Concluyendo que los dos no entendían portugués, español, francés o italiano, el joven europeo decidió agradecerles y despedirse de ellos en los cuatro idiomas: “Obrigado, adeus”… “Gracias, adiós”…. “Merci, au revoir”… “Grazie, arrivederci”.
Pero los estudiantes estadounidenses no respondieron porque tan poco entendieron lo que el europeo había dicho. Quedaron callados por algunos minutos. Después, uno de ellos rompió el silencio y preguntó asu colega: “Don’t you think that we should learn a foreign language?” (¿No crees que deberíamos aprender a hablar un idioma extranjero?)
Pero el otro, presumido, concluyó el diálogo: “What for? That European guy knew how to speak four foreign languages and that didn’t help him communicate well with us at all. It was totally worthless.” (¿Para qué? Ese joven europeo sabía hablar cuatro idiomas extranjeros y no le ayudaron a comunicarse con nosotros. No le sirvieron para nada.)
Esta anécdota, ilustra y resume mi experiencia con la cultura hegemónica y con la actitud de una parte significativa de los estadounidenses hacia las personas y las lenguas extranjeras. En pocas palabras, esa parte de los estadounidenses está convencida que la única lengua que tiene importancia en el mundo es la lengua inglesa. Así, ellos se comportan como individuos ignorantes, arrogantes y prepotentes, olvidando (convenientemente) que la importancia y la hegemonía de su lengua inglesa fueron impuestas a las diferentes culturas por la fuerza, la violencia, las invasiones, las guerras contra los países de América Latina, de África y de Asia.
Soy brasileño y estoy casado con una estadounidense. Además de ser la madre de nuestras dos hijas, es una persona maravillosa que sabe y enseña literatura latinoamericana y lengua española a nivel universitario. Actualmente, tengo ciudadanía norteamericana y he vivido en los EEUU por más de 20 años. Durante todo ese tiempo, me he relacionado con estadounidenses de diferentes status sociales (principalmente la clase media), razas, géneros socio-sexuales y religiones, y he observado las siguientes características de la cultura dominante: ignorancia, arrogancia y prepotencia.
Partiendo de mi experiencia personal, daré un ejemplo que ayudará a ver lo que la anécdota arriba ilustra y resume tan bien. Es un ejemplo tomado de situaciones que se repiten frecuentemente por donde he vivido; y la frecuente repetición sugiere que la falta de conocimiento y la presunción (de que ellos son propietarios de la verdad) se configuran como características profundamente arraigadas en la cultura hegemónica de la mayoría de los estadounidenses.
Mister John Philip de Sousa, uno de los más famosos músicos estadounidenses, tiene ascendencia portuguesa como se puede notar por su apellido: el de la familia Sousa. Los estadounidenses acaban de celebrar el día de la independencia el pasado 4 de julio y, en esta fecha, enaltecen la figura de John Philip Sousa pues él es el compositor de una marcha oficial de los EEUU The Stars and Stripes Forever. Es llamado el Rey de las Marchas , por haber compuesto decenas de marchas que son muy conocidas y tocadas, no solamente en este país sino en todos los países sometidos al dominio económico, político y cultural del imperialismo de los EEUU.
Frecuentemente cuando pronuncio el último nombre del compositor Sousa en frente de los estadunidenses, ellos me corrigen pronunciando inmediatamente “Suza”. No quieren tomar la consciencia de que el apellido de él es un nombre portugués.
Hace algunos años, entré en el restaurante de la University of Minnesota y me encontré con un profesor de literatura portuguesa, director de mi tesis doctoral. Me senté a su lado y empecé a quejarme de esa actitud ignorante/prepotente de los estadounidenses. Después de escucharme , él habló tranquilamente:
“Não fique zangado. Como você sabe, sou filho de portugueses mas nasci nos EUA e tenho morado aqui toda minha vida. Falo português, mas o inglês é minha primeira língua. Pronuncio as palavras inglesas de um modo natural, fluente e corretamente como todo nativo-falante daqui. Mas, frequentemente me deparo com pessoas que me chamam R. Suza. Mas quando eu lhes informo que sou português e que a pronuncia correta do meu nome é Sousa, não Suza, eles fazem uma cara de surpresa, mas não me fazem caso: ignoram o que eu digo e continuam me chamando Suza. Tenho atualmente 48 anos mas faz pelo menos 40 anos que corrijo meus compatriotas e não me fazem caso.” (No quedes enojado. Como tú sabes, soy hijo de portugueses pero nací en los EEUU y he vivido aquí toda mi vida. Hablo portugués, pero el inglés es mi primera lengua. Pronuncio las palabras inglesas de un modo natural, fluente y correctamente como todo nativo-hablante de aquí. Frecuentemente me encuentro con personas que me llaman “Suza”. Cuando les informo que soy portugués y que la pronunciación correcta de mi nombre es Sousa, no Suza, ellos muestran una cara de sorpresa, pero no me hacen caso: ignoran lo que digo y siguen llamándome Suza. Tengo actualmente 48 años, pero hace por lo menos 40 años que corrijo a mis compatriotas y no me hacen caso.)
Después de hablar con el profesor quedé más tranquilo, sin embargo la misma cosa continúa sucediendo cuando digo el nombre de un lugar o de una persona de origen extranjera (judía, italiana o francesa). Inmediatamente me corrigen, ignorando torpemente que el nombre de las personas mencionadas no son nombres de raíces de la lengua inglesa.
Por otro lado, he sido profesor en los EEUU y he enseñado lengua, literatura, cultura brasileña y latinoamericana (en portugués y español) para estudiantes de los EEUU. Y de vez en cuando aparece en el salón de clase un alumno o alumna estadounidense que se recusa a aceptar mi pronunciación de ciertas palabras de lengua portuguesa.
Según su parecer mi pronunciación brasileña está errada. Cuando les pido una razón del por qué mi pronunciación está errada, el alumno o alumna me explica que su profesor/a de portugués anterior era un(a) norteamericano(a) y que el/la profesor(a) pronunciaba aquellas mismas palabras de un modo diferente. Así, el/la estudiante concluía que su profesor(a) anterior tenía razón y que yo, un profesor brasileño, estaba equivocado.
Es casi increíble que un número significativo de personas de este país puedan llegar a un nivel tan escandaloso de prepotencia y chauvinismo. Recusar o corregir la pronunciación de un profesor (nativo hablante) de su propia lengua por el hecho de que él/ella no pronuncia las palabras de la misma forma que un(a) profesor(a) estadounidense (no nativo hablante) es simplemente ridículo.
Pero eso no acontece exclusivamente con la lengua portuguesa o castellana. Estoy informado que esa situación se repite en la relación entre estudiantes y profesores de otras lenguas extranjeras también.
A veces tengo la voluntad de reírme, ironizar y burlarme de las personas y los estudiantes portadores de actitudes tan ignorantes y prejuiciosas, pero, en la mayoría de los casos, me contengo. Otras veces, no; otras veces no me contengo y prefiero ironizar para que dejen de ser imbéciles; para tomar consciencia de su ignorancia, prepotencia, arrogancia en su relación con otras culturas, religiones y lenguas extranjeras.
Fuente: http://novaspensatas.blogspot.com/2013/07/prepotencia-chauvinismo-e-arrogancia_6563.html


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nuevo mensaje