sábado, 21 de septiembre de 2013

Vicente Navarro, la salud y la crisis





Las contribuciones de Vicente Navarro a los temas de política sanitaria y gestión pública tienen una larga trayectoria. Navarro es además uno de los autores más destacados de los que hacen crítica social en España y frecuentemente contribuye a Rebelión y a otras publicaciones alternativas. Por todo ello sus ideas sobre la salud y la crisis merecen comentarse, tanto más cuando hay razones importantes para discrepar de algunas. Según ha afirmado Vicente Navarro en Rebelión, el impacto de la crisis económica y financiera en la salud de la población española ha sido puesto de manifiesto en publicaciones recientes en revistas científicas. No solo se está deteriorando la atención sanitaria, la sanidad, sino la misma salud de la población. Y esto es algo que se podría y se debería haber evitado, concluye Navarro, porque existen los medios para resolver las crisis. El objetivo de esta nota es discutir esas ideas.
La primera idea de Navarro es que los datos muestran que desde el inicio de la crisis ha habido un aumento sustancial de las listas de espera, del número de intervenciones quirúrgicas que han dejado de hacerse, así como de numerosos indicadores que demuestran que el sistema de sanidad pública se está deteriorando rápidamente. Navarro dice que todo ello beneficia a la sanidad privada, lo que es obviamente cierto. En España y en otros países europeos el deterioro progresivo de la atención prestada por los sistemas de sanidad pública, expuestos a creciente falta de financiación y a la presión constante para impulsar la privatización están llevando a los sistemas de atención sanitaria financiados por el Estado en dirección al modelo de atención sanitaria estadounidense. Ese modelo es caro, ineficiente y deja fuera a gran parte de la población, pero —y ese es obviamente el quid de la cuestión— proporciona grandes oportunidades de ganancia a las aseguradoras privadas, compañías farmacéuticas, fabricantes de material medicoquirúrgico, etc., que obviamente lo favorecen y lo presentan como ideal, a pesar de que deja sin cobertura a cerca de 50 millones de personas. En España el proceso de deterioro del sistema de sanidad pública y de privatización progresiva está impulsado por diversas fuerzas sociales y políticas entre las que el PP ocupa un papel clave. Nada pues que objetar a esta constatación de Vicente Navarro del deterioro de la sanidad pública y de cómo ese deterioro favorece el negocio de la medicina privada.
La segunda idea de Navarro es que los datos publicados indican también “el grave deterioro de la salud de la ciudadanía”. Como pruebas de ese deterioro de la salud de la población Navarro cita un aumento (de 20% desde 2007 a 2012) del número de pacientes con sintomatología de depresión, así como de los suicidios (8% desde el inicio de la crisis) y, sobre todo, de los intentos de suicidio. Estos datos no demuestran de ninguna forma un empeoramiento general de la salud de la población. Explicar por qué es así exige exponer primero algunos conceptos.
Para medir la salud de la población se usan diversos indicadores. Los más importantes son las tasas de morbilidad (la frecuencia con la que se dan las enfermedades) y las tasas de mortalidad (la frecuencia de muerte, por todas las causas o por causas específicas). Mientras que la mortalidad es relativamente fácil de cuantificar (implica contar defunciones), la morbilidad (implica contar “casos” de enfermedad) lo es mucho menos. Por ello los especialistas en salud pública usan los cambios de las tasas de mortalidad como indicador principal de la mejora o el empeoramiento de la salud de la población. Además, como la mortalidad por unas causas puede aumentar a la vez que disminuye la mortalidad por otras, para estimar globalmente la salud de una población hay que atender en primer lugar a la mortalidad por todas las causas y, en segundo lugar, a la mortalidad por las causas más frecuentes de muerte. Y el suicidio es causa de muerte muy por detrás en frecuencia de las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, los siniestros automovilísticos, las enfermedades de sistema respiratorio, etc.
En 1977, en el International Journal of Health Services, revista de la que Vicente Navarro era y sigue siendo director, se publicó un artículo titulado “ Prosperity as a cause of death ” (o sea, “Prosperidad como causa de muerte”), cuyo autor era Joe Eyer, un biólogo especializado en temas sanitarios. Eyer presentaba gráficas de la tasa de desempleo y de las tasas de mortalidad por distintas causas para EE.UU. desde 1870 a 1975. Las tasas de mortalidad tenían diversas tendencias a largo plazo; por ejemplo la mortalidad por enfermedades cardiovasculares aumentaba hasta la década de 1960 y luego comenzaba a disminuir. Pero sobrepuestas a la tendencia a largo plazo, Eyer mostraba oscilaciones que claramente tenían relación con el estado de la economía, ya que, curiosamente, los máximos de la curva de desempleo coincidían con mínimos en las tasas de mortalidad y los mínimos de desempleo coincidían con máximos de mortalidad. Como el desempleo tiende a bajar cuando hay una expansión económica y a subir cuando hay una recesión, lo que Eyer estaba demostrando es que en EE.UU. la mortalidad general y por diversas causas tendía a aumentar en las expansiones económicas, cuando el desempleo disminuye, y a disminuir en las épocas de recesión, cuando el desempleo aumenta. Eyer mostraba que solo en el caso del suicidio los máximos de mortalidad coincidían con máximos de la tasa de desempleo, lo que significa que los suicidios tienden a aumentar al aumentar el desempleo, es decir, en las épocas de recesión. Pero como el suicidio casi nunca excede del 5% de todas las defunciones, dependiendo de los países, el aumento de los suicidios en las épocas de recesión no compensa la disminución de la mortalidad por las demás causas. Así, aunque en las épocas de recesión económica aumentan los suicidios, la mortalidad general disminuye. En cambio la mortalidad aumenta en las épocas en que la economía está “boyante”. De ahí el título del artículo de Eyer publicado en la revista de Vicente Navarro: “Prosperidad como causa de muerte”.
La observación de Eyer no era nueva, medio siglo antes que él dos sociólogos estadounidenses, Dorothy Thomas y William Ogburn, habían notado lo mismo en datos de Gran Bretaña. Pero la observación les había parecido tan extraña que no habían sabido explicarla y su descubrimiento había sido olvidado. Eyer en cambio sugería explicaciones del fenómeno. En su opinión en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX el aumento de la mortalidad en años de prosperidad económica podría deberse al hacinamiento y el aumento del consumo de alcohol en esas épocas, en las que muchos emigraban del campo a las zonas urbanas en las que eran horrendas las condiciones de vivienda y trabajo (con jornadas de trabajo de hasta 12 y 14 horas). De hecho, Thomas y Ogburn habían notado que, extrañamente, la mortalidad por tuberculosis aumentaba en esas épocas “de prosperidad”. Pero Eyer consideraba que más modernamente, el estrés social podría ser lo mas importante, ya que durante las épocas de expansión económica aumentan los ritmos de trabajo, se hacen más horas extraordinarias y a la vez la emigración por motivos de trabajo fragmenta las comunidades y destruye las redes de apoyo social, redes cuyo efecto preventivo de la enfermedad ha sido repetidamente comprobado en las investigaciones sanitarias.
Las ideas de Eyer eran demasiado radicales para que penetraran en los medios académicos y así, como las de Ogburn y Thomas, fueron olvidadas, al parecer, también por el director de la revista que las había publicado. Pero como decía Lenin, los hechos son testarudos y casi tres decenios después de Eyer, otros autores comenzaron a encontrar el fenómeno una y otra vez en distintas épocas del siglo XX y distintos países (Alemania, Japón, España, Suecia, Argentina, México, Francia, los países de Asia oriental, etc.).
Que en la economía de mercado, alias “capitalismo” la mortalidad aumente en las épocas de prosperidad y disminuya en las de recesión es un fenómeno muy curioso que tiene connotaciones importantes. Los economistas a menudo presentan el crecimiento económico como panacea de los problemas sociales. En la visión habitual de políticos y economistas ese crecimiento o resuelve todos los problemas sociales o crea las condiciones para que se resuelvan. Pero si en las épocas de expansión de la economía aumenta la mortalidad, eso es un argumento para cuestionar la idea de que el crecimiento económico es favorable para la resolución de todos los problemas. Por eso, los autores que no quieren salirse de ese paradigma suelen mencionar los suicidios, que aumentan cuando la economía va mal, y disminuyen cuando va bien, pero suelen ignorar todas las demás causas de muerte, que son mucho más frecuentes y que en general evolucionan al revés, empeorando cuando los negocios van “viento en popa”.
Ahora bien, todo esto, ¿es aplicable a la crisis que comenzó a finales del 2007, que fue bautizada como “Gran Recesión” y que se está prolongando larga y dolorosamente en muchos países, especialmente en Europa y en concreto en España? Los datos muestran que la respuesta es afirmativa. Así puede comprobarse por ejemplo mirando las cifras de mortalidad que reporta la Organización Mundial de la Salud (véase el cuadro anexo). Según esas cifras, disponibles hasta el 2010, la mortalidad en España ha continuado su descenso durante los años de crisis. Pero, de hecho, durante la crisis la tasa de mortalidad, que hay que medir ajustada por edades para compensar el envejecimiento de la población, ha disminuido más rápidamente que antes de la crisis. En el trienio precrisis 2004-2007 esa tasa general de mortalidad disminuyó un 5,5% (de 565 a 534 por 100.000) mientras que en el trienio 2007-2010 posterior al comienzo de la crisis disminuyó un 8,8% (de 534 a 487 por 100.000, véase el cuadro). Si usando esos datos de la OMS se comparan las tasas de mortalidad específica por causas en el trienio 2007-2010 y en los años anteriores al comienzo de la crisis, se observa que en el periodo 2007-2010 disminuyeron la mortalidad infantil, la mortalidad por enfermedades cardiovasculares en general y por cardiopatía isquémica (infarto de miocardio) en particular, así como las defunciones por siniestros automovilísticos. Los homicidios prácticamente no variaron, pero aumentaron ligeramente los suicidios y aumentó marcadamente la mortalidad materna, que casi se duplicó. Todo esto obviamente no revela de ninguna manera un empeoramiento general de la salud de la población española.
Indicadores de salud de la población española en los años 2000-2010 según la base de datos Health For All de la Oficina Europea de la Organización Mundial de la Salud. La línea de puntos entre 2007 y 2008 señala el comienzo de la crisis


Tasas de mortalidad general y por causas específicas .




__ Tasas de mortalidad estandarizadas por edad __ .


Año

EVN
Mort.
infantil
Mort.
materna
Cardio-
vascular
Cardiopatía isquémica Sui-cidio Homi-cidio
Tráfico
Todas las causas Mortalidad
bruta
2000 79,5 4,4 3,8 197,9 65,3 7,3 1,0 14,8 610,7 8,97
2001 79,8 4,1 4,2 191,0 62,7 6,7 1,0 13,8 596,5 8,87
2002 79,9 4,2 3,3 187,5 61,7 7,0 1,0 13,1 592,7 8,92
2003 79,8 3,9 4,5 187,4 61,5 7,1 1,0 13,0 600,1 9,16
2004 80,5 4,0 4,6 173,5 57,3 7,0 1,4 11,3 565,2 8,71
2005 80,4 3,8 3,9 172,0 56,3 6,6 0,8 10,4 568,5 8,93
2006 81,2 3,5 2,9 159,0 51,9 6,2 0,8 9,5 532,4 8,43
2007 81,2 3,5 2,6 157,8 50,4 6,1 0,7 8,7 534,0 8,59
2008 81,5 3,4 4,6 151,3 47,4 6,5 0,8 7,2 519,7 8,47
2009 81,9 3,3 3,4 143,1 45,3 6,3 0,7 5,7 503,7 8,38
2010 82,3 3,2 4,1 137,6 43,8 5,8 0,7 5,1 487,0 8,29
Datos obtenidos en julio de 2013 de data.euro.who.int/hfadb/. EVN es esperanza de vida al nacer, en años. La tasa de mortalidad infantil se refiere a muertes de menores de un año y la de mortalidad materna a muertes maternas, ambas por 1000 nacidos vivos. “Homicidios” se refiere a la tasa de homicidio y lesiones intencionales y corresponde a 100.000 personas de una población europea estándar de edades de menos de 65 años. Las demás tasas de mortalidad estandarizadas por edad corresponden a todas las edades y están referidas a 100.000 personas de una población europea estándar. La tasa de mortalidad bruta son muertes por 1000 habitantes.
Navarro se ha unido a diversos autores que afirman, basándose en datos de indicadores de atención sanitaria y de suicidios, que la salud general está empeorando. Esta afirmación en primer lugar implica una evaluación sesgada de la salud de la población, considerando solo una causa de muerte, los suicidios, que representa una fracción relativamente pequeña del total de defunciones. En segundo lugar, alimenta la confusión entre “salud”, como característica de las personas o las sociedades con “atención sanitaria”, actividad a cargo de los médicos y otros profesionales de la salud. Implícitamente se infiere así de algún modo que la salud de la población tiene mucho que ver con lo que hacen los médicos y el sistema sanitario, cuando las investigaciones han demostrado —y Vicente Navarro ha sido uno de los autores que más lo ha enfatizado— que la salud (si vivimos o morimos o si caemos enfermos) tiene mucho más que ver con las condiciones de vida y trabajo, con el lugar donde residimos y con lo que consumimos o dejamos de consumir y con cómo nos relacionamos con los demás que nos rodean y mucho menos con lo que hacen o dejan de hacernos los profesionales de la salud. La salud de la población y la atención sanitaria no van necesariamente en la misma dirección y de hecho una puede deteriorarse a la vez que la otra se mantiene o mejora. De hecho, tal parece ser lo que ha ocurrido en España en los tres años que siguieron al comienzo de la crisis en el 2007.
Algo que vale la pena mencionar es el aumento de la mortalidad materna desde el 2007, aumento que no parece haberse comentado hasta ahora y que podría ser indicio del empeoramiento de la atención sanitaria. Aunque habría que decir también que quizás podría deberse a que la crisis ha traído consigo una caída importante de la tasa de natalidad, que disminuyó un 7,4% entre 2008 y 2010. Es probable que el menor número de nacimientos se deba a la salida del país de mujeres emigrantes y a que muchas parejas jóvenes, entre las cuales es mucho más frecuente el desempleo o el empleo precario, pueden haber decidido que estos no son tiempos para tener hijos. Como la mortalidad materna se calcula como número de defunciones relacionadas con el embarazo o el parto por cada 1000 nacidos vivos, la tasa podría haber aumentado por haberse incrementado la proporción de nacimientos de hijos de madres añosas, que tienen mayor riesgo de complicaciones obstétricas.
En el artículo que comento, Navarro concluye que la crisis, con todas sus consecuencias, se podría haber evitado. Las situaciones de recesión económica que se han dado en el mundo siempre se han resuelto a través de políticas como el New Deal en EE.UU. o el plan Marshall en Europa, opuestas, dice Navarro, a las que se están aplicando en España, que implican recortes y contrarreformas laborales que bajan los salarios y reducen la protección social. Siendo como son importantes las afirmaciones de Navarro sobre la sanidad y la salud de la población, quizá es más importante su idea de que la presente crisis económica habría podido evitarse con políticas económicas como las que cita. Quienes afirman tal cosa siguen de hecho las ideas económicas de Keynes y sus seguidores, quienes sostienen que fomentando el gasto público se resuelve la crisis y se abortan sus consecuencias. Con ciertas variantes, es la misma idea que por ejemplo el antiguo ministro de economía Carlos Solchaga propagaba en los años ochenta cuando hablaba de la necesidad de reestructuraciones y ajustes más o menos pequeños (fine tuning se decía en inglés) para hacer que la economía española se recuperase. Todo ello, a la vez, por supuesto, que la tasa de desempleo oscilaba a niveles cercanos al 20% —no mucho menores que los actuales— en los que se mantuvo durante muchos años con gobiernos del PSOE o del PP. Lo que realmente hizo que disminuyera el desempleo en España hacia finales de los noventa no fueron las políticas de gasto publico, sino la reactivación de la economía mundial que en España se asoció en concreto al boom del ladrillo tras el cambio de siglo.
Dos siglos de historia de crisis económicas muestran más que de sobra que la economía capitalista, alias “de mercado” o “de libre empresa”, pasa una y otra vez por episodios de crisis en los que el mercado “se atasca”, los productos no se venden y millones se quedan sin trabajo y sin ingresos. Lord Keynes, que se manifestaba partidario de la burguesía culta e ilustrada frente a los trabajadores rudos e ignorantes, proclamó aristocráticamente haber descubierto la teoría general que permite evitar esos espasmos recurrentes del capitalismo. La solución keynesiana es aumentar el gasto público para compensar la huelga de inversiones de quienes tienen dinero, que es la causa real que hace que se deprima la actividad económica y se desencadene la crisis. Por supuesto que los ya casi sesenta años de historia que tiene el keynesianismo a sus espaldas muestran que el remedio no funciona. Lo que en realidad hace que las crisis se resuelvan no son las políticas keynesianas sino el aumento de la explotación de los asalariados —vía recortes de salarios nominales, vía inflación— y la destrucción de capital —vía quiebras de empresas, impago de deudas y destrucción del capital físico (máquinas abandonadas, inventarios que se devalún por obsolescencia), que tiene su máxima expresión en las guerras. Mientras que en las crisis la caída de salarios y el consiguiente aumento de la explotación hace que aumente la ganancia extraída de cada asalariado, la destrucción de capital hace que disminuya el capital total que ha de repartirse esa ganancia. El resultado es que finalmente se recupera la rentabilidad del capital, de forma que se acaba la huelga de inversiones y se reactiva la economía. Estas ideas, que propuso Marx hace siglo y medio, explican mucho mejor que la palabrería académica —sea de economistas conservadores a lo Milton Friedman o de keynesianos socialdemócratas a lo Navarro— la evolución general del mundo capitalista desde entonces y el por qué ocurren y se resuelven las crisis.
Sería demasiado extenso explicar aquí en detalle por qué las políticas keynesianas no resuelven las crisis. Por otra parte, ni siquiera los economistas keynesianos serios afirman hoy que el New Deal de Roosevelt resolvió la Gran Depresión. Eso queda para propagandistas estilo Obama y, lamentablemente, para autores como Vicente Navarro. Es triste porque Navarro en otros tiempos aplicaba criterios materialistas al análisis de los sistemas de salud y de los sistemas políticos y económicos. Hoy en cambio se une al coro de quienes ven en el aumento del gasto público, en la regulación de la banca y en un gobierno “progresista” que aumente los impuesto a los ricos la panacea de los males sociales. El problema ya no es el capitalismo, sino “el mal gobierno”.
A menudo se critica como utópicos a quienes atacan al capitalismo como sistema económico irracional y defienden la necesidad de otro sistema. Pero las ideas de quienes afirman que lo único necesario es una buena política económica no son menos utópicas. Ni están basadas en algo realmente posible (¿qué gobierno de los que son hoy pensables a corto o medio plazo va a “meter en cintura” a los banqueros?) ni tienen fundamento en la historia del capitalismo. Hace medio siglo el keynesiano Paul Samuelson decía que la “ciencia económica” tiene instrumentos para mantener la estabilidad de la economía y evitar las crisis, pero la experiencia histórica ha demostrado sobradamente que no es cierto, aunque ahora lo repita Vicente Navarro.
El capitalismo es un sistema económico y social que en sus escasos siglos de vida ha transformado el mundo hasta casi hacerlo irreconocible. Los avances que ha generado son innegables. Hace dos siglos una gran parte de los niños que nacían no llegaban a cumplir el primer año y la mayor parte de la humanidad estaba compuesta por personas que no sabían leer ni escribir. Como sistema social y económico “revolucionario” el capitalismo continuamente transforma lo que se produce y el cómo se produce, en las crisis destruye gran parte de los avances sociales y salariales obtenidos en las épocas de prosperidad, en todas las circunstancias hace aumentar las desigualdades sociales y en las épocas de “prosperidad económica” (que significa buenas ganancias para el capital), pone serios obstáculos a la mejora de la salud de la población y hace que se avance a marchas forzadas en el proceso de destrucción de todo aquello que hace posible la vida en nuestro planeta. Va siendo hora de enviar este sistema al basurero de la historia.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Honduras Administración Lobo dicta auto de prisión contra líder Lenca Berta Cáceres

OFRANEH


En horas de la mañana del día de ayer, el juzgado de letras de Intibuca dispuso ordenar el encarcelamiento de Berta Cáceres, bajo una serie de falsas acusaciones, demostrando que la actual administración se encuentra al servicio de los empresarios involucrados en la destrucción de los ríos en Honduras.

No bastó con el asesinato del compañero Lenca Tomas García, el pasado 15 de junio, DESA y Sinohydro exigieron la prisión de Berta Cáceres como una muestra de sumisión por parte de la dictadura civil que maneja el país.

La oposición del pueblo Lenca a la destrucción de sus ríos y su entrega a la elite de poder, no es más que resistencia al esquema de saqueo sistemático de los territorios indígenas y sus bienes comunes, que está emprendiendo el grupúsculo de poder para entregarlos al capital transnacional.

Mientras el Lobo se pavonea en el Vaticano entregando una réplica de la Virgen de Suyapa, en Honduras los esbirros del Ministerio Público siguiendo las instrucciones de los piratas- empresarios, se afanan para encerrar una de las voces más potentes en desafiar la actual dictadura.

El Estado de derecho en el país ha desaparecido: mientras a los grandes narcotraficantes se les permite darse a la fuga, a la valiente líder Lenca se le ordena encarcelarla bajo cargos ficticios.

Los ministerios de cartón (Justicia y Etnias) creados por la actual administración gubernamental con el propósito de lavar su imagen, se han convertido en cómplices de las masacres y asesinatos (Ahuas, Rio Blanco y Locomapa) cometidos en contra de indígenas indefensos, sucumbiendo en el silencio cómplice, antes que defender los derechos de los pueblos y sus territorios.

Exigimos la inmediata liberación de Berta Cáceres y la suspensión de la construcción de la represa de Agua Zarca, además de la implementación del Derecho a la Consulta y Consentimiento Previa, libre e Informada.

El uso de munición con uranio empobrecido no solo asesinó a muchos civiles sino que sigue provocando malformaciones en bebés


La OMS se niega a publicar el informe sobre cáncer y malformaciones congénitas en Iraq

Globalresearch/IraqSolidaridad


“Necesitamos una organización de Naciones Unidas a la que los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad no pueda corromper”

La Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha negado categóricamente, en contra de su propio mandato, a publicar las pruebas que han demostrado en Iraq que el uso de uranio empobrecido y otras armas en Iraq por el ejército estadounidense no solo asesinó a muchos civiles sino que sigue haciéndolo consecuencia de las malformaciones congénitas de los bebés.
El asunto salió por primera a la luz vez en 2004, gracias a un informe especializado de la OMS sobre la salud a de la población civil de Iraq a futuro, como resultado de la utilización de armas cubiertas de uranio empobrecido. Este primer informe se mantuvo en secreto; en realidad la OMS lo suprimió.
El estudio realizado por tres científicos, máximos expertos en radiación, advertía de que tanto los niños como los adultos podrían contraer cáncer después de respirar el polvo contaminado con uranio empobrecido, que es radioactivo y químicamente tóxico [1]. Sin embargo la OMS, que utilizó como un experto asesor en radioactividad al autor principal del estudio, el Dr. Keith Baverstock, impidió su publicación. El Dr. Baverstock declaró que el informe había sido deliberadamente suprimido, aunque la OMS lo negó [2].
Casi nueve años más tarde, un informe sobre cánceres y malformaciones congénitas en Iraq, realizado conjuntamente por la OMS y el Ministerio iraquí de Sanidad, tenía que haber visto la luz en noviembre de 2012. “[…] La publicación se ha retrasado repetidamente y ahora no hay ninguna fecha prevista.”
Hasta el momento, el estudio de la OMS permanece en ‘secreto’. Según Hans von Sponeck, ex coordinador humanitario en Iraq “[…] El gobierno de Estados Unidos quería evitar que la OMS supervisara zonas del sur de Iraq donde el uranio empobrecido se ha utilizado y ha causado graves daños a la salud y supone un peligro para el medio ambiente.” [3]
Esta tragedia en Iraq recuerda a una de las armas químicas que los estadounidenses utilizaron en Vietnam, y al hecho de que Estados Unidos no ha reconocido ni pagado compensación alguna, ni ha dado asistencia médica a los miles de niños deformes nacidos, y que aún siguen naciendo, debido a que el ejército estadounidense utilizó agente naranja por todo el país.
Los millones de litros de este producto que se lanzaron en el Vietnam rural fueron ávidamente manufacturados y vendidos al Pentágono por empresas como Dupont, Monsanto y otras que codiciaban grandes beneficios.
Dado el récord que ostenta Estados Unidos en no reconocer las atrocidades que comete en guerra, lamento advertir a esas madres de Najaf y de otras ciudades y pueblos iraquíes que no intenten traer más niños al mundo porque nunca recibirán ni ayuda ni consuelo. [4]
Necesitamos una organización de Naciones Unidas a la que los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad no pueda corromper.
Notas del autor y de IraqSolidaridad
1.- Sobre los últimos informes sobre uranio empobrecido véase Paloma Valverde, “Nuevos informes sobre la contaminación radioactiva en Iraq”, IraqSolidaridad 6 de mayo de 2013. Véase también en IraqSolidaridad “Entrevista con el Dr. Busby”, 5 de enero de 2012
2.- Véase Rob Edwards, WHO ‘Suppressed’ Scientific Study into Depleted Uranium Cancer Fears in Iraq, The Sunday HeraldFebruary 24, 2004)
3.- Citado en Mozhgan Savabieasfahani Rise of Cancers and Birth Defects in Iraq: World Health Organization Refuses to Release DataGlobal Research, July 31, 2013.
4.- Para más información véase Sarah Morrison, “Iraq registra un gran aumento de malformaciones congénitas”, blog de IraqSolidaridad, 14 de octubre de 2012.
Denis Halliday fue Coordinador humanitario de Naciones Unidas en Iraq, con rango de Secretario general, desde el 1 de septiembre de 1997 hasta 1998, cuando dimitió en protesta por las sanciones genocidas aplicadas por Naciones Unidas al pueblo de Iraq. Le sucedió Hans von Sponeck, quien también dimitió de su cargo por las mismas razones.
Texto original en inglés disponible aquí
Traducido para IraqSolidaridad por Paloma Valverde

Fuente: http://www.iraqsolidaridad.org/2013/09/oms-uranio/


viernes, 20 de septiembre de 2013

Obama frente a Obama







obamavsobama1

En más de una ocasión, el premio Nobel de la Paz ha sido concedido a personas con cuestionables atributos para merecerlo, pero al único que se le otorgó “a crédito” fue a Barack Obama. La causa debió haber sido las esperanzas que despertó su elección en todo el mundo. Parecía anunciar el fin de una escalada belicista que, con la excusa de combatir el terrorismo, nos aterrorizó a todos. Para Bush no existían demarcaciones legales, éticas o humanitarias con tal de extender la hegemonía de Estados Unidos en el “nuevo siglo americano”. Nada importaba al poco ilustre tejano la opinión internacional ni la de sus propios conciudadanos, mucho menos la veracidad de sus argumentos.
Obama regalaba otra imagen de gobernante: inteligente, culto, crítico de la política injerencista y exponente de una voluntad renovadora con raíces en su propia historia personal. Con su inmensa capacidad de comunicación, convenció a muchos que realmente privilegiaba la diplomacia sobre la guerra, que sería respetuoso del orden internacional y, sobre todo, que era un hombre honesto.
Cualquiera, mínimamente informado, sabe que las pretensiones imperialistas de Estados Unidos establecen obligaciones que ningún presidente puede evadir. Pero la discusión respecto a la política de Obama no era que no trataría de satisfacer estos objetivos, sino cómo lo haría y cuáles serían sus límites. El “poder inteligente”, incluso en función de los mismos propósitos, no dejaba de ser un alivio comparado con el actuar de su predecesor.
Debo reconocer que  nunca compré completo el paquete obamista, pero todavía creo que es un  hombre consciente de la responsabilidad del legado que representa. Otra cosa es que tenga el valor de asumirlo con todas sus consecuencias. Conciencia versus consecuencia ha sido el dilema que ha caracterizado la ejecutoria de Obama durante todo su gobierno, pero nunca llegó tan lejos contra sí mismo como en el caso de Siria.
En Iraq y Afganistán, su carácter no lo ha dejado avanzar más allá de una paz a medias. En Libia, trató de guardar la ropa antes de meterse en el río y dejó que algunos de sus aliados cargaran con los “méritos” de la victoria y el costo político del desastre. En el caso de Siria, parecía que tendríamos más de lo mismo, mientras no dejaba de alentar la guerra, hablaba de la necesidad de moderación, argumentando, con razón, la naturaleza terrorista de parte de la oposición que enfrentaba al gobierno de ese país y sus posibles consecuencias para la propia seguridad de Estados Unidos.
Sin embargo, inesperadamente, tomó en sus manos la trompeta de la guerra y la sopló con su propia boca, echando mano a la desacreditada excusa de las armas de destrucción masiva. Recordando al peor Bush, dijo que actuaría al margen del orden internacional y del criterio de sus propios aliados, si ello fuese necesario. Ante tamaña mutación, es lógico suponer que hasta su esposa y sus hijas dudaran de la decisión del presidente, como él mismo ha confesado.
Con seguridad, al igual que Bush lo supo en su momento, Obama era consciente de que ni dentro ni fuera de su país tendría un apoyo mayoritario para atacar militarmente a Siria; que para actuar de esa manera tendría que pasar por encima del Consejo de Seguridad de la ONU y que incluso muchos de sus aliados no se sumarían a la aventura. La diferencia entre ambos, es que todo eso a Bush le importaba un bledo y a Obama le debe importar mucho, toda vez que entra en contradicción con la doctrina que lo puso en la presidencia de Estados Unidos y determinó que le prestaran un premio Nobel.
Lo peor, es que tampoco como guerrero Obama es consistente y determinado. Frente a la crisis originada por su decisión, salió a buscar la aprobación del Congreso, colocándose en una posición donde no existe una opción ganadora: si obtiene los votos gracias al apoyo republicano, quedará enajenado de buena parte de su partido. Si sucede lo contrario, será como resultado de que demócratas y republicanos se unieron en su contra. Tal parece que Obama se ha propuesto hundir las esperanzas demócratas en las próximas elecciones.
¿Qué puede entonces haber arrastrado a Obama a tamaño dislate?
Creo que solo él tiene la respuesta, pero tiendo a pensar que no es fruto de su imaginación, sino de sus debilidades. El hecho de que sus principales colegas, especialmente Kerry como Hagel, hayan cerrado filas junto al presidente y empujado con ganas por la guerra, nos indica que Obama no se volvió loco, sino que importantes intereses presionaron para que actuara de esta manera y no tuvo el valor de enfrentárseles.
Para colmo, Rusia se apareció con una propuesta tan hábil que colocó a Estados Unidos en una posición de absoluta indefensión frente a la opinión pública internacional. Bush hubiese actuado de todas formas, pero Obama no es capaz de tomar una decisión definitiva y vuelve a dejar las cosas a medias, como corresponde a su naturaleza.
Nada, que al primer presidente mestizo de Estados Unidos le quedó grande el Nobel, no tanto por lo que ha hecho como por lo que ha dejado de hacer, y ahora los que le concedieron el premio anuncian reunirse en Noruega para decidir su posible revocación. Lo que se discute debe ser que no ha pagado la deuda contraída.
Fuente: http://progresosemanal.us/20130914/obama-vs-obama/

50 verdades sobre la Revolución Cubana


Opera Mundi


Símbolo de los anhelos de independencia de América Latina y del Tercer Mundo, la Revolución Cubana marcó la historia del siglo XX.
1. El triunfo de la Revolución Cubana el 1 de enero de 1959 es el acontecimiento más relevante de la Historia de América Latina del siglo XX.
2. Las raíces de la Revolución Cubana se remontan al siglo XIX y a las guerras de independencia.
3. Durante la primera guerra de independencia, de 1868 a 1878, el ejército español derrotó a los insurrectos cubanos sumidos en profundas divisiones internas. Estados Unidos brindó su apoyo a España vendiéndole las armas más modernas y se opuso a los independentistas persiguiendo a los exilados cubanos que intentaban aportar su contribución a la lucha armada. El 29 de octubre de 1872, el secretario de Estado Hamilton Fish hizo partícipe a Sickles, entonces embajador estadounidense en Madrid, de sus “deseos de éxito para España en la supresión de la rebelión”. Washington, opuesto a la independencia de Cuba, deseaba tomar posesión de la isla.
4. Cuba es efectivamente una de las más antiguas inquietudes de la política exterior de Estados Unidos. En 1805, Thomas Jefferson señaló la importancia de la isla, subrayando que su “posesión [era] necesaria para asegurar la defensa de Luisiana y de la Florida pues [era] la llave del Golfo de México. Para Estados Unidos, la conquista sería fácil”. En 1823, John Quincy Adams, entonces Secretario de Estado y futuro presidente de Estados Unidos, aludió al tema de la anexión de Cuba y elaboró la teoría de la “fruta madura”: “Cuba, separada por la fuerza de su propia conexión desnaturalizada con España, e incapaz de sobrevivir por ella misma, tendrá necesariamente que gravitar alrededor de la Unión norteamericana, y únicamente alrededor de ella”. Así, durante el siglo XIX, Estados Unidos intentó seis veces comprar Cuba a España.
5. Durante la segunda guerra de independencia, entre 1895 y 1898, los revolucionarios cubanos, unidos alrededor de su líder José Martí, tuvieron que hacer frente otra vez a la hostilidad de Estados Unidos que brindó su concurso a España vendiéndole armas y arrestando a los exilados cubanos que intentaban apoyar a los independentistas.
6. José Martí, en una carta profética a su amigo Gonzalo de Quesada escrita el 14 de diciembre de 1889, advirtió de la posibilidad de una intervención estadounidense: “Sobre nuestra tierra, Gonzalo, hay otro plan más tenebroso […]: e l inicuo de forzar a la Isla, de precipitarla, a la guerra, para tener pretexto de intervenir en ella, y con el crédito de mediador y de garantizador, quedarse con ella”.
7. En 1898, a pesar de su superioridad material, España se encontraba al borde del abismo, vencida en el campo de batalla por los independentistas cubanos. En una carta al presidente estadounidense William McKinley, de fecha 9 de marzo de 1898, el embajador Woodford, ubicado en Madrid, señaló que “la derrota” de España era “segura”. “[Los españoles] saben que Cuba está perdida”. Según él, “si Estados Unidos desea Cuba, debe conseguirla mediante la conquista”.
8. En abril de 1898, tras la explosión misteriosa del buque de guerra estadounidense The Maine en la bahía de La Habana, el Presidente McKinley solicitó autorización del Congreso para intervenir militarmente en Cuba e impedir que la isla consiguiera su independencia.
9. Varios congresistas denunciaron una guerra de conquista. John W. Daniel, senador demócrata de Virginia, acusó al Gobierno de intervenir para evitar una derrota de los españoles: “Cuando llegó la hora más favorable para un éxito revolucionario y la más desventajosa para España, […] se exige al Congreso de Estados Unidos entregar el ejército de Estados Unidos al Presidente para ir a imponer un armisticio por la fuerza a las dos partes, mientras que una de ellas ya depuso las armas”.
10. En tres meses, Estados Unidos tomó el control del país. En diciembre de 1898, Estados Unidos y España firmaron un tratado de paz en París sin la presencia de los cubanos, destrozando así su sueño de independencia.
11. De 1898 a 1902, Estados Unidos ocupó Cuba y obligó a la Asamblea Constituyente a que integrara la enmienda Platt en la nueva Constitución, so pena de prorrogar la ocupación militar.
12. La enmienda Platt prohibía que Cuba firmara cualquier acuerdo con un tercer país o que contratara una deuda con otra nación. También daba derecho a Estados Unidos a intervenir en cualquier momento en los asuntos internos de Cuba y obligaba a la isla a arrendar indefinidamente a Washington la base naval de Guantánamo.
13. En una carta de 1901, el general Wood, entonces gobernador militar de Cuba, felicitó al Presidente McKinley: “Desde luego hay poca o ninguna independencia para Cuba bajo la enmienda Platt y la única cosa importante ahora es buscar la anexión”.
14. De 1902 a 1958, Cuba tenía el estatus de república neocolonial, política y económicamente dependiente, a pesar de la abrogación de la enmienda Platt en 1934, entonces obsoleta.
15. Estados Unidos intervino militarmente en Cuba en 1906, 1912, 1917 y 1933 tras la caída del dictador Gerardo Machado, cada vez que un movimiento revolucionario amenazaba el estatu quo.
16. La Revolución de 1933, liderada por Antonio Guiteras, fue frustrada por la traición de un sargento llamado Fulgencio Batista, que se convirtió general y colaboró con la embajada de Estados Unidos para mantener el orden establecido. Dirigió el país entre bambalinas hasta su elección como presidente en 1940.
17. Tras las presidencias de Ramón Grau San Martín (1944-1948) y Carlos Prío Socarrás (1948-1952), gangrenadas por la violencia y la corrupción, Fulgencio Batista puso fin al orden constitucional el 10 de marzo de 1952 orquestando un golpe de Estado militar.
18. El 26 de julio de 1953, un joven abogado llamado Fidel Castro, miembro del Partido Ortodoxo fundado por Eduardo Chibás, se puso al frente de una expedición de 131 hombres y atacó el cuartel Moncada en la ciudad de Santiago, segunda fortaleza militar del país, así como el cuartel Carlos Manuel de Céspedes en la ciudad de Bayamo. El objetivo era tomar el control de la ciudad –cuna histórica de todas las revoluciones– y lanzar un llamado a la rebelión en todo el país para derrocar al dictador Batista.
19. La operación fue un fracaso y numerosos combatientes –55 en total– fueron asesinados tras ser brutalmente torturados por el ejército. En efecto, sólo seis de ellos murieron en combate. Algunos lograron escapar gracias al apoyo de la población.
20. Fidel Castro, capturado unos días después, le debió la vida al sargento Pedro Sarría, quien se negó a seguir las órdenes de sus superiores y ejecutar al líder de Moncada. “¡No disparen! ¡No disparen! ¡Las ideas no se matan!”, exclamó frente a sus soldados.
21. Durante su histórico alegato titulado “La Historia me absolverá”, Fidel Castro, quien se encargó de su propia defensa, denunció los crímenes de Batista y la miseria en la cual se encontraba el pueblo cubano y presentó su programa para una Cuba libre.
22. Condenado a 15 años de prisión, Fidel Castro fue liberado en 1955 después de la amnistía que le concedió el régimen de Batista y se exiló en México donde organizó la expedición del Granma, con un médico argentino llamado Ernesto Guevara.
23. El 2 de diciembre de 1956, Fidel Castro desembarcó en la provincia oriental de Cuba a la cabeza de 81 revolucionarios con el objetivo de desatar una guerra de guerrillas en las montañas de la Sierra Maestra.
24. Contrariamente a una idea preconcebida, Estados Unidos jamás brindó su apoyo al Movimiento 26 de Julio, organización político-militar dirigida por Fidel Castro, durante toda la guerra insurreccional del 2 de diciembre de 1956 al 1 de enero de 1959.
25. Al revés, Washington persiguió con saña a todos los simpatizantes del Movimiento 26 de Julio exilados en Estados Unidos, quienes intentaban suministrar armas a los rebeldes.
26. Al mismo tiempo, el Presidente Dwight D. Eisenhower siguió suministrando armas al ejército de Batista, incluso después de la instauración de un embargo de fachada en marzo de 1958.
27. El 23 de diciembre de 1958, a una semana del triunfo de la Revolución, mientras el ejército de Fulgencio Batista se encontraba en plena desbandada a pesar su superioridad en armas y hombres, tuvo lugar la 392 reunión del Consejo de Seguridad Nacional, con la presencia del Presidente Eisenhower. Allen Dulles, entonces director de la CIA, expresó claramente la posición de Estados Unidos: “Tenemos que impedir la victoria de Castro”.
28. Como en 1898, el Presidente Eisenhower estaba a favor de una intervención armada para impedir el triunfo de Fidel Castro. Preguntó si el Departamento de Defensa había pensado en “una acción militar que podría ser necesaria en Cuba”. Sus asesores lograron disuadirlo de ello.
29. Así, la hostilidad de Estados Unidos hacia la Revolución Cubana no tiene nada que ver con el contexto de la Guerra Fría. Empezó antes de la llegada al poder de Fidel Castro, antes de la alianza con Moscú en mayo de 1960, y siguió después de la desaparición del bloque soviético en 1991.
30. El 1 de enero de 1959, cinco años, cinco meses y cinco días después del asalto al cuartel Moncada del 26 de julio de 1953, triunfó la Revolución Cubana.
31. En enero de 1959, Estados Unidos acogió con los brazos abiertos a los partidarios del antiguo régimen, incluso a los criminales de guerra, quienes habían robado 424 millones de dólares al Tesoro cubano.
32. Desde el inicio, la Revolución Cubana tuvo que edificar su proyecto de sociedad en un contexto de estado de sitio permanente, frente a la creciente hostilidad de Estados Unidos. Desde 1959, Cuba nunca ha disfrutado de un clima de paz para construir su futuro. En abril de 1961, Cuba tuvo que enfrentar la invasión armada de Bahía de Cochinos que organizó la CIA, y en octubre de 1962 la isla fue amenazada de desintegración nuclear durante la crisis de los misiles.
33. Desde 1959, Estados Unidos, decidido a derrocar a Fidel Castro, ha llevado una campaña de terrorismo contra Cuba con más de 6.000 atentados, que costaron la vida a 3.478 civiles e incapacitaron de por vida a 2.099 personas. Los daños materiales se evalúan en varios miles de millones de dólares y Cuba ha tenido que gastar sumas astronómicas para su seguridad nacional, lo que limitó el desarrollo de los programas sociales. El propio líder de la Revolución fue víctima de 637 tentativas de asesinato.
34. Desde 1960, Washington impone sanciones económicas sumamente severas, ilegales según el Derecho Internacional, que afectan a las categorías más vulnerables de la población, o sea las mujeres, los niños y los ancianos. Este estado de sitio, condenado por la inmensa mayoría de la comunidad internacional (188 países de 192), que constituye el principal obstáculo al desarrollo de la isla, ha costado más de un billón de dólares a Cuba.
35. A pesar de todos estos obstáculos, la Revolución Cubana es un innegable éxito social. Al dar la prioridad a los más desheredados con la reforma agraria y la reforma urbana, al erradicar el analfabetismo, al desarrollar la educación, la salud, la cultura y el deporte, Cuba ha creado la sociedad más igualitaria del continente latinoamericano y del Tercer Mundo.
36. Según la UNESCO, Cuba dispone de la tasa de analfabetismo más baja y de la tasa de escolarización más alta de América Latina. El organismo de las Naciones Unidas señala que “la educación ha sido la prioridad en Cuba desde hace [más de] 40 años. Es una verdadera sociedad de educación”. Su informe sobre la educación en 13 países de América Latina clasifica a Cuba como primera en todas las asignaturas. Según la UNESCO, Cuba es la nación del mundo que consagra la parte más elevada del presupuesto a la educación, con cerca del 13% del PIB.
37. Cuba tiene una tasa de mortalidad infantil de 4,6 por mil, o sea la más baja del continente americano, más baja que la de Canadá o Estados Unidos.
38. Cuba es la nación que dispone del mayor número de médicos per cápita del mundo, con 85.000 profesionales para 11,1 millones de habitantes. Según el New England Journal of Medecine, la revista médica más prestigiosa del planeta, “el sistema de salud [de Cuba] ha resuelto problemas que el nuestro [el de Estados Unidos] todavía no ha logrado resolver”. La revista subraya que “Cuba dispone ahora del doble de médicos por habitante que Estados Unidos”.
39. Según la UNICEF, “Cuba es un ejemplo en la protección de la infancia” y un “paraíso de la infancia en América Latina”, y enfatiza que Cuba es el único país de América Latina y del Tercer Mundo que ha erradicado la desnutrición infantil.
40. Según el Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD), Cuba es el único país de América Latina y del Tercer Mundo que se encuentra entre las diez naciones del mundo con el mejor Índice de Desarrollo Humano sobre los tres criterios “esperanza de vida, educación y nivel de vida” durante la última década.
41. La Revolución Cubana ha hecho de la solidaridad internacionalista un pilar esencial de su política exterior. Cuba acoge a decenas de miles de estudiantes procedentes de los países pobres, les ofrece formación universitaria gratuita de alto nivel y se encarga de todos los gastos. La Escuela Latinoamericana de Medicina de La Habana es una de las más famosas del continente americano y ha formado a varios miles de profesionales de la salud procedentes de más de 123 países.
42. Desde 1963 y la primera misión internacionalista en Argelia, cerca de 132.000 médicos cubanos y otro personal sanitario trabajaron voluntariamente en 102 países. Actualmente, 38.868 colaboradores médicos, entre ellos 15.407 médicos, ofrecen sus servicios en 66 naciones del Tercer Mundo.
43. Gracias a la Operación Milagro que lanzó Cuba en 2004, que consiste en operar gratuitamente a poblaciones pobres víctimas de enfermedades oculares, cerca de 2,5 millones de personas de 28 países recobraron la vista.
44. El programa de alfabetización cubano “Yo, sí puedo”, lanzado en 2003, permitió que 7 millones de personas de los cinco continentes aprendieran a leer, escribir y sumar.
45. Según el World Wild Fund for Nature (WWF), la organización más importante de defensa de la naturaleza, Cuba es el único país del mundo que ha alcanzado un desarrollo sostenible.
46. Cuba desempeñó un papel clave en la lucha contra el apartheid, con la participación de 300.000 soldados en Angola entre 1975 y 1988 para hacer frente a la agresión del ejército supremacista surafricano. El elemento decisivo que puso fin al apartheid fue la estrepitosa derrota militar que las tropas cubanas infligieron al ejército surafricano en Cuito Cuanavale, en el sureste de Angola, en enero de 1988. En un discurso, Nelson Mandela rindió homenaje a Cuba: “¡Sin la derrota infligida en Cuito Cuanavale nuestras organizaciones no habrían sido legalizadas! ¡La derrota del ejército racista en Cuito Cuanavale hizo posible que hoy yo pueda estar aquí con ustedes! ¡Cuito Cuanavale marca un hito en la historia de la lucha por la liberación del África austral!”
47. Contrariamente a una idea preconcebida, la Revolución Cubana ha tenido cuatro presidentes distintos: Manuel Urrutia de enero de 1959 a julio de 1959 y Oswaldo Dorticós de julio de 1959 a enero de 1976 bajo el antiguo régimen de la Constitución de 1940, y Fidel Castro de febrero de 1976 a julio de 2006 y Raúl Castro desde 2006 tras la adopción de la Constitución de 1976.
48. Los medios informativos occidentales, propiedad de conglomerados económicos y financieros, vilipendian a la Revolución Cubana por una razón muy precisa que no tiene nada que ver con la democracia y los derechos humanos: el proceso de transformación social iniciado en 1959 sacudió el orden y las estructuras establecidos, puso en tela de juicio el poder de los dominantes y propone una alternativa social donde los recursos se destinan a la mayoría y no a una minoría.
49. La principal conquista de la Revolución es haber hecho de Cuba una nación soberana e independiente.
50. La Revolución Cubana, edificada por varias generaciones de cubanos, posee todas las virtudes y defectos de la condición humana y nunca ha tenido la pretensión de erigirse en modelo. Sigue siendo, a pesar de sus dificultades, un símbolo de dignidad y de resistencia en el mundo.
*Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de La Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula Cuba. Les médias face au défi de l’impartialité , Paris, Editions Estrella, 2013, con un prólogo de Eduardo Galeano. http://www.amazon.fr/Cuba-m%C3%A9dias-face-d%C3%A9fi-limpartialit%C3%A9/dp/2953128433/ref=sr_1_1?s=books&ie=UTF8&qid=1376731937&sr=1-1
Contacto: lamranisalim@yahoo.fr ; Salim.Lamrani@univ-reunion.fr
Página Facebook: https://www.facebook.com/SalimLamraniOfficiel
Fuente: http://operamundi.uol.com.br/conteudo/babel/31245/50+verdades+sobre+la+revolucion+cubana.shtml
rCR

La independencia y el parón de Dilma a Obama




La segunda independencia de América Latina probablemente representa uno de los hechos geopolíticos más importantes a nivel mundial de los últimos 15 años, opina Mark Weisbrost, agudo analista estadunidense. Palabras más o menos, en este espacio lo venimos diciendo hace más de una década. Hemos apuntado que América Latina y el Caribe forman la región más independiente del planeta, vanguardia a escala internacional en la lucha contra el neoliberalismo y el imperialismo, por la democracia participativa, por la justicia social, por los derechos de los pueblos originarios y por una relación amorosa y armónica con la naturaleza. La recuperación por los gobiernos boliviano, ecuatoriano y venezolano del andino Sumak Kawsay, “buen vivir” en quechua, es un avance filosófico y civilizatorio de proporciones gigantescas que podría servir de base a la construcción de sociedades ajenas a la depredación ecológica y al consumismo. Naturalmente, esto podrá conseguirse más pronto mientras más países rompan con las políticas del Consenso de Washington de modo que sea posible construir, como propone la Alba, una zona económica latino-caribeña que gradualmente gane autonomía al mercado capitalista mundial.
Claro, existen gobiernos de derecha como los de México, Costa Rica, Panamá, Colombia, Perú y Chile, pero incluso ellos tienen que ajustarse a esta realidad y lo prueba el hecho de que se hayan sumado a las instituciones de unidad e integración regional como la Unasur y la Celac. No es casual, por citar lo más reciente, que ninguno haya suscrito la declaración de 25 países promovida por Washington que exige una "fuerte respuesta internacional" a Damasco por su presunto uso de armas químicas.
Aquí hemos dado cuenta de hechos trascendentales que han marcado el giro hacia la segunda independencia de América Latina. Entre otros, la elección de Hugo Chávez como presidente de Venezuela(1998) o el no al bushista Alca dado por él junto a otros mandatarios suramericanos en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata(2005).
Contundentes gestos de independencia y dignidad de líderes latino-caribeños son cada vez más frecuentes. Esta semana admiramos la rotunda cancelación por la presidente brasileña Dilma Rouseff de la visita de Estado que se suponía realizara a Washington a fines de octubre. El hecho no sorprende pues ella había advertido a Obama en varias ocasiones, incluso personalmente en la cumbre del G20, que no acudiría a la cita si no le daba explicaciones y le ofrecía disculpas escritas por el escandaloso espionaje a sus telefonemas y correos electrónicos así como a los de dependencias y empresas brasileñas como Petrobras, denunciado por el informático Edward Snowden.
Dilma contó después de su plática con Obama: “ Le dije que quiero que me explique todo, que en inglés se dice everything. Al suspender la visita la presidencia de Brasil declaró: “las prácticas ilegales de interceptación de las comunicaciones y los datos de ciudadanos, empresas y miembros del gobierno brasileño constituyen un hecho grave, atentatorio a la soberanía nacional y a los derechos individuales, e incompatible con la convivencia democrática entre países amigos”.
El hecho es más notorio porque en el protocolo yanqui una “visita de Estado” no es lo mismo que una mera visita oficial y se le considera un honor conferido a muy pocos dignatarios extranjeros, no declinado hasta este momento por ninguno. De ese tamaño es el rechazo de Dilma a la violación de la soberanía de su país.
Para nadie debería ser un secreto que, como apunta Weisbrost, “Washington aún ve el giro hacia la izquierda de la región –y la independencia consolidada por sus gobiernos de izquierda–, como un cambio temporal que puede revertirse”. Pone de ejemplo el apoyo de Obama a los golpes de Estado en Honduras y Paraguay y, en general, su poca disposición a concretar con hechos el “nuevo comienzo” que prometió a América Latina en 2009.
Estados Unidos no acepta una América Latina independiente. Allí están el golpe de Estado de 2002 contra Chávez y los actuales intentos desestabilizadores contra Caracas, el golpe “cívico” contra Evo, el que intentó asesinar a Correa y la feroz escalada del ejército mediático del Pentágono contra los gobiernos independientes de la región. Relucientes reclutas de ella, los contrarrevolucionarios nacidos en Cuba que se hacen los graciosos por CNN en español. No debemos ver como ajena la arremetida contra Siria.
Twitter. @aguerraguerra

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Por una soberanía idiomática


Página12


Escritores, intelectuales y académicos, entre otros, plantean “la necesidad perentoria de establecer una corriente de acción latinoamericana que recoja la pregunta por la soberanía lingüística como pregunta crucial de la época”. Proponen la creación de un Instituto Borges y la apertura de un foro de debate en el Museo del Libro y de la Lengua.

I El lema actual de la Real Academia Española (RAE) es “Unidad en la diversidad”. Lejos del purista “Limpia, fija y da esplendor”, el de hoy anuncia la mirada globalizadora sobre el conjunto del área idiomática. Podría entenderse como enunciado referido al carácter pluricéntrico del español, pero como al mismo tiempo la RAE define políticas explícitas en la conformación de diccionarios, gramáticas y ortografías, el matiz de “diversidad” que propone termina perdiéndose en el marco de decisiones normativas y reguladoras que responden a su tradicional espíritu centralista. Las instituciones de la lengua son globalizadoras cuando piensan el mercado y monárquicas cuando tratan la norma. La noción pluricéntrica, entendida en sentido estricto (diversos centros no sometidos a autoridad hegemónica), queda cabalmente desmentida entre otros ejemplos por el Diccionario Panhispánico de Dudas (2005), en el que el 70 por ciento de los “errores” que se sancionan corresponde a usos americanos. El mito de que el español es una lengua en peligro cuya unidad debe ser preservada ha venido justificando la ideología estandarizadora, que supone una única opción legítima entre las que ofrece el mundo hispanohablante.
En la tradición del pensamiento argentino esto se ha debatido profusamente. Desde la intervención de Sarmiento sobre la necesaria reforma ortográfica hasta la afirmación del matiz en Borges, la condición americana de nuestra lengua no estuvo exenta de querellas. Para los hombres del siglo XIX, se trataba de sacudir la condición colonial de esa herencia y por ello emprendieron la búsqueda de formas atravesadas por otros idiomas. Pero si coquetearon con el francés, se asustaron con el cocoliche, y aún más con la idea de que la diferencia provenía de los diversos mestizajes y contactos con el mundo indígena. Las discusiones sobre la lengua fueron discusiones sobre la nación. Durante el siglo XX, los debates sobre la lengua también fueron en gran medida debates sobre las instituciones y sobre el papel del Estado nacional. La emergencia de voces que propugnaban por una “soberanía idiomática” tuvo un momento de condensación cuando el gobierno peronista enunció, en 1952, el objetivo de crear una Academia Nacional de la Lengua para que produjera instrumentos lingüísticos propios. Cuestionaba, así, a las academias normativas existentes, en particular a la Real Academia Española.
Son y no son nuestros debates. En este momento, la crítica a España no debería abrir posiciones de retorno a esos énfasis nacionales. Que por un lado creían en las nuevas amalgamas y por otro tendían a borrar toda diferencia interna, negando, para ser nacionales, la heterogeneidad étnica y cultural de las poblaciones habitantes del territorio. Nuestra contemporaneidad, signada por intentos novedosos de integración sudamericana, en la que por primera vez la región se ha dado instituciones políticas de articulación (el Mercosur, la Unasur, el ALBA) abre una perspectiva fundamental: la de considerar la cuestión de la lengua a nivel regional, como dimensión de esos procesos en los que frente a la globalización mercantil se forja una alianza entre los países de la región.
Una región en la que hay dos lenguas mayoritarias, el portugués y el español, y lenguas indígenas que trascienden las fronteras nacionales, como el quechua, el mapuche, el guaraní, merece políticas de integración y comunicación, apostando al bilingüismo y al reconocimiento de lo plural y cambiante en los idiomas. La lengua es el campo de una experiencia y la condición para la constitución de sujetos políticos y, a la vez, una fuerza productiva.
II Valoración política de la heterogeneidad más que festejo mercantil de la diversidad. Eso reclamamos. No sólo en lo que hace a territorios nacionales en los que coexisten lenguas indígenas y lenguas migratorias. También afirmación de la heterogeneidad en los usos literarios y expresivos. La idea de un “castellano neutro”, usada en los medios de comunicación y en algunos tramos de la legislación, termina situando una variedad –en general la culta de las ciudades– en ese lugar sin comprender su propia condición relativa y arbitraria. En la oralidad borra las diferencias regionales y en la escritura funciona como llamado a un aplanamiento de la capacidad expresiva en nombre de la comunicación instrumental.
Allí funciona, como es posible ver en las industrias editoriales y en los medios de comunicación, una estrategia de mercado que no supone menos homogeneización y supresión de las diferencias que las viejas instituciones estatales y sus controles disciplinarios. La integración latinoamericana, como horizonte necesario de las políticas nacionales, supone una conjunción de esas heterogeneidades y no su olvido en nombre de una globalización sin asperezas ni rugosidades.
Así como hay discusiones en curso sobre los medios y sobre la Justicia, creemos necesario constituir un foro sobre las cuestiones que hacen a las políticas de la lengua. No es necesario abundar sobre esa dimensión, pero sí enunciar algunos ejemplos: las industrias audiovisuales no pueden pensarse, tal como se hace visible con la ley del doblaje, sin decisiones sobre la lengua o sólo con la idea de trabajo nacional o desarrollo propio; las estrategias educativas centradas en la distribución de herramientas tecnológicas no pueden completar su tarea sin la consideración de los contextos lingüísticos de su aplicación; la literatura no puede desligarse de la consideración social de la lengua que hablamos y tampoco de la situación del mundo editorial, ligado de múltiples modos con los mercados internacionales. Todos estos fenómenos tienen varias dimensiones: la material, económica, empresarial, laboral y la que hace a la fundación cultural. No pueden verse como disyuntivas tenaces, a elegir entre cosmopolitismos entreguistas y defensas soberanistas, sino como la oportunidad única, para América latina, de recrear sus modos de integrarse y diferenciarse.
III En marzo de 1991, el gobierno de Felipe González, con explícito auspicio de la corona española, creó el Instituto Cervantes, situándolo en principio como dependencia del Ministerio de Asuntos Exteriores. La fecha y la iniciativa de gobierno no son en nada ajenas al proceso político de rápida integración europea en el que en ese período, entre mediados de la década del ’80 y la década del ’90, se encontraba España, obligada entonces a poner en línea con la Unión no sólo los índices de regulación fiscal y un conjunto de estrategias económicas para ingresar plenamente al mercado común europeo, sino también sus políticas de administración pública, educativas y culturales. Es en el marco general de esas reformas que el gobierno español asume la determinación de proyectar institucionalmente la lengua, entendiéndola como bien estratégico. Se inscribe así en una larga tradición europea que arranca en Francia en el siglo XIX. La Alliance Française, que según las mediciones estadísticas de la Unión, se promociona actualmente como la organización cultural más grande del mundo, fue creada en 1883, por un comité de notables entre los que se encontraban Louis Pasteur, Ernest Renan, Jules Verne, el ingeniero Ferdinand Lesseps y el editor Armand Colin. El propósito de la institución, equivalente del tardío Instituto Cervantes, fue también el de difundir la lengua y la cultura francesas en el mundo. Hacia fines del siglo XIX, este objetivo enlaza evidentemente con las políticas de expansión y reparto de zonas de influencia de las potencias imperiales europeas. A cuenta del ingeniero Lesseps no sólo hay que poner esa iniciativa “cultural”, también la construcción del canal de Panamá y del canal de Suez (el uno indispensable conexión oceánica para las nuevas configuraciones del mercado mundial y el otro pieza fundamental de la política imperial francesa); y de su discípulo Alfred Ebélot, la construcción argentina de la zanja de Alsina, foso fronterizo con el mundo indio. La Società Dante Ali-ghieri se funda en 1889, su primera zona fuerte de influencia se sitúa en el norte de Africa. Y ya en el siglo XX, el British Council y las asociaciones de cultura inglesa y en la reconstrucción alemana de posguerra (1951) el Goethe Institut. En los últimos años, en un contexto bien diferente, se fundaron el Instituto Confucio (China) y el Camoes (Portugal), al tiempo que Brasil proyecta su Instituto Machado.
Esta brevísima descripción de los organismos europeos creados para la difusión de sus lenguas centrales, vinculados en general con perspectivas diplomáticas y de política exterior, apunta a señalar que fueron inicialmente concebidos como instrumentos de asociación entre el valor “comunicacional” de la lengua y el sistema de expansión y aclimatación de la economía mundial en el período. La lengua queda así principalmente comprometida en su rasgo instrumental, como dispositivo técnico de penetración económica por una parte, y a la vez como fórmula de colonización y propagación cultural. No muy distinto es el caso del Instituto Cervantes. Adaptado a las exigencias de la integración española a Europa en el auge de la globalización, se propuso sin embargo y desde el comienzo como apéndice de una articulación mayor y específica con la vieja institución reguladora de la lengua, la Real Academia, y sus sedes y correspondientes americanas. El Cervantes se define así en un doble escenario funcional: instrumento de promoción de la enseñanza del español y de divulgación cultural en países y regiones no hispanohablantes, e institución de apoyo a las políticas reguladoras y normativas de la lengua en países de habla hispana. Esta doble función la distingue del resto de los organismos europeos equivalentes. La Academia Francesa o la italiana (Accademia della Crusca) no buscan imponer significativamente formas normativas a través de la Alliance o la Dante; y en el contexto anglófono, como se sabe, no hay institución que rija las mutaciones y variedades de la lengua inglesa. En esos años, los ’90, el Cervantes se asume como correlato y “avanzada” del intenso crecimiento de los negocios españoles en Sudamérica (privatización de las comunicaciones, de la energía y del transporte, fuerte penetración de la banca, etc.). Por su parte, y ya a partir de la década anterior, las industrias culturales españolas comienzan a proyectarse como un campo de profuso rendimiento. La industria editorial, entonces fuertemente subsidiada por el Estado español, fue esbozándose como cifra hegemónica en la región idiomática y beneficiaria de los bruscos procesos de concentración del sector. Desde entonces, el Instituto Cervantes ha sido y es una pieza decisiva en la construcción de la “marca” España. La palabra “marca”, con la que el Instituto Cervantes y sus organismos satélites tienden a identificarse, y referida para nombrar los desplazamientos de mercado, las astucias y fetichismos de la publicidad, constituye una huella histórica evidente del papel que viene asignándose a la lengua.
IV La lengua no es un negocio, pero a menudo se la trata como tal, y entre algunas corporaciones españolas, por ejemplo, cunde la metáfora de compararla con el petróleo. España no tiene crudo, se dice, pero perforando en sus yacimientos brotó a borbotones el idioma español, que terminó por arrojar más y mejores réditos. Pero las perforaciones no se hacían sólo en Madrid, también en Medellín, en Lima, en Santiago, en Buenos Aires; en materia idiomática, España siempre sintió que se trataba de “sus” yacimientos, pues no se cansa de decir que se trata de un “bien común” e “invaluable”, y que por eso es ella la que se encarga de comercializarlo en el resto del mundo. El patrimonio es compartido, pero la destilación es extranjera.
Para dimensionar la realidad petrolífera de la lengua citaremos sólo algunos datos que surgen del Informe 2012 del Instituto Cervantes: más de 495 millones de personas hablan español. Es la segunda lengua del mundo por número de hablantes y el segundo idioma de comunicación internacional. En 2030, el 7,5 por ciento de la población mundial será hispanohablante (un total de 535 millones de personas). Para entonces, sólo el chino superará al español como lengua con un mayor número de hablantes nativos. Dentro de tres o cuatro generaciones, el 10 por ciento de la población mundial se entenderá en español. En 2050, Estados Unidos será el primer país hispanohablante del mundo. Unos 18 millones de alumnos estudian español como lengua extranjera. Las empresas editoriales españolas tienen 162 filiales en el mundo repartidas en 28 países, más del 80 por ciento en Iberoamérica, lo que demuestra la importancia de la lengua común a la hora de invertir en terceros países. Norteamérica (México, Estados Unidos y Canadá) y España suman el 78 por ciento del poder de compra de los hispanohablantes. El español es la tercera lengua más utilizada en la red. La penetración de Internet en la Argentina es la mayor entre los países hispanohablantes y ha superado por primera vez a la de España. La demanda de documentos en español es la cuarta en importancia entre las lenguas del mundo.
Otro dato final, que no consta en el Informe: el 90 por ciento del idioma español se habla en América, pero ese 90 acata, con más o menos resistencia, las directivas que se articulan en España, donde lo habla menos del 10 por ciento restante. Estos números bastan para comprender el interés en discutir los destinos de la lengua: sus usos, su comercialización, su forma de ser enseñada en el mundo. Si fuera sólo un asunto económico no tendría relevancia el tema, pero afecta a las democracias, a la integración regional, a la soberanía cultural de las naciones.
Pretendemos evidenciar esta realidad, no para crear un frente común contra España, a la que no consideramos nuestra enemiga. El problema es el monopolio, la utilización mercantil de la lengua y la consiguiente amenaza cultural que supone imponer el dominio de una variedad idiomática. España no es el enemigo, pero no solapamos la necesaria polémica que debemos establecer con sus órganos de difusión y comercialización de la lengua. Cuando el rey Juan Carlos le dice al nuevo director del Instituto Cervantes y ex presidente de la Real Academia: “¡Ocúpese de América!”, nosotros conocemos bien la naturaleza profunda de esa ocupación.
España, por lo demás, tiene todo el derecho del mundo a tener una política de Estado en relación con la lengua; lo insólito es que nuestro país no la tenga, cediéndole el “derecho a disfrutar bienes ajenos con la obligación de conservarlos, salvo que la ley autorice otra cosa”, según define “usufructo” el Diccionario de la RAE, al que le rendimos este pequeño tributo, apelando a sus propias definiciones.
V El Cervantes, organismos como Fundéu (Fundación para el Español Urgente), y las expresiones y acuerdos de colaboración con las Academias Nacionales de la lengua, suelen indicar explícitamente el patrocinio de empresas e instituciones que las promueven: Iberia, BBVA, Banco Santander, Repsol, RTV, Agencia EFE, CNN en español, etc. Los efectos de esta ofensiva de dominio sobre la lengua son vastísimos y de compleja delimitación. Nos interesa destacar aquí, preliminarmente, el modo en que se han ido obstaculizando las vías de comunicación, encuentro e intercambio latinoamericano. Las corporaciones de medios y los monopolios editoriales en combinación con las instituciones y organismos de control de la lengua produjeron un creciente aislamiento cultural entre nuestros países, sólo revisado en el plano político, social y económico por los proyectos de integración regional (Unasur, Mercosur, ALBA), pero no suficientemente interrogado en el plano cultural. Hasta la década del ’70, en el período inmediatamente anterior a la generalización de modelos dictatoriales de gobierno en la región, la literatura latinoamericana produjo, al margen del llamado “boom”, acontecimientos relevantes de cruce e interrelación. Acontecimientos cuya medida no atañe meramente a los mecanismos editoriales de distribución o comercialización del libro, sino al campo de la lengua misma, a sus procedimientos y construcciones poéticas. Los lectores argentinos, no requeridos de esa abstracción de mercado que se presenta bajo la fórmula “español neutro”, incorporaron sin dificultad el conjunto de variedades de la lengua e inversamente el idioma de los argentinos fue asimismo recibido y conjugado por lectores mexicanos, cubanos, peruanos, chilenos o colombianos.
Aunque se trata de una especulación no del todo comprobable, si es cierto que la neutralidad que ahora persiguen las grandes corporaciones editoriales reporta mayores ganancias, es a la vez indudable que pone en funcionamiento un mecanismo de abierto empobrecimiento de la lengua. El programa de uniformización que está en curso es el correlato concluyente de la naturaleza general normativa y de las corrientes totalizadoras de esta etapa del capitalismo. Aun a pesar de sus pronunciamientos y sermones democratistas, el espíritu neoliberal procede de una difusa raíz totalitaria. Si conocimos sobradamente la bestialización económica del programa, sus efectos destructivos de vaciamiento político institucional y los daños generales causados sobre el tejido social, no menos preocupante, aunque de verificación más opaca, resulta el impacto que esa lógica impuso e impone sobre la lengua. Como en la parábola de la “carta robada”: sus alcances están a la vista y a la vez ocultos.
Lo que es cierto respecto del control corporativo de los medios de comunicación lo es también en el campo de la producción cultural, en el sector editorial, en el audiovisual, en la historia literaria reciente, en la traducción, en la enseñanza del español como lengua extranjera o en el amplísimo terreno de la educación pública. Por una parte enfrentamos la tarea de nombrar los efectos de estas políticas de la lengua, pero también, y sobre todo en condiciones de amenaza latente de restauración neoliberal, la necesidad perentoria de establecer una corriente de acción latinoamericana que recoja la pregunta por la soberanía lingüística como pregunta crucial de la época.
VI Es tiempo, creemos, de sostener el camino de una lengua cosmopolita, a la vez, nacional y regional. Nuestro español, pleno de variedades, modificado en tierras americanas por el contacto con las lenguas indígenas, africanas y de las migraciones europeas, nunca fue un localismo provinciano. Fue lenguaraz y no custodio, es experiencia del contacto y no afirmación purista. Al menos, el que sostenemos como propio. En América latina se han macerado grandes escrituras al amparo de esa búsqueda: desde el ensayismo del peruano José Carlos Mariátegui, que pensaba que una cultura nacional surgía de la doble apelación al cosmopolitismo y al indigenismo, hasta la antropología del brasileño Gilberto Freyre, que vio en el portugués del Brasil una creación de los esclavos africanos. Pero también desde la lengua mixta y tensa de José María Arguedas, lengua que problematiza la herencia colonial, o el barroco americano de Lezama, definido como lengua de contraconquista, hasta la precisa intervención borgeana. Porque Borges, cuyo peso y búsquedas en estas discusiones son innegables, fue quien marcó el camino de una inscripción profundamente argentina de la lengua literaria y a la vez la desplegó como español universal.
Borges es el Cervantes del siglo XX: ésto es, el renovador mayor de la lengua, no sólo para su país natal sino para el conjunto de los hispanohablantes. Si en los años veinte buscó en la sonoridad de la criolledá la expresión idiomática propia, una década después descubría que no se trata de color local: que la lengua estaba en un tono, una respiración, una andadura. Lo hizo de modos polémicos y no poco cuestionables, como su carácter antiplebeyo y sus derivas conservadoras. Pero es el momento de recuperar, con su nombre, una apuesta que toma la suya como inspiración y al mismo tiempo debe modificarla.
Una apuesta, dijimos, a generar un estado de sensibilidad respecto de la lengua, que no se restrinja a una reflexión académica sino que enfatice sobre su dimensión política y cultural, y que se proyecte sobre las grandes batallas contemporáneas alrededor de las hegemonías comunicacionales y la democratización de la palabra. Una apuesta que por ahora imaginamos doble: la constitución de un foro de debates en el Museo del Libro y de la Lengua de la Biblioteca Nacional y el impulso a la creación de un Instituto Borges: un ámbito desde el cual producir una composición latinoamericana de estas cuestiones. Una institución que lleve este nombre, como episodio argentino de una política encaminada a la creación de una Asociación Latinoamericana de la lengua, forzosamente deberá considerar su acto de fundación también como un acontecimiento de la lengua, portador de su memoria viva, de su pasado escurridizo y de las adquisiciones que obtiene y puede perder en su camino. Un Instituto Borges puede ser una institución con sus actos de reunión y reconocimiento, pero también una inflexión para mantener la vida propia del horizonte lenguaraz en el que vivimos.
* Irene Agoff / Susana Aguad / Jorge Alemán / Fernando Alfón / Germán Alvarez / María Teresa Andruetto / Julián Axat / Martín Baigorria / Cristina Banegas / Silvia Battle / Diana Bellessi / Gabriel Bellomo / Carlos Bernatek / Emilio Bernini / Esteban Bértola / María del Carmen Bianchi / Alejandra Birgin / Esteban Bitesnik / Jorge Boccanera / Martín Bonavetti / Karina Bonifatti / José Luis Brés Palacio / Cecilia Calandria / Marcelo Campagno / Arturo Carrera / Albertina Carri / José Castorina / Gisela Catanzaro / Diego Caramés / Carlos Catuogno / Sara Cohen / Vanina Colagiovanni / Hugo Correa Luna / Américo Cristófalo / Sergio Chejfec / Gloria Chicote / Luis Chitarroni / Guillermo David / Oscar del Barco / Silvia Delfino / José del Valle / Marta Dillon / Ariel Dilon / Gabriel D’Iorio / Angela Di Tullio / Nora Domínguez / Víctor Ducrot / Juan Bautista Duizeide / María Encabo / Andrés Erenhaus / Vanina Escales / Ximena Espeche / Liria Evangelista / José Pablo Feinmann / Javier Fernández Míguez / Alejandro Fernández Moujan / Christian Ferrer / Gustavo Ferreyra / Ricardo Forster / Daniel Freidemberg / Silvina Friera / Mariana Gainza / Leila Gándara / Germán García / Gabriela García Cedro / Marieta Gargatagli / Laura Gavilán / Juan Gelman / Juan Giani / Horacio González / Mara Glozman / Ezequiel Grimson / Luis Gusmán / Liliana Heer / Sebastián Hernáiz / Liliana Herrero / Flora Hillert / Walter Ianelli / Cecilia Incarnato / Pablo Ingberg / Ezequiel Ipar / María Iribarren / Estela Jajam / Noé Jitrik / Mario Juliano / Lisandro Kahan / Tamara Kamenszain / Pedro Karczmarcyck / Mauricio Kartun / Alejandro Kaufman / Guillermo Korn / Laura Kornfeld / Daniel Krupa / Inés Kuguel / Gabriela Krickeberg / Juan Manuel Lacalle / Alicia Lamas / Ernesto Lamas / Daniela Lauría / Juan Laxagueborde / Daniel Link / Miguel Loeb / María Pía López / Javier Lorca / Federico Lorenz / Silvia Llomovate / Jorge Lovizolo / Silvia Maldonado / Ricardo Maliandi / Anahí Mallol / Margarita Martínez / Silvio Mattoni / Nora Maziotti / Ana Mazzoni / Juan Molina y Vedia / Graciela Morgade / Mariana Moyano / Vicente Muleiro / Daniel Mundo / Carolina Muzi / Gustavo Nahmías / Viviana Norman / Celia Nusimovich / Dante Palma / Cecilia Palmeiro / Fernando Peirone / Quique Pesoa / Ricardo Piglia / Pablo Pineau / Agustín Prestifilippo / Nicolás Prividera / Mercedes Pujalte / Alejandro Raiter / Carolina Ramallo / Gabriel Reches / Roberto Retamoso / Eduardo Rinesi / Matías Rodeiro / Martín Rodríguez / Emilio Rollié / Laura Rosato / Eduardo Rubinschik / Alejandro Rubio / Andrés Saab / Guillermo Saavedra / Florencia Saintout / Juan Sasturain / Silvia Scharzböck / Silvia Senz Bueno / Perla Sneh / Ricardo Soca / Isabel Steimberg / Eduardo Stupía / Daniel Suárez / Ximena Talento / Diego Tatián / Marcelo Topuzian / Javier Trímboli / Hugo Trinchero / Washington Uranga / Lía Varela / María Celia Vázquez / Miguel Vedda / Aníbal Viguera / Miguel Vitagliano / Adriana Yoel / Patricio Zunini.

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-229172-2013-09-17.html

El Estado: ¿un mal necesario? (I)


sursiendo.com



Sursiendo hilos sueltos
Algunos textos anteriores pueden abrir una puerta a lo que pensamos sobre las instituciones. Sin embargo, con este pequeño ensayo nos proponemos repensar en concreto a la institución estatal. En el contexto actual de crisis múltiples y complejas ¿es realmente el Estado un “mal necesario”?


Modernidad: Estado y democracia
Portada de El Leviatán de Hobbes. La frase latina que aparece en la parte superior se puede traducir como
Portada de El Leviatán de Hobbes. La frase latina que aparece en la parte superior se puede traducir como “No hay poder sobre la Tierra que se le compare”.
Mucho se habla en los últimos años de la crisis del Estado y de la crisis del capitalismo ¿cómo llegamos hasta aquí? La Edad Moderna se inició alrededor de mediados del siglo XV con los cambios producidos por la caída de Constantinopla, la invención de la imprenta (que dio paso al desarrollo del Humanismo y el Renacimiento), consolidando este cambio de Era el inicio de la colonización de América y la Reforma Protestante en Europa (siglo XVI). Desde entonces y durante estos casi seis siglos se gestaron, desarrollaron y consolidaron un orden y una institución asociadas: el capitalismo y el Estado.
Hace unos años el politólogo italiano Norberto Bobbio enfatizada el debate entre quienes asumen el Estado como continuidad de un período anterior y quienes no. Los autores que están a favor de la discontinuidad sostienen que la realidad del Estado moderno es una forma de ordenamiento tan diferente de los anteriores que ya no pueden ser llamados con los nombres antiguos. Este argumento se apoya en que con Maquiavelo no únicamente se inicia el éxito de una palabra sino la reflexión sobre una realidad desconocida para los escritores antiguos, y de la cual la nueva palabra es un ejemplo. De esta manera sería oportuno hablar de Estado únicamente para las formaciones políticas que nacen de la crisis de la sociedad medieval, y no para los ordenamientos anteriores. El Estado moderno es definido mediante dos elementos constitutivos: la función de la prestación y atención de los servicios públicos y el monopolio legítimo de la fuerza.
Por su parte, los pensadores que están en favor de la continuidad del origen del nombre del Estado afirman que hay una tendencia a sostener la continuidad entre los ordenamientos de la antigüedad, el Medievo y los de la época moderna. Los argumentos que sostienen esta tesis para autores como Hobbes, Montesquieu o Rousseau mencionaban y conceptualizaban al Estado aunque fuera con nombres diferentes (polis, civitas, imperium y res publica). El fundamento de su poder se da en términos jurídicos de donde nace la idea del contrato social y por ende, del contrato de sujeción. El primero, denominado pactum societatis, explica la unión de los individuos en sociedad; el segundo, llamado pactum subjectionis, explica la sumisión al soberano. Con Hobbes se firma el contrato como súbditos y con Rousseau el contrato como ciudadanos (aunque para Hobbes el nacimiento de la sociedad civil va aunado al del Estado).
Según Giovanni Sartori la palabra Estado no se usó hasta el siglo XVI, y “entra en el vocabulario político en Italia, en expresiones como Estado de Florencia y Estado de Venecia para caracterizar las formaciones políticas en las que la terminología medieval (regnum, imperium o civitas) eran manifiestamente inadecuadas”. Es Maquiavelo quien primero registra este uso al principio de El príncipe aunque Norberto Bobbio sostiene que la palabra no fue ideada por Maquiavelo:
Minuciosas y amplias investigaciones sobre el uso de Estado, en el lenguaje de los siglos XV y XVI muestran que el paso del significado común del término status de situación al Estado en el sentido moderno de la palabra, ya se había dado mediante el aislamiento del primer término en la expresión clásica status res pública. El mismo Maquiavelo no hubiera podido escribir la frase precisamente al comienzo de la obra si la palabra en cuestión no hubiese sido ya de uso corriente.
Dejando a un lado la controversia sobre la paternidad del concepto, la secularización del aspecto privado del público es el hito de esta nueva organización, el Estado, en apariencia necesaria ante el crecimiento poblacional y por ende sus necesidades derivadas.
La palabra Estado se vuelve importante y necesaria sólo cuando empieza a designar una presencia estructural del poder político y un control efectivo de esa entidad sobre todo un territorio sometido a su jurisdicción. Según Giovanni Sartori para llegar a eso hay que esperar al siglo XIX, alcanzando su madurez en el XX.
Con la revolución industrial iniciada en Inglaterra en el siglo XVIII se da un paso fundamental en la consolidación del Estado-nación y la explosión del capitalismo en Occidente. Se da una reterritorialización producida por las leyes de cercamiento, que en esta nueva contribución aparecerá como un proceso de “urbanización extendida original”: un paso decisivo en la apertura de los territorios precapitalistas a los mercados de trabajo y mercancías, en una dinámica de reestructuración y reescalamiento de las relaciones campo-ciudad consecuente también con las aspiraciones imperialistas del gobierno británico.
Con las grandes luchas y revoluciones del siglo XIX, y las consecuentes respuestas del poder hegemónico capitalista, llegamos al siglo XX con la Primera Guerra Mundial, seguida de la crisis del ’29. Ambos hechos transforman las relaciones sociales y geopolíticas, con un capitalismo que demuestra sus debilidades, pero aún con un Estado sirviéndole de colchón y de reanimador. Las movilizaciones obreras se sucedían, ahora con la referencia soviética como espejo y como apoyo.
Como explica Gustavo Esteva
el New Deal, como se llamó el paquete de políticas que aplicó el presidente Franklin D. Roosevelt ante la Gran Depresión era ante todo una respuesta política a la movilización de los trabajadores. Era ésta, más que las contradicciones estructurales del sistema, lo que ponía en peligro su supervivencia. El New Deal contenía tres elementos: a) Integración institucional de los trabajadores. b) Acuerdo de productividad. c) Creación del “estado de bienestar”. Se pactó una “red de seguridad social” que abarcó la educación, la salud, el seguro de desempleo y otros aspectos.



El Estado del Bienestar 
Manifestación del pintor Antonio Berni
Manifestación, de Antonio Berni
El contrato social que supone el Estado se reacomoda para prometer porvenir, desarrollo, bienestar. El Estado desde la posguerra (1945) y hasta principios del siglo XXI sufrió tales cambios en la esfera política que nos han obligado a repensar la herencia política de Occidentegenerada en toda su historia.
Un primer momento que debemos identificar es el llamado Estado de bienestar surgido tras los primeros años posteriores a la Segunda Guerra Mundial: el Estado es el principal actor de la actividad económica, controlando las principales áreas de producción. Encontraremos a un Estado poseedor de la generación de electricidad, de los hidrocarburos, brindando los servicios de salud, educación, etc., un Estado que intervendrá en la infraestructura y en la proporción de servicios a la población.
En las democracias occidentales el Estado benefactor tuvo su época de apogeo en los años cincuenta e inicios de los sesenta. Esta forma de entenderlo generó cambios no sólo en el mundo económico sino también en el político y jurídico.
A principios de la década de los setenta se presentaron grandes problemas financieros en las principales potencias mundiales con la inestabilidad en los mercados petroleros y un déficit en el presupuesto para cubrir las exigencias de un Estado asistencial. En este mismo sentido encontramos con los primeros estudios sobre los daños al ambiente, pero especialmente con hallamos ante revolución informática y de las comunicaciones.
Imanuel Wallerstein, en su análisis del sistema-mundo, sostiene que a finales de los años 60 comenzó el declive definitivo del capitalismo (y del Estado podríamos agregar). La economía y las relaciones políticas cambiaron radicalmente, y como dice este autor, lo sucedido en la revolución de 1968 fue más importante aún que las revoluciones francesa y rusa, ya que por su trascendencia fue la única verdadera revolución mundial junto a la de 1848. Esos movimientos del ’68 produjeron cambios “en las relaciones de poder entre los grupos de estatus (los grupos de edad, de género, y las minorías étnicas)” que si bien se registran “en los espacios ocultos de la vida cotidiana” son duraderos y suponen insubordinación permanente. La sociedad civil se muestra menos dispuesta que antes a aceptar pasivamente la dominación y a recibir órdenes. En muchos países se tenían amplios derechos políticos y civiles pero no había derechos sociales o culturales, el descontento desbordó a los movimientos obreros, y tomaron protagonismo otros movimientos como el ecologista, el feminista, el pacifista, el estudiantil, etc. que obtuvieron apoyo de gran parte de la sociedad, incluso ignorando fronteras.
Ante esta nueva realidad de crisis sociales se empieza a delinear lo que actualmente se denomina como neoliberalismo que tiene como ejes centrales el adelgazamiento del Estado, la globalización y la comunicación informática. El Estado deja a un lado sus tareas asistenciales o de prestación de servicios públicos con el objeto de hacer más eficiente su funcionamiento, así encontramos una mayor participación del sector privado (incluyendo a ONG’s) en las tareas que deja de lado el Estado, lo cual generará grandes centros de poder económico en las empresas transnacionales.
Cuando el Estado-nación entra en crisis, lo hace también el concepto de soberanía. La nueva realidad trae consigo a las instancias supranacionales, es decir, los acuerdos comerciales o de integración económica crean nuevas zonas de desarrollo en las cuales participan diversos países regulados por un Derecho supranacional.
A finales del siglo XX inicia una sociedad de riesgo (como la califica Beck) en la que tendremos crisis ecológica, riesgo nuclear, revolución biotecnología, avances (y límites) informáticos que han puesto en crisis absoluta al Estado benefactor y las instituciones políticas modernas. En esta época delEstado neoliberal se ha hecho necesario repensar conceptos políticos que se creían absolutos, tales como la soberanía, el Estado-nación, el Estado de Derecho, los derechos humanos, las esferas de lo público y lo privado, la legitimidad política, el papel del Estado en la economía, etc., y nos encontramos ante nuevas realidades como los derechos de las minorías, el respeto a las diferencias, la idea de autorregulación, el derecho a preservar la identidad, los problemas derivados de la integración económica, los nacionalismos, etcétera.
No se trata ya de un mero desequilibrio que forma parte de la dinámica capitalista ordinaria, sino de una crisis que afecta las bases mismas de la estabilidad social y pone en cuestión la supervivencia misma del sistema. Entonces, Estados ¿para qué? ¿para quiénes?
Para analizar esta perspectiva, es útil volver a la contribución de Wallerstein cuando examina la crisis estructural del capitalismo y considera que ha entrado en su fase terminal. Como mencionábamos más arriba esta fase habría comenzado al final de los años sesenta, cuando la Revolución de 1968 sacudió las estructuras del saber y dislocó las bases de la economía-mundo capitalista. Para Wallerstein, este impacto fue posible porque habían aparecido ciertas tendencias estructurales del capitalismo que hicieron imposible sobreponerse a las nuevas dificultades. Esta fase terminal, que podría durar aún 25 a 50 años, representa una bifurcación: la condición que aparece en un sistema cuando sus dificultades ya no pueden ser resueltas dentro del marco en que opera.
En las décadas de los sesenta y setenta, sin embargo, a partir de esos avances políticos y económicos, pero también por el intercambio desigual y el legado de racismo y sexismo predominantes en la división internacional del trabajo, se produjeron de nuevo amplias movilizaciones de trabajadores que adoptaron muy diversas formas: desde las escuelas y las fábricas hasta las cocinas, las comunas hippies, los plantones y la guerra de guerrillas. La respuesta del capital a estas luchas es lo que propiamente constituiría la globalización neoliberal, muy anterior al Consenso de Washington. Su propósito principal era desmantelar los avances conseguidos por los trabajadores y regresar a la situación anterior al New Deal y a la crisis de 1929. Esta estrategia, por tanto, desmanteló todos los acuerdos anteriores.

¿Fin de la modernidad? 
tomado de Flickr
Tomado de Flickr

Así, cuando el capitalismo y el Estado-nación están en crisis, el mundo construido en los dos últimos siglos (la Edad Moderna) llegaría a su fin. Como nos recuerda Monedero, muchos pensadores están teorizando sobre ello: un mundo desbocado (Giddens), una segunda modernidad (Beck), una crisis sistémica (Wallerstein), una transición paradigmática (Santos) o incluso, un cambio de civilización (Morin).Parece ser que el mundo tal y como lo hemos conocido está derrumbándose, las estructuras impulsadas tras las revoluciones de Francia, de Estados Unidos y la industrial ya no tienen eficacia ni son eficientes para la sociedad, aunque sí paralos poderes fácticos que se aferran al pasado para sobrevivir. Las instituciones sociopolíticas y esas categorías de análisis nacidas en el siglo XIX están perdiendo validez para convivir y explicarnos cómo lo hacemos.
Ya el capitalismo depredador actual, el Estado nación, la dicotomía marxista de la lucha de clases, la democracia representativa, el fordismo y la globalización occidentalizante y consumista, etc. están siendo puestos en cuestión fuertemente por amplios sectores de la sociedad, no sólo por los teóricos o los sectores más politizados.
Precisamente en la Sociedad del Riesgo, Ulrich Beck argumenta que en la realidad social actual hay un vacío político e institucional y los movimientos sociales son la nueva legitimación. Por su parte Zygmunt Bauman con su modernidad líquida ha dado cuenta de los procesos actuales de ruptura y cambio frente a la modernidad sólida, y según él el paso necesario es modificar la realidad y comprender que la vía del cambio es la única posible y la única necesaria, además de ser oportuna, para evitar los conflictos sociales y mejorar las condiciones de vida.
Finalmente Wallerstein que tras hacer un repaso histórico del capitalismo vislumbra el fin del sistema-mundo con una bifurcación posible. Sin embargo el que estemos cambiando de época no significa que vamos a llegar a la utopía. Como dice este autor, la bifurcación puede seguir un camino tenebroso y duro para la humanidad, por ejemplo yendo hacia un fascismo financiero privatizador e inhumano, al estilo Matrix o 1984, por nombrar algunas de las distopías más populares.
Como advierten algunos autores (es el caso de Juan Carlos Monedero) la puesta en crisis del Estado hace peligrar la convivencia social al desaparecer el contrato social en que se basa, por que lo que se debe buscar la manera de construir un Estado distinto, sin capitalismo. A este nuevo ordenamiento ¿seguiríamos llamándolo entonces de la misma manera?
…Continuará…

@Sursiendo
Fuente: http://sursiendo.com/blog/2013/09/el-estado-un-mal-necesario-i/
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.